Disciplina, honor y abnegación: la trayectoria del Cuerpo de Bomberos de Panamá
- 23/11/2025 00:00
Hace más de un siglo, un grupo de panameños dio forma a la primera organización de respuesta contra incendios
En el corazón de la historia nacional panameña late un legado de valentía, servicio y abnegación: el Benemérito Cuerpo de Bomberos de la República de Panamá, cuya fundación se remonta a 1887.
Su origen, más allá de un simple acto organizativo, representa la respuesta ciudadana a la necesidad de proteger vidas y bienes frente a una amenaza persistente e incontrolable: el fuego.
Los primeros intentos de organizar una brigada de bomberos en Panamá datan de al menos 1870, cuando surgió una brigada voluntaria de extinción de incendios.
Estas iniciativas se debieron a los frecuentes incendios que asolaban la ciudad, un problema que ya había quedado marcado desde la época colonial.
En los registros históricos se documentan conflagraciones importantes, como el llamado “Fuego Grande” de 1737.
En los años previos a 1887, los incendios persistían con fuerza: entre 1864 y 1887 ocurrieron varios siniestros graves, lo que evidenció la urgencia de crear una entidad estructurada para enfrentarlos.
Además, la ciudad carecía de recursos adecuados: los bomberos voluntarios usaban cubos, agua y su propia fuerza humana para combatir incendios, muchas veces sin la capacidad resolutiva necesaria.
El momento clave ocurrió el 18 de noviembre de 1887, cuando en el Salón de Recibo del Hotel Central de la Ciudad de Panamá se redactó el acta de fundación del Cuerpo de Bomberos.
En esa reunión, Ricardo Arango, con experiencia previa en el Cuerpo de Bomberos de Guayaquil, Ecuador, fue designado jefe del nuevo cuerpo.
Junto a él, Rodolfo Halstead, también con experiencia bomberil desde Ecuador, desempeñó un papel clave en la organización inicial.
Se estableció como fecha oficial de fundación el 28 de noviembre de 1887, para coincidir con las celebraciones patrias de Panamá, lo cual aporta un simbolismo importante, vinculando la institución con la identidad nacional.
Desde sus inicios, el Cuerpo de Bomberos se organizó con varias secciones: la Bomba Internacional y la China, una sección de mangueras, otra de rescatadores y una columna de hacheros.
Se adquirieron en Londres dos bombas fabricadas por la casa Merryweather, bautizadas como “Internacional Nº 1” y “China Nº 2”, que serían esenciales para las primeras operaciones.
El uniforme inicial era distintivo: pantalón blanco, casaca roja (con el número correspondiente en el pecho) y casco blanco, siguiendo un estilo colonial francés. Este diseño no solo les daba una apariencia uniforme sino también un sentido de disciplina, identidad y visibilidad social.
Al principio, la mayoría de los bomberos eran voluntarios, oriundos de diversas capas sociales, unidos por el deseo de servir.
Su labor dependía más de la voluntad y el compromiso que de recursos técnicos avanzados, lo que demuestra el carácter comunitario y sacrificado con el que nació la institución.
Menos de un año después de su fundación, el 3 de junio de 1888, un incendio devastador consumió el Hotel Roma, un edificio de madera ubicado en la ciudad.
A pesar del valor del cuerpo bomberil, la respuesta fue limitada por la falta de recursos adecuados, atraso en la comunicación y debilidad operativa.
Tras ese episodio, el Cuerpo de Bomberos se disolvió temporalmente. Las causas fueron múltiples: insuficiencia de fondos, bombas manuales de baja potencia, escasa colaboración pública y comercial, y un contexto político y económico adverso, ya que Panamá en ese momento formaba parte de un departamento más amplio y estaba relativamente marginada.
Sin embargo, la idea no murió. Con el impulso de ciudadanos como Juan Antonio Guizado, Pedro Bergerie y Florencio Arosemena, se organizaron colectas para financiar nuevos equipos y uniformes.
Gracias a ese esfuerzo, para el 28 de noviembre de 1889 se reorganizó la Estación Panamá No. 1, bajo la jefatura de Arosemena.
Este momento marcó un cambio importante en la percepción social: el cuerpo ya no era solo un pequeño grupo voluntario, sino una institución con presencia social relevante y apoyo comunitario.
Bajo la conducción de Arosemena, también se adoptó oficialmente el lema ‘Disciplina, honor y abnegación’, valores que perduran hasta hoy.
A partir de los años siguientes, el Cuerpo de Bomberos no solo creció en operatividad, sino también en identidad cultural.
El 14 de agosto de 1891 se fundó la famosa Banda de Música ‘Panamá Número Uno’, un símbolo de orgullo y apoyo social. En 1898 se lanzó el primer órgano informativo del cuerpo, la publicación ‘El Bombero’, bajo la dirección del teniente Darío Vallarino.
En ese mismo año (1898), se estableció un Método de Enseñanza para instruir a los bomberos en técnicas de extinción, bajo la coordinación del subteniente Enrique Dumelé.
Estos pasos institucionales eran señales claras de que el cuerpo bomberil estaba ganando madurez profesional.
Sin embargo, la guerra no le fue ajena: durante la Guerra de los Mil Días, a principios de 1899, las actividades bomberiles se paralizaron. Algunos bomberos tomaron las armas, luchando en bandos diferentes, lo que destruyó parte de la documentación histórica del cuerpo.
A pesar de ello, tras la guerra los bomberos nuevamente se unieron. La reorganización incluyó la figura de David H. Brandon, quien asumió como comandante primer jefe, y la creación de varias compañías: Panamá Nº 1, Florencio Arosemena Nº 2, Hacheros Guillermo Whitehorne Nº 3, Salvadores Ricardo Arango Nº 4, entre otros, además del servicio de ambulancia.
El progreso continuó: en 1912 se adquirió el primer vehículo de extinción motorizado, una Knox, lo que representó un salto tecnológico frente a las bombas movidas por fuerza humana.
Además, el 28 de noviembre de ese año se eligió a Juan Antonio Guizado como comandante primer jefe, en reconocimiento a su liderazgo; Guizado dirigió la institución durante 38 años consecutivos, convirtiéndose en una figura emblemática de la historia bomberil de Panamá.
Un avance más llegó en febrero de 1913 con la instalación del sistema automático de alarma Gamewell, con timbres y campanas estratégicamente ubicados.
Además, se coordinó con la estación de acueducto para aumentar la presión de agua al recibir una alarma, lo que mejoró significativamente la capacidad de respuesta.
Uno de los episodios más dolorosos en la historia del cuerpo ocurrió el 5 de mayo de 1914, en el incidente conocido como ‘El Polvorín’, cuando una explosión fatal dejó seis bomberos muertos y varios heridos.
Entre los fallecidos estaban Félix Antonio Álvarez, Luis de Basach, Juan Bautista Beltrán, Luis Buitrago, Faustino Rueda y Alonso Teleche; entre los heridos, incluso comandantes y oficiales de alto rango. Este suceso marcó una etapa de sacrificio supremo y cimentó aún más el sentido de misión del Cuerpo de Bomberos.
Durante buena parte del siglo XX, el Cuerpo de Bomberos siguió operando, más allá de los retos financieros y logísticos, con un espíritu voluntario pero cada vez más profesionalizado. Hacia el año 2000, la institución atravesó momentos críticos, con problemas en su estructura y sostenibilidad.
Un punto de inflexión llegó con la Ley 10 del 16 de marzo de 2010, que formalizó la institución como el Benemérito Cuerpo de Bomberos de la República de Panamá, unificando distintos cuerpos bomberiles y estableciendo un mando unificado y una estructura más sólida. Esta reforma consolidó salarios, recursos y una dirección institucional centralizada, profesionalizando aún más el servicio.
Hoy en día, el Benemérito Cuerpo de Bomberos es una institución orgullosa con presencia nacional.
Este año se conmemoran 137 años de su existencia, destacando su papel fundamental como protectores de la ciudadanía. En su informe institucional más reciente, la entidad resalta no sólo su capacidad operativa moderna, sino también su compromiso con la formación, la prevención y la innovación tecnológica.