Taboga, la historia del tesoro del pacífico panameño
- 29/06/2025 00:00
Taboga reúne siglos de historia, paisajes inolvidables y una rica vida comunitaria que mantiene vivas sus tradiciones y su espíritu isleño. Ubicada en el corazón del Golfo de Panamá y a tan solo 20 kilómetros de la ciudad capital, la isla de Taboga es mucho más que un paraíso tropical: es un enclave cargado de historia, cultura y belleza natural.
Conocida como la “Isla de las Flores” por la abundancia de buganvillas, hibiscos y otras especies que adornan sus calles, Taboga ha sido testigo de importantes episodios históricos desde el siglo XVI y sigue cautivando a todo aquel que la visita con su combinación única de patrimonio, tranquilidad y paisajes inolvidables.
Un origen colonial con raíces espirituales La historia de Taboga se remonta al 29 de junio de 1524, cuando fue fundada oficialmente como San Pedro de Taboga por el canónigo Hernando de Luque, vicario de la catedral de Panamá. Con el objetivo de establecer una comunidad cristiana en un entorno pacífico y fértil, Luque eligió esta isla como uno de los primeros asentamientos religiosos del Pacífico panameño. Este acto marcó el inicio formal de la colonización española en la región.
La iglesia de San Pedro, aún en pie y activa, es uno de los templos más antiguos del hemisferio occidental, y junto a sus calles adoquinadas y casas de madera con balcones floridos, da cuenta del rico legado colonial de la isla. A través de los siglos, el templo ha sido epicentro de la fe, la cultura y la resistencia comunitaria.
Entre piratas, conquistadores y aventureros Taboga también fue punto estratégico para conquistadores y comerciantes. En 1671, tras saquear la ciudad de Panamá, el infame pirata Henry Morgan envió tropas a Taboga para asegurar provisiones y mantener el control marítimo del Pacífico. Este episodio dejó huellas de tensión y fortaleza en la memoria de los isleños.
Además, la isla fue visitada o atravesada por figuras como Francisco Pizarro y Vasco Núñez de Balboa, ambos protagonistas en la exploración y conquista de Sudamérica. En un contexto más artístico, el célebre pintor Paul Gauguin pasó una temporada en la isla en 1887, atraído por su luz natural, paisajes serenos y vida sencilla.
Un eslabón en la ruta comercial del siglo XIX Durante el siglo XIX, Taboga desempeñó un rol crucial como escala de descanso para los buscadores de oro que cruzaban el istmo en dirección a California. La isla ofrecía alojamiento, alimentos, agua dulce y refugio seguro, lo que trajo consigo un importante flujo económico y conectividad con rutas comerciales internacionales.
Soberanía y estrategia en el siglo XX Durante la Segunda Guerra Mundial, Taboga fue utilizada por el gobierno de Estados Unidos como base militar de vigilancia marítima, reforzando su valor estratégico. Sin embargo, en 1920, el gobierno estadounidense intentó establecer una ocupación formal de la isla. Esta propuesta fue rotundamente rechazada por el entonces presidente Ernesto T. Lefevre, lo que reafirmó la soberanía panameña sobre Taboga y consolidó su identidad nacional.
Un refugio natural y cultural En la actualidad, Taboga es uno de los destinos turísticos más populares de Panamá, conocido por su proximidad a la ciudad, su ambiente pintoresco y su espíritu tranquilo. A solo 30 minutos en ferry desde el puerto de Amador, la isla se ha convertido en una escapada ideal para familias, parejas y aventureros.
La arquitectura colonial bien conservada, las playas de arena dorada como Playa Honda y Playa Restinga, y las actividades como senderismo, buceo y kayak, hacen de Taboga una experiencia completa. La isla también alberga una comunidad vibrante, en su mayoría dedicada al turismo, la pesca artesanal y pequeñas actividades comerciales.
Uno de los puntos favoritos para los excursionistas es el Cerro de la Cruz, desde cuya cima se puede apreciar una vista de 360 grados del Pacífico y del skyline de Ciudad de Panamá. Otro punto emblemático es el cementerio histórico de Taboga, con tumbas que datan de los siglos XVIII y XIX, muchas de ellas de marineros extranjeros.
La oferta gastronómica es diversa, con restaurantes familiares y pequeños cafés que ofrecen pescados frescos, ceviches, patacones y otras delicias del mar. En fechas religiosas como la festividad de San Pedro, patrón de la isla, se celebran procesiones marítimas, danzas y misas que muestran el sincretismo entre tradición española y fervor local.
Además, Taboga cuenta con servicios turísticos como hospedajes, guías locales, alquiler de equipos acuáticos y recorridos históricos, lo que facilita al visitante disfrutar la isla de forma cómoda y segura.
Taboga no solo es un lugar para vacacionar, sino también para reconectar con la historia, la espiritualidad y la naturaleza en un solo espacio. Su atmósfera cálida y relajada, unida a su riqueza histórica, la convierten en un tesoro del Pacífico panameño que sigue floreciendo, literalmente, con cada estación del año.
Ubicada en el corazón del Golfo de Panamá y a tan solo 20 kilómetros de la ciudad capital, la isla de Taboga es mucho más que un paraíso tropical: es un enclave cargado de historia, cultura y belleza natural.
Conocida como la “Isla de las Flores” por la abundancia de buganvillas, hibiscos y otras especies que adornan sus calles, Taboga ha sido testigo de importantes episodios históricos desde el siglo XVI y sigue cautivando a todo aquel que la visita con su combinación única de patrimonio, tranquilidad y paisajes inolvidables.
La historia de Taboga se remonta al 29 de junio de 1524, cuando fue fundada oficialmente como San Pedro de Taboga por el canónigo Hernando de Luque, vicario de la catedral de Panamá. Con el objetivo de establecer una comunidad cristiana en un entorno pacífico y fértil, Luque eligió esta isla como uno de los primeros asentamientos religiosos del Pacífico panameño. Este acto marcó el inicio formal de la colonización española en la región.
La iglesia de San Pedro, aún en pie y activa, es uno de los templos más antiguos del hemisferio occidental, y junto a sus calles adoquinadas y casas de madera con balcones floridos, da cuenta del rico legado colonial de la isla. A través de los siglos, el templo ha sido epicentro de la fe, la cultura y la resistencia comunitaria.
Taboga también fue punto estratégico para conquistadores y comerciantes. En 1671, tras saquear la ciudad de Panamá, el infame pirata Henry Morgan envió tropas a Taboga para asegurar provisiones y mantener el control marítimo del Pacífico. Este episodio dejó huellas de tensión y fortaleza en la memoria de los isleños.
Además, la isla fue visitada o atravesada por figuras como Francisco Pizarro y Vasco Núñez de Balboa, ambos protagonistas en la exploración y conquista de Sudamérica. En un contexto más artístico, el célebre pintor Paul Gauguin pasó una temporada en la isla en 1887, atraído por su luz natural, paisajes serenos y vida sencilla.
Durante el siglo XIX, Taboga desempeñó un rol crucial como escala de descanso para los buscadores de oro que cruzaban el istmo en dirección a California. La isla ofrecía alojamiento, alimentos, agua dulce y refugio seguro, lo que trajo consigo un importante flujo económico y conectividad con rutas comerciales internacionales.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Taboga fue utilizada por el gobierno de Estados Unidos como base militar de vigilancia marítima, reforzando su valor estratégico. Sin embargo, en 1920, el gobierno estadounidense intentó establecer una ocupación formal de la isla. Esta propuesta fue rotundamente rechazada por el entonces presidente Ernesto T. Lefevre, lo que reafirmó la soberanía panameña sobre Taboga y consolidó su identidad nacional.
En la actualidad, Taboga es uno de los destinos turísticos más populares de Panamá, conocido por su proximidad a la ciudad, su ambiente pintoresco y su espíritu tranquilo. A solo 30 minutos en ferry desde el puerto de Amador, la isla se ha convertido en una escapada ideal para familias, parejas y aventureros.
La arquitectura colonial bien conservada, las playas de arena dorada como Playa Honda y Playa Restinga, y las actividades como senderismo, buceo y kayak, hacen de Taboga una experiencia completa. La isla también alberga una comunidad vibrante, en su mayoría dedicada al turismo, la pesca artesanal y pequeñas actividades comerciales.
Uno de los puntos favoritos para los excursionistas es el Cerro de la Cruz, desde cuya cima se puede apreciar una vista de 360 grados del Pacífico y del skyline de Ciudad de Panamá. Otro punto emblemático es el cementerio histórico de Taboga, con tumbas que datan de los siglos XVIII y XIX, muchas de ellas de marineros extranjeros.
La oferta gastronómica es diversa, con restaurantes familiares y pequeños cafés que ofrecen pescados frescos, ceviches, patacones y otras delicias del mar. En fechas religiosas como la festividad de San Pedro, patrón de la isla, se celebran procesiones marítimas, danzas y misas que muestran el sincretismo entre tradición española y fervor local.
Además, Taboga cuenta con servicios turísticos como hospedajes, guías locales, alquiler de equipos acuáticos y recorridos históricos, lo que facilita al visitante disfrutar la isla de forma cómoda y segura.
Taboga no solo es un lugar para vacacionar, sino también para reconectar con la historia, la espiritualidad y la naturaleza en un solo espacio. Su atmósfera cálida y relajada, unida a su riqueza histórica, la convierten en un tesoro del Pacífico panameño que sigue floreciendo, literalmente, con cada estación del año.