En medio de sus olas mi mundo es un poema
- 04/10/2025 00:00
Entre el abismo creado por algunas palabras, tiradas a un bote de basura, está el no perder mí son de aventura a bordo de un velero de letras. Mi musa encantada se esconde entre las piedras diáfanas, arrojadas con pasión por los perros cercanos. Un baile en medio de olas es el poema dedicado a la enfermera de tez blanca, alta y anteojos redondos.
Mientras, en medio de una pintura de colores opacos, mis letras transpiran el éxtasis de la estación lluviosa. Un viaje sin retorno que añora bailar con la enfermera alta. Una profusa cadena de gotas en mi frente recuerda cada noche a mis pupilos, sanchistas, que los números y la hipérbola son solo barcos hechos de papel, a la disciplina que cubre la vida.
Un mundo complejo, como las olas que evocan la tiranía de un corsario es la honradez. Es la llave, entre el mundo de la tiranía y la disciplina, el amor y la pasión. Una que sigue las trochas hechas con azadón y no con un tractor. El mundo que dibujo en mi acuarela está en mi corazón de niño, y en los cuentos relatados por el abuelo, en la hamaca hecha con junco.
En cada cuento del abuelo, el mar se agitaba por golondrinas y pelícanos, muy cercanos a la playa de Farallón. Un toque mágico que recuerda, como ayer, la etiqueta del jugo de uva Welch o las cenas en las sillas de caoba. Los cuentos, como historias al saltar al precipicio de mi imaginación, encontraron en la Biblia la verdad del mundo creado por las olas.
Un corazón que no miente, porque la palabra es viva. El amor por la vida se gestó como una ola de sentimientos, pero que encontró nota perfecta al sentir el poder del Señor. Un poema que añora el amor de la ingeniera, o la enfermera de tez blanca, pero que en realidad debe descubrir cómo amar entre cultivos de veraneras o lana.
Hoy, el mundo paralelo, en medio de las olas, es la prosa de la hermana tierra. Aquel que un niño, hace un par de años, vio desde un pie de manzanas o el tirante de mi overol, que recuerda la hospitalidad. Un camino largo y rudo, pero que logra paz al seguir la palabra del Señor y respetar los mares. Un mundo imperfecto y carrusel de emociones, pero humano. El no arrojar esas ideas rotas al consumismo de masas es vital para la pureza no solo del agua sino del espíritu.