Ansiedad y agotamiento: el desafío de la salud mental universitaria
- 27/12/2025 00:00
La normalización del cansancio, la ansiedad y la frustración han convertido la vida universitaria en una etapa que muchos atraviesan sin acompañamiento emocional adecuado
La experiencia universitaria en la actualidad se ha convertido en un reflejo de una realidad que atraviesa a miles de jóvenes en el país: estudiantes que avanzan en su formación académica mientras enfrentan, muchas veces en silencio, un profundo desgaste emocional. El cansancio constante, la ansiedad y la frustración se han normalizado hasta formar parte de la rutina universitaria, invisibilizando una problemática que rara vez recibe el acompañamiento necesario. Especialistas advierten que la salud mental no puede seguir relegándose a un segundo plano dentro de la educación superior, ya que su descuido no solo impacta el rendimiento académico, sino que también puede derivar en trastornos de ansiedad o depresión. Estudiar, coinciden, no debería implicar quebrarse emocionalmente para alcanzar una meta académica.
La psicóloga Lidargelis López, especialista en atención a adultos con énfasis en ansiedad y depresión, explica que muchos jóvenes universitarios llegan a consulta con un alto nivel de desgaste emocional. “Actualmente, cada vez más jóvenes universitarios de nuestro país están acudiendo a atención psicológica con síntomas de ansiedad y depresión, en búsqueda de herramientas para poder afrontar los desafíos de la vida universitaria. ”, señala.
Para López, uno de los principales problemas es que el sufrimiento emocional se ha normalizado dentro del discurso universitario. Según la especialista, una de las causas más frecuentes es la autoexigencia excesiva. “Socialmente se les exige a los jóvenes no tener dudas sobre su carrera, saber que quieren estudiar apenas se gradúan de la escuela y ser excelentes en su rendimiento académico. Esto puede generar sentimientos de insuficiencia en los jóvenes al experimentar que hay algo mal en ellos y peligrosamente pueden concluir que su valor como individuos depende de sus calificaciones o de un título, afectando su autoestima y autoeficacia”, explica.
Cuando no cumplen con esas expectativas, aparecen la culpa, la frustración y una profunda sensación de fracaso personal. Entre los trastornos más comunes en esta población se encuentran la ansiedad generalizada, la ansiedad social, los síntomas depresivos, el estrés crónico y el burnout académico. A esto se suman problemas del sueño, manifestaciones psicosomáticas, baja autoestima y dificultades para regular las emociones. Además, muchos estudiantes atraviesan procesos de duelo silencioso con mucha frecuencia, relacionado a la incertidumbre laboral. “Muchos jóvenes al observar como muchos profesionales no obtienen empleo, los lleva a plantearse si continuar su carrera y esta incertidumbre de no saber lo que les espera en el campo laboral puede contribuir a desarrollar síntomas de ansiedad que interfieren con sus actividades cotidianas”, detalla López.
La psicóloga Gissel Chirú, especialista en atención a niños, adolescentes y adultos, con énfasis en manejo de duelos y depresión, coincide en que los trastornos de ansiedad son cada vez más frecuentes en la población universitaria. “Las afectaciones más frecuentes que podemos observar, se encuentran los trastornos de ansiedad, los síntomas depresivos, el estrés crónico, agotamiento emocional o burnout académico, también se encuentra la baja autoestima y las dificultades en la regulación emocional de este mismo modo, son comunes, los problemas del sueño y las manifestaciones psicosomáticas”, afirma.
Explica que muchos jóvenes sufren de un deterioro mental por las expectativas y presión académica.“ El miedo al fracaso, la comparación social les generan niveles de autoexigencia, lo que favorece a la ansiedad al desgaste emocional, especialmente cuando el valor personal se vincula exclusivamente vinculado al rendimiento educativo”. La especialista señala que muchos jovenes evitan buscar ayuda por los estigmas que existen. “Una de las razones más frecuentes, por las cuales los jóvenes evitan buscar ayuda, incluye el estigma asociado a la salud mental, el temor de ser juzgados, la minimización del propio malestar y el desconocimiento de los servicios disponibles además influyen las creencias que asocian la búsqueda de ayuda con debilidad personal”.
A la presión académica se suma la incertidumbre sobre el futuro laboral y la falta de apoyo piscologico en las universidades. Chirú explica que muchos jóvenes expresan ansiedad ante la posibilidad de no encontrar empleo o estabilidad económica, incluso después de graduarse, pero las instituciones deben fortalecer los recursos ante la demanda actual. “Si buen cierto algunas universidades han incorporado servicios de orientación psicológica, sin embargo en esto resultan insuficientes frente a la demanda actual, es necesario fortalecer los recursos para ampliar la cobertura y promover estrategias que integren la salud mental como parte fundamental de la formación universitaria ”, comenta. Para la psicologa López, lo importante es recordar que el valor de cada pesona no depende de un titulo universitario. “Es primordial que los jóvenes recuerden que su valor no depende de un título universitario, eviten compararse con los demás, si es necesario retirar materias o atrasarse un año de carrera no duden en hacerlo, solo tenemos una vida y es necesario cuidarlo”.
Aunque muchos logran mantenerse activos académicamente y cumplir con sus responsabilidades, emocionalmente se sienten desbordados. En este contexto, una universitaria conversó con La Estrella de Panamá y describe la experiencia universitaria como un proceso profundamente agotador, marcado por la presión y la desconexión emocional. Desde el inicio de la carrera, explica, sintió que algo no encajaba. Estudiaba una profesión que no era su primera opción, motivada principalmente por las expectativas familiares.
“Desde que entré a la universidad y me di cuenta de que no estaba estudiando lo que realmente quería la inconformidad se fue acumulando y afectó mi estado emocional”, relata. La presión por continuar, por no decepcionar y por “aguantar” se convirtió en un elemento constante que fue acumulando malestar. Con el tiempo, ese desgaste dejó de ser solo emocional y comenzó a afectar su vida diaria.
“La falta de motivación hace que me cueste concentrarme y esforzarme al máximo. En mi vida diaria me siento cansada, sin ánimo y con la sensación constante de estar forzándome a algo que no me llena” , cuenta. Aunque cumplía académicamente, la sensación era la de estar sobreviviendo, no viviendo. Hablar de lo que sentía le generaba culpa. “Siento culpa por no sentirme agradecida, y miedo de decepcionar a mi familia si expreso que no soy feliz con la carrera que estudio”, explica. La joven identifica que su salud mental comenzó a deteriorarse desde que ingresó a la universidad. A esto se suma la percepción de que la sociedad minimiza lo que viven los jóvenes. “Muchas veces se piensa que tener una carrera ya es suficiente, sin tomar en cuenta si el estudiante es feliz o se siente realizado”, afirma. “Me genera mucha ansiedad pensar que, además de no gustarme la carrera, quizá no me sienta satisfecha profesionalmente en el futuro, lo que aumenta mi inseguridad y estrés”, reconoce.
Ante esta realidad, EL Ministerio de Desarrollo Social (MIDES) cuenta con una línea llamada 147, que funciona como un espacio de escucha y contención emocional. Este servicio gratuito brinda orientación y apoyo psicológico a nivel nacional. Entre septiembre de 2024 y noviembre de 2025, la Línea 147 registró aproximadamente 18,425 llamadas, de las cuales 1,880 estuvieron relacionadas con apoyo psicológico. En el grupo de 20 a 29 años, se contabilizaron 1,134 llamadas, siendo la necesidad de escucha el motivo más recurrente. Las cifras confirman que muchos jóvenes no buscan soluciones inmediatas, sino ser escuchados.
Las especialistas coinciden en que cuidar la salud mental es tan importante como cumplir con las exigencias académicas. En Panamá, varias universidades cuentan con servicios de atención psicológica. Sin embargo, la alta demanda supera la capacidad de atención. Las especialistas insisten en la necesidad de fortalecer los recursos, ampliar la cobertura y asumir la salud mental como un eje central de la formación universitaria, y no como un servicio complementario. Frente a esto, el mensaje es claro: el valor personal no depende de un título universitario. La vida universitaria no debería vivirse como una carrera de resistencia emocional, sino como un proceso de aprendizaje integral donde el bienestar también importa.