Cultura

Goethe y los judíos (fascinación y enemistad): un legado literario y humano complejo

Portada del libro ‘Goethe und die Juden’. Cedida
  • 17/08/2025 00:00

Como todo buen legado, tenemos en Goethe una figura compleja en todo el sentido de la palabra. Es un legado que no solo le pertenece a Alemania, sino al mundo entero, un legado que está marcado por esa frase tan contemporánea que podemos leer cuando Fausto le pregunta a Mefistófeles “¿Quién eres tú?”, y este le responde: “Una parte de aquel poder que siempre quiere el mal y siempre produce el bien”, y tal vez este libro de Wilson sea, precisamente, parte de ese poder que termina siempre produciendo el bien

Una cosa es ver la imagen largamente venerada, admirada y estudiada de una obra de arte en un libro, pero otra cosa es tenerla frente de sí mismo. Son dos experiencias completamente distintas y, especialmente, con Goethe, quien ha sido parte de la educación sentimental mía y de generaciones enteras de lectores alrededor del mundo. Y hace poco visité la ciudad de Weimar, en Alemania, donde Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) vivió cincuenta siete años de su vida.

A pesar de haber vivido en Alemania, por más de tres décadas, nunca había visitado esta ciudad, perteneciente al estado federado de Turingia, que ha tenido un fuertísimo impacto cultural, porque no solo fue residencia de Goethe y del poeta y dramaturgo Friedrich Schiller (1759-1805)), sino de la muy conocida escuela de arquitectura, Bauhaus, escuela de una gran proyección global.

En la casa de Goethe, una casa muy representativa entre salones y réplicas de esculturas romanas, pude imaginarme la vida cotidiana de este poeta, dramaturgo, naturalista, novelista y alto funcionario, quien gozaba en su época de mucho prestigio, a tal punto que el mismo Napoleón, quien había leído Las Desventuras del Joven Werther (1774), quiso conocerlo en 1808 en Erfurt.

Ya en la planta baja de la casa de Goethe, adquirí entonces el libro del antiguo profesor de Germanística de la Universidad de Berkeley, W. Daniel Wilson (2024), Goethe und die Juden [Goethe y los judíos] que estaba entre otros libros de (y sobre) Goethe en la librería de la casa-museo. El libro tiene como subtítulo, Faszination und Feindschaft, que yo traduzco como fascinación y enemistad, un subtitulo que, como el Yin y el Yan, son caras de la misma moneda, el motor de la narración que nos lleva de la mano a través de siete capítulos de intensa y detallada investigación.

En efecto, la tesis central del autor es que Goethe, contrario a la idea unilateral, académica y literaria, de que él era condescendiente hacia los judíos, era que, por un lado, cuidaba de tener buenas relaciones con los cultivados letrados y, particularmente, con aquellas mujeres que, como con Rahel Varnhagen von Ense (1790-1849), que era una convertida, regentaban salones literarios en Berlín, pues eran extraordinarias promotoras de sus obras literarias, y, por otro lado, no dejaba de ser hostil, porque en privado era un opositor silencioso y eficiente contra la emancipación, aunque, según el autor, no extremo, que no lo exime, sin embargo, de su enemistad hacia la emancipación de los judíos, es decir, que tuvieran los mismos derechos y deberes de los ciudadanos de los estados alemanes.

La emancipación, para Goethe, era una herencia de la revolución francesa, de Napoleón, y si había alguien que rechazaba esta idea de revoluciones, al igual que Schiller, quien escribió Cartas sobre la educación estética del hombre (1795), donde se imaginaba la libertad por intermedio de un refinado artilugio literario y estético, era precisamente Goethe para quien los judíos eran los judíos pobres, los que vivían en los Judengasse [callejón de los judíos] y los usureros y acreedores.

Él se oponía al matrimonio entre judíos y cristianos, porque de aceptarlo era aceptar la existencia de los judíos y lo que quería era que los judíos dejaran de ser judíos por el abandono de la religión, que se bautizaran cristianos, y que se asimilaran, en fin, la emancipación pasaba por el contradictorio, complejo y difícil camino de la asimilación, porque ni eso lo salvaban de ser designados de ser judíos, como había sido en el caso del joven talentoso pianista Felix Mendelssohn Bartholdi, un asiduo visitante en la casa de Goethe.

Para Goethe, aparentemente, lo de ser judío era una cuestión religiosa y no racial, en otras palabras, si fuese racial no habría ninguna posibilidad de asimilación, pues el ser judío, como en el caso de los nazis, se llevaba en la sangre: solo cabria entonces la aniquilación física. ¿Era, entonces, Goethe antisemita? Para el autor este concepto no tiene sentido en Goethe y su tiempo.

El concepto antisemitismo pertenece a un anacronismo en tanto que da entender que no hay diferencia (una directa línea de desarrollo) entre el tiempo de Goethe y el Holocausto marcado por el racismo. Y esto significa que el autor habla de enemistad o miedo hacia los judíos en tiempo de Goethe, a pesar de que había algunos intelectuales y académicos que utilizan la raza para designar a los judíos y, desde entonces, son nombrados como tal. La enemistad de Goethe hacia los judíos también la rastrea el autor en la obra literaria de Goethe y encuentra indicios para demostrarlo, pero, por otra parte, reconoce en Goethe, como director del teatro de Weimar que era, que no dejaba representar obras teatrales que eran vulgarmente antijudías.

Como todo buen legado, tenemos en Goethe una figura compleja en todo el sentido de la palabra. Es un legado que no solo le pertenece a Alemania, sino al mundo entero, un legado que está marcado por esa frase tan contemporánea que podemos leer cuando Fausto le pregunta a Mefistófeles, ¨¿quién eres tú? ¨, y este le responde, ¨Una parte de aquel poder que siempre quiere el mal y siempre produce el bien¨, y tal vez este libro de Wilson sea, precisamente, parte de ese poder que termina siempre produciendo el bien.

El libro tiene como subtítulo ‘Faszination und Feindschaft’, que yo traduzco como fascinación y enemistad, que, como el yin y el yan, son caras de la misma moneda, el motor de la narración que nos lleva de la mano a través de siete capítulos de intensa y detallada investigación.