Los libros prohibidos
- 02/11/2025 00:00
Los adultos fueron predispuestos a ver con ojos de niños cualquier dibujo encapsulado en viñe-tas, en Japón en cambio, las viñetas eran un medio para contar una historia
Hablar de manga es referirse a historias gráficas, la mayoría de los adultos piensa también en ellas como entretenimiento para niños por influencia de las tiras de Disney publicadas en perió-dicos desde 1930. Los adultos fueron predispuestos a ver con ojos de niños cualquier dibujo en-capsulado en viñetas, en Japón en cambio, las viñetas eran un medio para contar una historia y a pesar de ello hubo autores que se vieron en problemas —unos más que otros— por lo que na-rraban o la forma en que lo hacían. Pero, la población nipona casi siempre las veía con buenos ojos, aunque hoy les presentaremos algunas que no.
¿Qué desagradables secretos puede guardar un manga? Desde los años sesenta muchos, pero nos dedicaremos a unos pocos que fueron traducidos a español, francés o inglés.
Iniciamos con uno reciente, «Ichi-Efu 1F» (2013-2015) escrito por Kazuto Tatsuta —seudónimo por temor a que lo echaran del trabajo—, es el diario de un empleado de limpieza de la Planta Nuclear de Fukushima encargado del reactor que sufrió daños durante el tsunami de 2011. Labo-ró escasos siete meses debido a que en ese tiempo alcanzó el límite legal de 20 milisieverts de radiación anual —un TAC irradia 6.9 mSv—.
El manga tuvo buena acogida entre el público que se enteraba no solo de los pormenores del trabajo, sino también de los bajos sueldos que ganaban los trabajadores, 8 mil yenes (64.01 US$) diarios cuando era lejos del peligro, a 20 mil (160.10 US$) en lugares con probabilidades de chispas eléctricas, caída de paredes y niveles elevados de radiación. El país veía con buenos ojos conocer lo que sucedía gracias al manga ya que TEPCO —la encargada de la planta— infor-maba un mínimo a los medios y cuando se le preguntaba por información que aparecía en el manga siempre respondía: «Es solo un manga».
El manga «Operación muerte» (Soin Gyokusai Seyo!, 1973) de Shigeru Mizuki, narra sus últimos días como soldado en las islas de Papúa Nueva Guinea durante la Segunda Guerra Mundial. Los cruentos detalles se mostraban en fotografías e ilustraciones, ya fuese la pérdida de sus compa-ñeros o de su brazo izquierdo pues primaban ideas maquiavélicas de «Muerte antes que des-honra» que influyeron en la muerte de cientos o quizás miles de japoneses. Retrató a los milita-res superiores con crudeza pues enviaban a soldados a justas perdidas y mataban por «traición a la patria» a los que se negaban a ir. En Japón no tuvo una buena recepción entre los milita-res, pero a nivel mundial llegó hasta ganar el premio internacional de Angulema en 2009 y fue nominado para los Premios Eisener y los Premios Harvey entre otros. En palabras de Deb Aoki: «El manga es denso en detalles, lleno de patetismo, humor y horror.»
«Obscenidad» (Waisetsu’tte nandesuka?, 2015) de Rokudenashiko —Chica Inútil—, escultora que crea la mayoría de sus obras a partir de su manko —vulva o vagina, en el argot japonés—, en 2014 tras la creación del manko-boat —kayak con la forma de su vulva—, fue enjuiciada y conde-nada a pagar una multa de 400 mil yenes. Entonces inició su lucha contra el sistema, Obsceni-dad es respuesta a la criminalización de su arte por las leyes sobre obscenidad en Japón —que son bastante ambiguas—. Creó diversas piezas artísticas con los moldes de su vulva, incluyendo una mascota, Manko-chan —Vulvita— que aparece en la portada de Obscenidad.
«17 años» (Junana-sai, 2004-2005) de Seiji Fujii y Yoji Kamata, basado en el asesinato de la jo-ven Junko Furuta en 1988. Adolescente que fue secuestrada por cuatro sujetos y por 44 días so-metida a diversas torturas, violaciones y golpes hasta matarla. El manga causó un gran impacto en la sociedad japonesa en la que generó polémica sobre la justicia, la violencia juvenil, la res-ponsabilidad individual y la importancia de la denuncia a tiempo, ya que a los culpables se les dieron penas leves.
Tanto la ficción como la realidad pueden producir efectos adversos, iniciamos con un Erugoru —historia de erotismo, corrupción sexual y decadencia—. «Ashura» (1970-1971) de George Akiya-ma, un relato de supervivencia en el período heian (794-1185) después de un gran incendio que consume la provincia, los sobrevivientes se ven obligados a recurrir al canibalismo, una mujer al dar a luz echa a su hijo a las brasas para paliar su hambre, pero el bebé es salvado por una tormenta eléctrica y escapa convertido en una especie de ogro-demonio que hará cualquier co-sa para sobrevivir. Ashura fue repudiada por los adultos, pero los jóvenes la convirtieron en un éxito. El manga es casi imposible de conseguir, existe una animación del mismo nombre de 2012 que se puede ver gratuitamente en YouTube.
Finalizamos esta «Tenida del horror» con una historia que por su veracidad fue demandada y encajonada por más de cuarenta años, «La venganza del guerrero repudiado» (Chidaruma kenpo, 1962) historia de samuráis de Hiroshi Hirata, quien en su afán de veracidad se refirió a los Burakumin —gente de la aldea— casta más baja del Japón feudal, los «no hombres», quienes desde el período Meiji habían luchado por reivindicaciones y para la década de los sesenta con-taban con mucha fuerza legal.
Debido a la mención de nombres y hechos que estos consideraron ofensivos los libros fueron confiscados, destruidos y su autor demonizado. Como explicó Marc Bernabé: «Hacía ya años que los manga publicados en el circuito kashihon —Lugares de renta de manga— eran considerados “nocivos” por los padres y maestros preocupados por la educación de los niños». La obra fue «encajonada» hasta 2004 cuando la editorial Seirinkogeisha hizo un tiraje censurando las frases ofensivas para el público Burakumin y sus descendientes.
Agradecemos a Marc Bernabé quien nos ayudó a completar la lista de este acercamiento al ho-rror en el manga japonés. Ojalá no se den nunca eventos tan dolorosos y los mangas siempre nos divierta y nos enorgullezcan sus autores.