Vida y cultura

Desiderio Sánchez: Un exponente del mestizaje y de la identidad panameña en la pintura

Retrato de Berta (1974). Desiderio Sánchez (Colección privada).
“Animalito en transparencia” (1969). Desiderio Sánchez (Colección privada).
  • 18/08/2025 00:00

Entre colores prehispánicos y símbolos de identidad, Desiderio Sánchez plasmó en su obra un discurso sobre el mestizaje y la realidad social de Panamá, fruto de la influencia de la vanguardista escuela mexicana ‘La Esmeralda’ y su formación expresionista

Mucho se ha escrito del impacto de la escuela mexicana de pintura en el escenario artístico latinoamericano del siglo XX. Juan Manuel Cedeño, Raúl Vásquez, Carlos González Palomino, Manuel Chong Neto o Guillermo Trujillo son algunos exponentes panameños que, por formación o influencia, asumieron en sus respectivas tareas creativas los principios característicos de dicha escuela.

La exploración de una identidad propia, el nacionalismo, el indigenismo (mestizaje en el caso de Panamá), el muralismo, el amor por la imagen vernácula, las costumbres y tradiciones autóctonas fueron fuerzas que en mayor o menor medida, junto con el consecuente abandono del clasicismo y el eurocentrismo, impulsaron a estos artistas a la tarea de perseguir una narrativa auténticamente panameña.

Uno de estos artistas fue también Desiderio Sánchez (1929-2024), de cuyo fallecimiento recientemente se cumplió un año y de quien podemos decir que impulsó la promoción de la representación de temas locales y contribuyó a la gestación de un arte panameño.

Desiderio Sánchez nació en Bocas del Toro y tras estudiar arte en México, con sólo 28 años ya había participado en la Bienal del Museo de Arte Moderno de Sao Paulo (1957), que por ese entonces era el principal acontecimiento artístico de Latinoamérica.

Tras más de 60 años de trayectoria en los que representó a Panamá en exhibiciones en Estados Unidos, Francia, Brasil y Centroamérica, entre otros muchos lugares, podemos decir que la obra de Desiderio Sánchez sigue vigente.Precisamente fue a raíz de su paso por la vanguardista escuela “La Esmeralda”, de México —país al que había viajado originalmente para estudiar medicina aunque se decantó finalmente por formarse como pintor­—, que el artista se inclinó por la temática nacionalista y autóctona, y por el estilo expresionista que, caracterizado por los colores vibrantes y las pinceladas rotundas, por ese entonces triunfaba en el panorama internacional.

Ese giro estuvo marcado por la presencia de los máximos exponentes de la pintura indigenista y de los muralistas más destacados de los años 60 en México. La Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”, una institución pública fundada en 1942, tenía como propósito fundamental la inclusión de las clases obreras en el arte, acercándolo a los barrios marginales, generando otra forma de educar y enseñar.

Originalmente las escuelas de arte eran elitistas, con profesores y directores traídos de Europa, quienes se dedicaban a adiestrar a sus alumnos en la copia de los cánones tradicionales de belleza.

En esas escuelas había muy pocos estudiantes mestizos y mucho menos indígenas, y sus maestros, por lo general, aborrecían de todo lo que implicase el concepto de “arte nuevo”.

Fue en ese centro vanguardista en el que principalmente se fraguó la ruptura con lo tradicional y europeísta y donde se abrió paso la llamada “Escuela Mexicana”, con la participación de reconocidos artistas como Frida Kahlo, Diego Rivera y Francisco Zúñiga.

“La Esmeralda” se convirtió en un referente en la formación social de las artes plásticas y visuales en América Latina. Su objetivo fundacional era promover un enfoque social, un diálogo con la ciudadanía y ofrecer la posibilidad de acercar a los barrios obreros la enseñanza artística.

El reconocido pintor mexicano Rufino Tamayo, que dictó clases en dicho centro, será también clave para comprender la obra de Sánchez.

Contexto histórico

Para la historiadora de arte Itzel Rodríguez, tras la guerra revolucionaria mexicana (1910-1920) “hubo grandes movilizaciones de campesinos, indígenas y mestizos que expusieron una realidad social ineludible a la que debió responder la élite política y cultural. Durante estos álgidos años fue cobrando fuerza el paradigma de la nación mestiza, que prometía integración racial y homogeneidad cultural, así como unidad y progreso (...) El discurso del nacionalismo revolucionario enfatizó el importante papel que jugaría el componente indígena en la renovación cultural de los mexicanos”.

El indigenismo, que trasladado a la realidad panameña pudiéramos identificar más con el mestizaje, está muy presente en la obra de Sánchez. Ejemplo de ello es ‘Retrato de Berta’ (1974), uno de los personajes inspiradores y recurrentes en la obra pictórica de Sánchez.

En este óleo, clara la influencia de los pintores mexicanos de la escuela “La Esmeralda”, aparece recostada una mujer de piel cobriza, mestiza, con el pelo corto, y que mira cuidadosamente a un pequeño pescado que sostiene en las manos.

En primer plano aparece el diminuto pez, que para las culturas prehispánicas se asociaba a la fertilidad y la transformación espiritual y simbolizaba la conexión de la naturaleza con los dioses.

De su brazo izquierdo cae un textil azul maya, que es un color que no predomina en el cuadro, pero que envuelve su cuerpo. La mujer no mira al espectador, allí está con toda su belleza observando lo efímero del pescado.

La utilización de los colores precolombinos, negro carbón, varios tonos de amarillos y marrones nos devuelven a la tierra. Su rostro es severo, sus labios gruesos y enseña su vientre rotundo, sus muslos y su pecho desnudo.

El fondo del cuadro es sólo un pretexto para transmitir forma y color y para resaltar la belleza de la piel de Berta, su herencia indígena y tal vez también africana.

Desde los inicios de su carrera, los perros fueron un elemento repetido en la obra del artista mexicano Rufino Tamayo, que en 1941 pintó su célebre cuadro ‘Animales’, en el que empleó la imagen de dos canes en actitud agresiva para simbolizar la condición humana, en momentos en que el orbe se desangraba en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

En Panamá, ‘Animalito en Transparencia’ (1969) es la versión más amable de Desiderio Sánchez al tema de los perros. El pintor panameño aborda su obra como si se tratara de un perro de pequeña estatura, o un perrito callejero, mitad oscuro mitad transparente.

Si se observa con cuidado, tal parece que tuviera cuatro colas y tres pares de patas. Los ojos del chucho aparecen diminutos, mientras que sus orejas puntiagudas y atentas escuchan y están en alerta. Una mueca por hocico y un punto negro por nariz completan el personaje.

Y en cuanto al cromatismo, Desiderio Sánchez utiliza de nuevo colores prehispánicos: sutiles amarillos, chocolates, fuertes pinceladas de negro y destellos de azul maya.

Pero en esta obra nada es lo que parece. En el arte contemporáneo, la imagen del perro se ha utilizado para denunciar la marginación.

En estas dos obras de 1969 y 1974, Sánchez hace referencia al mestizaje. Concretamente, en “Animalito en transparencia” hay un discurso sobre la desigualdad y la exclusión. Es por ello que el autor utiliza el recurso de hacer al perro mitad trasparente.

Un perro, además, simboliza la fidelidad y la nobleza, y tratándose también de un perro callejero la metáfora se extiende a otras inquietudes contemporáneas, como el desamparo, la marginalidad y la desigualdad social.