El dilema nación vs neocolonia,la actual coyuntura
- 25/05/2025 00:00
Estamos viviendo un nuevo ciclo de conflictos y protestas. La cuestión es, si estos son provocados por quienes buscan desestabilizar el “sistema democrático”; o reflejan el agotamiento del régimen presidencialista y del Estado post invasión que lo sostiene No es difícil constatar, las recurrencias de conflictos y protestas sociales post-invasión, especialmente cuando estos se manifiestan como ciclos intermitentes, de pausas y continuidad. A “primera vista” pareciera que son las voluntades de actores sociales, individuales y colectivos, las que se nos presentan como los factores causales de dichas intermitencias conflictivas.
Empero, refuerza a esta visión, las declaraciones de autoridades (ministros y presidente incluido), de empresarios de las cámaras, y de algunas expresiones de la sociedad civil, cuyos pronunciamientos tienden a reducir los conflictos a conspiraciones, agendas ocultas de subversivos, o a “tontos útiles” que se prestan para tales conjuras. A menos de un año de la gestión presidencial de Mulino, estamos ante un nuevo ciclo de conflictos y de protestas. Contribuye a su vez, el estilo confrontacional del presidente y su gabinete, que han exacerbado conflictos, ahí donde los había y creando otros donde no existían.
Sobre los conflictos, la pregunta es, si estos están “fraguados” por individuos que tienden a conflictuar el “sistema democrático”; o estamos frente a un momento de fuerte inflexión en el agotamiento del régimen político presidencialista, de una economía de exclusiones, y del Estado post invasión que los ampara y afirman. En qué contexto de conflictos están los actores sociales, en qué período histórico y en qué escenarios polarizados estamos.
El periodo histórico
Definimos el periodo histórico, a partir de la restauración oligárquica post-invasión que busca sostener la tasa de acumulación de un modelo transitista- extractivista y rentista que enfrenta una profunda crisis de distribución e integración social, dada su naturaleza económicamente dependiente, políticamente concentradora, y socialmente excluyente. Desde esta perspectiva histórica, se define el carácter antinacional de la oligarquía como bloque de poder.
No obstante, es la ausencia de un proyecto de Estado democrático que cumpla el papel asociativo y cohesionador de la sociedad lo que caracteriza también, el período. La democratización del estado post invasión se ve obstaculizada, tanto por su naturaleza, como por el carácter del poder económico que elabora una concepción patrimonial del estado, convertida hoy en visión político-ideológica del bloque oligárquico.
Cuando esto sucede como está ocurriendo, se entra en conflicto con cualquier concepción integrada de una sociedad nacional. Con todo, en este periodo histórico se despliegan también nuevas fuerzas sociales, que se incorporan a los escenarios de conflictos, con nuevos proyectos de desarrollo, con las correspondientes articulaciones sociales comunitarias, con patrones ideológicos— culturales que impulsan demandas impostergables, acompañadas todas por acciones colectivas.
Sin embargo, en el análisis de los momentos sociopolíticos, pensados como una sucesión de acontecimientos, el contexto estructural no pude ser dejado de lado. O, dicho de otra manera: la matriz comercial—financiera, rentista y ahora extractivista del transitismo, no pude ser abstraída del escenario de conflictos o tensiones entre distintas fuerzas políticas en el denominado “Panamá Republicano”. Como tampoco, la ideología de la clase oligárquica comercial y rentista que impuso en el siglo pasado—e intenta reimponerla hoy—, una concepción de nación, homogénea, uniforme y única.
La historicidad del Estado panameño
El papel del Estado en cada formación social –y Panamá no es la excepción—, se determina por su contexto histórico específico. Este contexto explica la evolución del Estado en relación con las cambiantes y contradictorias relaciones de poder de sus formaciones socioeconómicas; también, cómo estas contradicciones interactúan con un sistema internacional de estados organizados jerárquicamente.
Con todo, históricamente, para lograr un orden político legítimo de integración social, es necesaria la creación de ciudadanos como sujetos políticos. Esto es esencial para que un Estado se desarrolle en condiciones no coloniales. El Estado necesita tres componentes para su ejercicio pleno: monopolio de la violencia legítima, monopolio fiscal y control del territorio.
Identificamos cuatro momentos de articulación y cambios: el Proto-estado oligárquico-liberal restringido (1903-1932); el Estado oligárquico-liberal ampliado (1932-1968); el Estado militar-desarrollista (1969-1989); y el Estado democrático-neoliberal (1990- ). Desde una perspectiva no lineal, en las diferentes fases de la construcción estatal-nacional se desplegaron distintos imperativos, históricos y lógicos: el histórico fundamental, soberanía mediatizada vs soberanía plena. Como imperativos lógicos, propios de un estado plenamente constituido: el monopolio de la violencia legítima; el monopolio de la fiscalidad; y el monopolio del dominio territorial, todos mediatizados por la presencia del encave colonial.
Es este proceso de rupturas y continuidad, el que nos permite comprender las debilidades de la institucionalidad de estado y de la política en el país; así como los condicionamientos presentes en el orden político actual. Con todo, en esta etapa post-invasión, se manifiestan diversas contradicciones que generan disputas sobre la cuestión nacional, la pluralidad de identidades, la democratización completa de la institucionalidad y la defensa ecológica como tema político.
El núcleo de poder aglutinante
Se puede afirmar que uno de los mecanismos dinámicos de la constitución de las fuerzas sociales en fuerzas políticas es el surgimiento de un “núcleo de poder aglutinante” (H. Zemelman). Este núcleo de poder aglutinante hecha acción colectiva, se está forjando a través de cuatro cuestiones o ejes socialmente problemáticos: Ley 462 (Reforma a la CSS), reapertura de la mina, bases militares y embalse de río indio. Pese a configurar intereses y antagonismos diferentes, atraviesan hoy a la sociedad mediante una variedad de actores, construyendo los fundamentos de una gran línea de base programática.
Como siempre en este país las grandes cuestiones o ejes problemáticos históricos, lo social lo democrático y lo nacional, cuando se superponen fueron coordinados por la cuestión nacional. Estamos posiblemente frente a un momento de este tipo. También frente a nuevos actores que se abren paso con nuevos proyectos, estilos de luchas y propuestas de sociedad
La cuestionable representación política
La representación política ha sido una cuestión importante en la relación entre las clases sociales y los partidos políticos, que actúan como exponentes políticos e ideológicos del sistema político. Sin embargo, la representación política del estado y del régimen político post invasión adolece de un conjunto de vicios de origen:
Un régimen político de carácter presidencialista concentrador en recursos y centralizado en decisiones.
Un sistema de partidos, como red que unifica a una burocracia política parasitaria.
Una cultura y una práctica política fundada en el clientelismo y la corrupción.
No obstante, una visión de país que tienda configurarse desde un grupo dominante, y que se identifique con la realización práctica de sus intereses, contiene siempre una concepción cerrada del poder, concepción que no puede trascender sus estrechos límites. Solo trasciende cuando la política de un grupo hegemónico no se restringe a sus particulares intereses, sino que, además, llega a revestir un contenido que incluye la posibilidad de servir de base a distintas políticas (H. Zemelman)
Corolario final
El bloque empresarial ha iniciado una nueva etapa de conflictos en su gestión política del Estado. Este bloque comercial y financiero busca gestionar el poder sin mediaciones políticas orgánicas. Desde aquí, proponemos caracterizar sus políticas en tres niveles:
Un endurecimiento en la definición y gestión de políticas neoliberales (políticas de shock), profundizando el carácter transitista, rentista y parasitario de la gestión económica.
Refundar un estado doméstico cuyas características estén acordes a una política de desnacionalización (neocolonia), facilitando la mercantilización de bienes sociales y naturales comunes en todo el territorio.
Eliminar la brecha entre su poder económico y las mediaciones políticas del sistema de partidos, que aún refleja demandas populares.
El autor es Sociólogo. Docente e investigador de la Universidad de Panamá
Pensamiento Social (PESOC) está conformado por un grupo de profesionales de las Ciencias Sociales que, a través de sus aportes, buscan impulsar y satisfacer necesidades en el conocimiento de estas disciplinas. Su propósito es presentar a la población temas de análisis sobre los principales problemas que la aquejan, y contribuir con las estrategias de programas de solución.
No es difícil constatar, las recurrencias de conflictos y protestas sociales post-invasión, especialmente cuando estos se manifiestan como ciclos intermitentes, de pausas y continuidad. A “primera vista” pareciera que son las voluntades de actores sociales, individuales y colectivos, las que se nos presentan como los factores causales de dichas intermitencias conflictivas.
Empero, refuerza a esta visión, las declaraciones de autoridades (ministros y presidente incluido), de empresarios de las cámaras, y de algunas expresiones de la sociedad civil, cuyos pronunciamientos tienden a reducir los conflictos a conspiraciones, agendas ocultas de subversivos, o a “tontos útiles” que se prestan para tales conjuras. A menos de un año de la gestión presidencial de Mulino, estamos ante un nuevo ciclo de conflictos y de protestas. Contribuye a su vez, el estilo confrontacional del presidente y su gabinete, que han exacerbado conflictos, ahí donde los había y creando otros donde no existían.
Sobre los conflictos, la pregunta es, si estos están “fraguados” por individuos que tienden a conflictuar el “sistema democrático”; o estamos frente a un momento de fuerte inflexión en el agotamiento del régimen político presidencialista, de una economía de exclusiones, y del Estado post invasión que los ampara y afirman. En qué contexto de conflictos están los actores sociales, en qué período histórico y en qué escenarios polarizados estamos.
El periodo histórico
Definimos el periodo histórico, a partir de la restauración oligárquica post-invasión que busca sostener la tasa de acumulación de un modelo transitista- extractivista y rentista que enfrenta una profunda crisis de distribución e integración social, dada su naturaleza económicamente dependiente, políticamente concentradora, y socialmente excluyente. Desde esta perspectiva histórica, se define el carácter antinacional de la oligarquía como bloque de poder.
No obstante, es la ausencia de un proyecto de Estado democrático que cumpla el papel asociativo y cohesionador de la sociedad lo que caracteriza también, el período. La democratización del estado post invasión se ve obstaculizada, tanto por su naturaleza, como por el carácter del poder económico que elabora una concepción patrimonial del estado, convertida hoy en visión político-ideológica del bloque oligárquico.
Cuando esto sucede como está ocurriendo, se entra en conflicto con cualquier concepción integrada de una sociedad nacional. Con todo, en este periodo histórico se despliegan también nuevas fuerzas sociales, que se incorporan a los escenarios de conflictos, con nuevos proyectos de desarrollo, con las correspondientes articulaciones sociales comunitarias, con patrones ideológicos— culturales que impulsan demandas impostergables, acompañadas todas por acciones colectivas.
Sin embargo, en el análisis de los momentos sociopolíticos, pensados como una sucesión de acontecimientos, el contexto estructural no pude ser dejado de lado. O, dicho de otra manera: la matriz comercial—financiera, rentista y ahora extractivista del transitismo, no pude ser abstraída del escenario de conflictos o tensiones entre distintas fuerzas políticas en el denominado “Panamá Republicano”. Como tampoco, la ideología de la clase oligárquica comercial y rentista que impuso en el siglo pasado—e intenta reimponerla hoy—, una concepción de nación, homogénea, uniforme y única.
La historicidad del Estado panameño
El papel del Estado en cada formación social –y Panamá no es la excepción—, se determina por su contexto histórico específico. Este contexto explica la evolución del Estado en relación con las cambiantes y contradictorias relaciones de poder de sus formaciones socioeconómicas; también, cómo estas contradicciones interactúan con un sistema internacional de estados organizados jerárquicamente.
Con todo, históricamente, para lograr un orden político legítimo de integración social, es necesaria la creación de ciudadanos como sujetos políticos. Esto es esencial para que un Estado se desarrolle en condiciones no coloniales. El Estado necesita tres componentes para su ejercicio pleno: monopolio de la violencia legítima, monopolio fiscal y control del territorio.
Identificamos cuatro momentos de articulación y cambios: el Proto-estado oligárquico-liberal restringido (1903-1932); el Estado oligárquico-liberal ampliado (1932-1968); el Estado militar-desarrollista (1969-1989); y el Estado democrático-neoliberal (1990- ). Desde una perspectiva no lineal, en las diferentes fases de la construcción estatal-nacional se desplegaron distintos imperativos, históricos y lógicos: el histórico fundamental, soberanía mediatizada vs soberanía plena. Como imperativos lógicos, propios de un estado plenamente constituido: el monopolio de la violencia legítima; el monopolio de la fiscalidad; y el monopolio del dominio territorial, todos mediatizados por la presencia del encave colonial.
Es este proceso de rupturas y continuidad, el que nos permite comprender las debilidades de la institucionalidad de estado y de la política en el país; así como los condicionamientos presentes en el orden político actual. Con todo, en esta etapa post-invasión, se manifiestan diversas contradicciones que generan disputas sobre la cuestión nacional, la pluralidad de identidades, la democratización completa de la institucionalidad y la defensa ecológica como tema político.
El núcleo de poder aglutinante
Se puede afirmar que uno de los mecanismos dinámicos de la constitución de las fuerzas sociales en fuerzas políticas es el surgimiento de un “núcleo de poder aglutinante” (H. Zemelman). Este núcleo de poder aglutinante hecha acción colectiva, se está forjando a través de cuatro cuestiones o ejes socialmente problemáticos: Ley 462 (Reforma a la CSS), reapertura de la mina, bases militares y embalse de río indio. Pese a configurar intereses y antagonismos diferentes, atraviesan hoy a la sociedad mediante una variedad de actores, construyendo los fundamentos de una gran línea de base programática.
Como siempre en este país las grandes cuestiones o ejes problemáticos históricos, lo social lo democrático y lo nacional, cuando se superponen fueron coordinados por la cuestión nacional. Estamos posiblemente frente a un momento de este tipo. También frente a nuevos actores que se abren paso con nuevos proyectos, estilos de luchas y propuestas de sociedad
La cuestionable representación política
La representación política ha sido una cuestión importante en la relación entre las clases sociales y los partidos políticos, que actúan como exponentes políticos e ideológicos del sistema político. Sin embargo, la representación política del estado y del régimen político post invasión adolece de un conjunto de vicios de origen:
Un régimen político de carácter presidencialista concentrador en recursos y centralizado en decisiones.
Un sistema de partidos, como red que unifica a una burocracia política parasitaria.
Una cultura y una práctica política fundada en el clientelismo y la corrupción.
No obstante, una visión de país que tienda configurarse desde un grupo dominante, y que se identifique con la realización práctica de sus intereses, contiene siempre una concepción cerrada del poder, concepción que no puede trascender sus estrechos límites. Solo trasciende cuando la política de un grupo hegemónico no se restringe a sus particulares intereses, sino que, además, llega a revestir un contenido que incluye la posibilidad de servir de base a distintas políticas (H. Zemelman)
Corolario final
El bloque empresarial ha iniciado una nueva etapa de conflictos en su gestión política del Estado. Este bloque comercial y financiero busca gestionar el poder sin mediaciones políticas orgánicas. Desde aquí, proponemos caracterizar sus políticas en tres niveles:
Un endurecimiento en la definición y gestión de políticas neoliberales (políticas de shock), profundizando el carácter transitista, rentista y parasitario de la gestión económica.
Refundar un estado doméstico cuyas características estén acordes a una política de desnacionalización (neocolonia), facilitando la mercantilización de bienes sociales y naturales comunes en todo el territorio.
Eliminar la brecha entre su poder económico y las mediaciones políticas del sistema de partidos, que aún refleja demandas populares.
El autor es Sociólogo. Docente e investigador de la Universidad de Panamá