En los labios está la verdad
- 20/09/2025 00:00
Si bien la mirada puede ser poderosa y tan seductora como la de una geisha, los labios, mantienen muchos secretos hasta ahora poco estudiados
Elegir la propia máscara es el primer gesto voluntario humano que hacemos desde que nacemos, es un acto meramente solitario, de hecho, es el resultado de siglos de evolución y, es más, los adultos sin duda alguna les facilitan el aprendizaje a los niños cuando estos, consciente o inconscientemente, le enseñan a los más pequeños a mentir.
Curiosamente, el punto menos observado en una conversación y durante una comunicación a través de dispositivos móviles es el rostro, y aclaro, estoy usando el verbo “observar” el cual está bastante distante del verbo “ver”.
No sé si usted ha notado amigo lector que, en muchas culturas, incluida la de Panamá, muy pocas personas miran a los ojos cuando le hablan, muy muy contadas son las que le sostienen la mirada a cabalidad y casi nadie observa los labios y todo el mensaje que ocultan... entonces ¿qué ven? ¡buena pregunta!
Si bien la mirada puede ser poderosa y tan seductora como la de una geisha, los labios, mantienen muchos secretos hasta ahora poco estudiados. Si me preguntaran qué parte del cuerpo transmite información más vívida sobre nuestro estado emocional diría que son los labios. Esto no significa que los ojos e incluso los pies no revelen emociones, claro que sí, pero los labios son únicos por su capacidad para revelar sentimientos.
En cierto modo, los labios son el sismógrafo humano; nuestro yo emocional se refleja vívidamente en el temblor y movimiento de los mismos por la excitación nerviosa, la compresión, aprensión, preocupación, ira, tristeza, sorpresa, deseos, lujuria, miedo, desprecio, asco o felicidad.
Nuestros labios transmiten mucha información en el preciso instante en que experimentamos emociones y, la mayoría de las veces, ni siquiera somos conscientes de lo que hacemos. Por ejemplo: cuando nos pellizcamos la comisura de un lado de la boca como señal subconsciente de desprecio o nervios o, cuando se hinchan cambian a un color más rojo o rosa y se humedecen cuando tenemos una relación romántica o nos gusta alguien. ¿lo sabía usted?
El apretar los labios en un momento determinado y, según en contexto, es un claro ejemplo de ira contenida o bien, es la forma más obvia de saber que la persona está reteniendo una información clave, en ese momento, los labios se sellan para transformarse en la celda de LA VERDAD. Ya sea por temor, diplomacia, prudencia o por evitar una explosión incontrolable de ira.
Cuando algunas personas están nerviosas o estresadas, sus labios se contraen o se mueven erráticamente como un tic nervioso o bien, los labios pueden distorsionarse o contorsionarse visiblemente sin control bajo una agitación emocional. Para quienes no están familiarizados con este comportamiento, puede ser desconcertante, pero una vez que comprendan que a menudo es inducido por el estrés, pueden ayudar a ayudar, o sea, pueden ofrecer tácticas de relajamiento y respiración a otros para que, cuando atraviesan una situación emocional o un ataque de ansiedad, por ejemplo, podamos empáticamente reenrumbarlos al sosiego y ello amigo, es parte de la inteligencia emocional.
En algunos casos, cuando las personas se contienen para no llorar, sus labios pueden temblar, sonrojarse, hacer pucheros o vibrar lo justo para comunicar que están a punto de llorar o que están emocionalmente angustiadas. De igual manera, en una primera cita, los labios pueden temblar ligeramente, ya que la proximidad y el contacto visual intenso también pueden aumentar el barómetro emocional y la humedad en los mismos.
La ciencia del comportamiento humano y la neurolingüística de las emociones hoy saben que, los labios, son muy sensibles al tacto y a la temperatura; basta con que se genere un pequeño desliz sensorial para apreciar lo desproporcionados que están en comparación con el resto del cuerpo o rostro. Es por ello que no se recomienda aumentarlos quirúrgicamente ni inyectar bótox en los pliegos cercanos a ellos pues podrían generar información contradictoria, sospechosa y hasta dolorosa según sea el movimiento que ellos hagan en un contexto.
Ricos en nervios y con una gran vascularización, los labios reaccionan en tiempo real a las emociones fluctuantes. Por eso, cuando alguien recibe una mala noticia o presencia un suceso terrible, los labios se endurecen rápidamente: la tensión muscular aumenta y se produce una constricción sanguínea, hasta el punto de que los labios pueden parecer cenicientos, pálidos o grisáceos. Bajo estrés extremo, se comprimen fuertemente o se retraen hacia la boca, secan, y, literalmente, desaparecen.
Es más, le revelaré un secreto amigo lector, cuando una persona miente, los labios se hacen finos, pues pierden la sangre para que esta vaya directamente al cerebro rica en oxígeno, muy diferente cuando está a punto de besar a alguien.
Nuestros labios pueden estar en silencio, pero luego de leer lo que le he compartido en este artículo, ¡vaya que si se comunican!
Observe cómo a menudo las personas no dicen nada, pero, a regañadientes o por cualquier otra razón, aceptan, reconocen o están de acuerdo con algo que se les dice o sugiere apretando los labios con las comisuras de la boca apuntando hacia abajo como una U invertida. Robert De Niro es famoso por posar de esa manera y, a menudo, es imitado.
Si usted ha leído mis artículos anteriores, ya debe estar claro que el cuerpo humano revela en tiempo real todo lo que sentimos, y los labios, pueden ayudarnos a comprender y, aunque muchos solemos centrarnos en los ojos, no descuidemos los labios ya que son aún más propensos a revelar lo que el corazón oculta.