Vida y cultura

Fallece el maestro Luis Olaciregui, uno de los grandes de la pintura

Luis Aguilar Olaciregui.
  • 19/07/2025 23:00

Siempre dentro de la abstracción, Olaciregui prefería la forma, la luz, el color y el movimiento a lo meramente figurativo

El artista panameño Luis Aguilar Olaciregui (Panamá, 1950), considerado uno de los grandes de la pintura latinoamericana, falleció ayer, sábado, tras batallar contra una enfermedad que lo aquejaba hace algún tiempo y que había obligado a su hospitalización hace unos días, informaron fuentes cercanas a su familia.

Olaciregui, en lo personal, era un hombre singular, amigo de sus amigos y un gran conversador, y como artista era un maestro de la utilización del espacio y un enamorado del color. Los estudiantes que tuvieron la suerte de asistir a sus clases aún están sorprendidos y profundamente apenados.

En la Ciudad de las Artes, donde daba clases de pintura, se le veía a menudo con un vaso de café en la mano, saludando a estudiantes y profesores, y conversando sobre movimientos artísticos, sobre conferencias y sobre las novedades que se producían en las galerías de la ciudad de Panamá.

Pese a la penosa dolencia que venía padeciendo hace algún tiempo, “una enfermedad crónica que le fue afectando todos sus órganos”, según Jenie Mae Rodríguez, su pupila y discípula más cercana, el maestro nunca se rindió.

Olaciregui mantuvo en todo momento activo su pincel y siguió dando clases de pintura en la Ciudad de las Artes mientras se enfrentaba a la enfermedad sin tratamiento.

Deja tras de sí una obra que lo posicionó como uno de los maestros del expresionismo abstracto, un movimiento que floreció en Europa y posteriormente en América después de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), y que estuvo influenciado por la violencia, la sinrazón, la crueldad y la destrucción que supuso ese conflicto.

Siempre dentro de la abstracción, Olaciregui prefería la forma, la luz, el color y el movimiento a lo meramente figurativo. Lo hacía porque en Italia, donde estudió en la década de 1970, entendió que el lenguaje del arte tenía que hacerse desde lo que el artista conocía, y él lo que más conocía era Panamá, con sus furiosos verdes.

En sus clases, explicó en una reciente entrevista, además de la técnica de la pintura, le preocupaba poder transmitir al alumno la noción de que todo artista debe desarrollar un “trabajo intelectual”, ya que para producir una obra es necesario “investigar, observar y analizar”.

Con guayaberas perfectamente planchadas, perfumado y con su entrenado ojo de artista educado en muchas batallas, con la misma fuerza con la que accedió contra todo pronóstico en la Academia de San Marcos, en Italia, Olaciregui se fue luchando y a su paso dejó una obra magnífica que lo posicionó como uno de los maestros de la plástica en Panamá y en toda América.

Todos los que lo conocieron, todos sus estudiantes, profesores, todos los que un día estuvieron frente a uno de sus cuadros o disfrutaron de su carácter generoso y amistoso, le dicen adiós.

Buen viaje maestro. Gracias por dejar esos verdes maravillosos, esos violetas majestuosos y acercarnos al arte más sublime, ese que es de emociones y sensaciones.