Fauré, Ravel y los violinistas de Panamá
- 08/06/2025 00:00
La presentación de la Orquesta Sinfónica de Panamá el 12 de junio evocará el París de inicios del siglo XX, donde los compositores Gabriel Fauré y Maurice Ravel dejaron una huella que alcanzó a músicos panameños como Garay y De Saint Malo, figuras clave de la historia musical del país El próximo jueves 12 de junio, la Orquesta Sinfónica de Panamá presentará obras de Gabriel Fauré (1845–1924) y Maurice Ravel (1875–1937), dos compositores que coincidieron en un universo artísticamente diverso e innovador: el París de la Belle Époque. Ravel, luego de haber sido alumno de piano del Conservatorio de París, logró ingresar a la cátedra de composición de Fauré, quien además había sido profesor de figuras destacadas de la creación musical tales como Nadia Boulanger, Georges Enescu, Florent Schmitt y Jean Roger-Ducasse. Entre los pupilos de Fauré en el Conservatorio de París figuró también un violinista y compositor que quizás resulte más familiar para los panameños: Narciso Garay Díaz (1876-1953).
Garay, quien luego fundaría el primer conservatorio de Panamá en 1904, accedió a la cátedra del prestigioso compositor en 1902, luego de haber obtenido premios de armonía y contrapunto en el Conservatorio de Bruselas y de estudiar con Vincent D’Indy en la Schola Cantorum de París. Hoy se conservan en el fondo Garay del Museo del Canal Interoceánico las asignaciones de composición que hizo el panameño para Fauré: su prueba de admisión al estudio, ejercicios de contrapunto, estructuras melódicas, escritura de fugas con uno, dos y tres sujetos. Los manuscritos revelan el elevado nivel de exigencia y sofisticación que se manejaba en las lecciones de Fauré y son una ventana a un París que era entonces uno de los más relevantes centros de arte e innovación a nivel mundial.
Luego de fungir como director del conservatorio en Panamá hasta su cierre, Garay dedicó su vida al servicio diplomático, siendo ministro de relaciones exteriores y embajador ante múltiples naciones. Fue además presidente de la junta directiva de la Exposición de 1916, distinción que obtuvo debido a su presencia en la Exposición Universal de París de 1900, además de en reconocimiento de su amplia formación como abogado y artista. Garay no abandonó del todo la música, continuó componiendo, promoviendo la obra de artistas jóvenes y realizó un aporte pionero a la investigación musical con su obra Tradiciones y cantares de Panamá (1930), en la cual, junto con una narrativa de sus viajes a través del istmo, presenta transcripciones de músicas tradicionales que recopiló durante una década de trabajo en campo.
Otro violinista panameño cuyos caminos se entrelazaron con Fauré y Ravel es Alfredo De Saint Malo (1898–1984). De joven, Saint Malo fue alumno de violín de Garay. En este activo ambiente artístico, Saint Malo compartió clases y la sección orquestal de violines con artistas como Demetrio Brid, Richard Neumann y Adriana Orillac, también pianista destacada. Esta fue la plataforma desde la que Saint Malo saltó a la escena mundial. En 1916 ingresó al Conservatorio de París y en esa ciudad cosechó premios como alumno y concertista, llegando a tocar un recital acompañado por Gabriel Fauré en el piano.
En la Ciudad de la Luz conoció también a Maurice Ravel, con quien compartiría amistad y escenarios. Saint Malo, en un entorno altamente competitivo, se convirtió en uno de los violinistas preferidos de Ravel, quien invitó al panameño a tocar sus obras para violín en giras por Europa y América ante elogios de la crítica y de personalidades célebres. Fue Saint Malo quien estrenó en el Symphony Hall de Boston la sonata en sol mayor con Ravel al piano. El diario francés Le Figaro destacó a Saint Malo como un artista “imponente (...) ardiente defensor de la música francesa”, un violinista “de temperamento poderoso y virtuosismo deslumbrante”. Saint Malo culminó su carrera en Austin, donde enseño en la Universidad de Texas hasta su muerte.
El programa que presentará la Orquesta Sinfónica Nacional el jueves abre con Le tombeau de Couperin (1914–1917) de Ravel en su versión orquestal (1919), una obra dedicada a amigos y compañeros de armas del compositor caídos durante la Gran Guerra. La obra rinde además tributo a la suite de danzas francesa del período barroco, particularmente en su estructura, sus diseños melódicos y el uso de ritmos de baile. La velada cierra con el monumental Requiem (1887-1890) de Fauré, con coro y solistas, quizás la pieza más celebrada del maestro francés. En ella predomina, según el compositor, “un muy humano sentimiento de fe en el descanso eterno”.
Escuchando las obras de estos compositores franceses, el público panameño tendrá la oportunidad de asomarse al París de la Belle Époque que formó a dos de sus más importantes figuras musicales, además de adentrarse en la vastedad del ingenio, maestría y creatividad de dos de los protagonistas en las vidas de Narciso Garay y Alfredo De Saint Malo.
El próximo jueves 12 de junio, la Orquesta Sinfónica de Panamá presentará obras de Gabriel Fauré (1845–1924) y Maurice Ravel (1875–1937), dos compositores que coincidieron en un universo artísticamente diverso e innovador: el París de la Belle Époque. Ravel, luego de haber sido alumno de piano del Conservatorio de París, logró ingresar a la cátedra de composición de Fauré, quien además había sido profesor de figuras destacadas de la creación musical tales como Nadia Boulanger, Georges Enescu, Florent Schmitt y Jean Roger-Ducasse. Entre los pupilos de Fauré en el Conservatorio de París figuró también un violinista y compositor que quizás resulte más familiar para los panameños: Narciso Garay Díaz (1876-1953).
Garay, quien luego fundaría el primer conservatorio de Panamá en 1904, accedió a la cátedra del prestigioso compositor en 1902, luego de haber obtenido premios de armonía y contrapunto en el Conservatorio de Bruselas y de estudiar con Vincent D’Indy en la Schola Cantorum de París. Hoy se conservan en el fondo Garay del Museo del Canal Interoceánico las asignaciones de composición que hizo el panameño para Fauré: su prueba de admisión al estudio, ejercicios de contrapunto, estructuras melódicas, escritura de fugas con uno, dos y tres sujetos. Los manuscritos revelan el elevado nivel de exigencia y sofisticación que se manejaba en las lecciones de Fauré y son una ventana a un París que era entonces uno de los más relevantes centros de arte e innovación a nivel mundial.
Luego de fungir como director del conservatorio en Panamá hasta su cierre, Garay dedicó su vida al servicio diplomático, siendo ministro de relaciones exteriores y embajador ante múltiples naciones. Fue además presidente de la junta directiva de la Exposición de 1916, distinción que obtuvo debido a su presencia en la Exposición Universal de París de 1900, además de en reconocimiento de su amplia formación como abogado y artista. Garay no abandonó del todo la música, continuó componiendo, promoviendo la obra de artistas jóvenes y realizó un aporte pionero a la investigación musical con su obra Tradiciones y cantares de Panamá (1930), en la cual, junto con una narrativa de sus viajes a través del istmo, presenta transcripciones de músicas tradicionales que recopiló durante una década de trabajo en campo.
Otro violinista panameño cuyos caminos se entrelazaron con Fauré y Ravel es Alfredo De Saint Malo (1898–1984). De joven, Saint Malo fue alumno de violín de Garay. En este activo ambiente artístico, Saint Malo compartió clases y la sección orquestal de violines con artistas como Demetrio Brid, Richard Neumann y Adriana Orillac, también pianista destacada. Esta fue la plataforma desde la que Saint Malo saltó a la escena mundial. En 1916 ingresó al Conservatorio de París y en esa ciudad cosechó premios como alumno y concertista, llegando a tocar un recital acompañado por Gabriel Fauré en el piano.
En la Ciudad de la Luz conoció también a Maurice Ravel, con quien compartiría amistad y escenarios. Saint Malo, en un entorno altamente competitivo, se convirtió en uno de los violinistas preferidos de Ravel, quien invitó al panameño a tocar sus obras para violín en giras por Europa y América ante elogios de la crítica y de personalidades célebres. Fue Saint Malo quien estrenó en el Symphony Hall de Boston la sonata en sol mayor con Ravel al piano. El diario francés Le Figaro destacó a Saint Malo como un artista “imponente (...) ardiente defensor de la música francesa”, un violinista “de temperamento poderoso y virtuosismo deslumbrante”. Saint Malo culminó su carrera en Austin, donde enseño en la Universidad de Texas hasta su muerte.
El programa que presentará la Orquesta Sinfónica Nacional el jueves abre con Le tombeau de Couperin (1914–1917) de Ravel en su versión orquestal (1919), una obra dedicada a amigos y compañeros de armas del compositor caídos durante la Gran Guerra. La obra rinde además tributo a la suite de danzas francesa del período barroco, particularmente en su estructura, sus diseños melódicos y el uso de ritmos de baile. La velada cierra con el monumental Requiem (1887-1890) de Fauré, con coro y solistas, quizás la pieza más celebrada del maestro francés. En ella predomina, según el compositor, “un muy humano sentimiento de fe en el descanso eterno”.
Escuchando las obras de estos compositores franceses, el público panameño tendrá la oportunidad de asomarse al París de la Belle Époque que formó a dos de sus más importantes figuras musicales, además de adentrarse en la vastedad del ingenio, maestría y creatividad de dos de los protagonistas en las vidas de Narciso Garay y Alfredo De Saint Malo.