Julio Zachrisson, el artista que grabó a Panamá en el mundo
- 18/10/2025 00:00
Su legado, que abarca seis décadas de creación entre pinturas, grabados y esculturas, perdura al paso del tiempo
Más que un artista, Julio Zachrisson (1930–2021) fue un hombre indomable. Nació en el barrio de San Felipe, en el corazón de la Ciudad de Panamá, y a los 23 años —luego de cursar estudios en la Escuela Nacional de Pintura—, como quien se sabe guiado por una fuerza superior, salió del istmo en busca de su destino. Él mismo lo afirmaba con convicción: “Yo quería ser pintor. Y punto.”
Buscó musas artísticas en varios países de Centroamérica hasta radicarse por unos años en Ciudad de México, donde estudió en el Instituto Nacional de Bellas Artes. Para 1960, su búsqueda constante de inspiración y formación lo llevó a Europa. De sus viajes por Italia, Francia y España se nutrió, aprendió, exploró e integró un mito a su obra: un gesto, una forma de mirar el mundo, un universo que no pide perdón ni permiso.
En Madrid encontró su segunda patria: allí no solo consolidó su carrera, sino que también se sumergió en los talleres de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde dominó el grabado como quien domina un idioma nuevo.
Su legado, que abarca casi seis décadas de prolífica creación entre pinturas, grabados y esculturas, converge en la belleza y el horror, en quimeras que parecen salidas de otros tiempos. Es un lenguaje visual donde conviven los saberes de los pueblos originarios, la tradición barroca española y el humor picante del trópico.
Cada línea, cada trazo de ácido sobre cobre, habla de un artista que entendía la creación como un acto de libertad radical. En su universo conviven santos y demonios, cuerpos y sombras, en un carnaval donde lo sagrado y lo profano se dan la mano.
Gracias a esto, no es de extrañar que su obra despierte pasiones tanto dentro como fuera de Panamá. Como bien dijo la crítica nacional en los años 1980: “Zachrisson no es un pintor sino una manera de ser.” Y tenían razón: Zachrisson no solo grabó planchas de cobre, forjó una identidad.
A Zachrisson se le encuentra en exposiciones en Estados Unidos, en el Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York, el Smithsonian Institution de Washington D.C. y el Museo de Brooklyn. También en España, en el Museo Reina Sofía de Madrid. Mientras que en su natal Panamá, su obra descansa en el Museo de Arte Contemporáneo, junto a los grandes del grabado contemporáneo como Alicia Viteri y Guillermo Trujillo (1927–2018).
Su paso por las escuelas europeas lo conectó con una generación de artistas que veía el arte no como adorno, sino como resistencia. Por eso su obra, aún cuando dialoga con Goya, también se rebela contra toda solemnidad. En sus grabados, el dolor se vuelve belleza y la sátira, redención.
Entre sus reconocimientos más destacados se encuentran el Primer Premio de Dibujo en el Salón de Arte Hispanoamericano de Madrid (1962), el Premio Nacional de Grabado otorgado por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (199m3), el Premio Aragón-Goya (1996) y la Medalla Vasco Núñez de Balboa (2006), la más alta distinción civil panameña en cultura y diplomacia.
Julio Zachrisson transformó el grabado panameño en arte universal, con obras que unen técnica, imaginación y crítica social bajo una voz propia y perdurable. Fue maestro y mentor de nuevas generaciones de artistas panameños, recordándoles que la creación debía ser una forma de desobediencia poética.
La cosmovisión de Zachrisson es tan atemporal que, años después de aquellas conquistas personales y profesionales, su voz resurge ahora en la gran pantalla. ‘El brujo: Julio Zachrisson’, documental dirigido por Félix Guardia y producido por Tomás Cortés de la productora Cine Animal, recorre el universo del artista en busca de capturar su mezcla de magia, ironía y lucidez.
La propuesta de Guardia y Cortés es una meditación sobre el arte como puente entre generaciones: una forma de devolver a Zachrisson a la conversación nacional y celebrar el legado de un creador que pintó —o más bien, grabó— a Panamá en el mapa del mundo.El documental no solo reconstruye su trayectoria, sino que intenta entender al hombre detrás del mito: al que reía, debatía, y encontraba en la imperfección una forma de belleza.
La película se estrenará en cines panameños este 30 de octubre, y sus creadores aseguran que la cinta se nutre de un riguroso proceso de investigación y digitalización que permitió rescatar cientos de grabados, pinturas, bocetos y documentos inéditos.
Más que un artista, Julio Zachrisson fue un brujo de la condición humana, un alquimista que encantaba y horrorizaba en igual medida. Su vida nos recuerda que, cuando se crea con pasión, las fronteras no existen.