La Biblioteca Nacional recibe la obra de Antonio Alvarado para enriquecer su colección pictórica
- 13/12/2025 00:00
La institución incorporó a su acervo tres obras donadas por uno de los referentes del abstracto-expresionismo latinoamericano
La Biblioteca Nacional Ernesto J. Castillero recibió recientemente una donación de tres obras de uno de los artistas más destacados de la escena artística panameña Antonio Alvarado, las cuales reposan actualmente en la Colección Pictórica de la institución, que a su vez está resguardada por el Departamento de Colecciones Especiales.
La donación constó de tres pinturas en acrílico, de pequeño formato: dos de 40x40 centímetros fechadas en julio y agosto de 2024, y una tercera de 50x50 centímetros, fechada también en julio de ese mismo año. Todas las obras corresponden a un lenguaje artístico caracterizado por lo abstracto. Debido al hecho de que las obras no poseen título alguno, pasarán al registro institucional de la Biblioteca Nacional como obras sin título. Unas obras que pronto será exhibidas para el disfrute del público y los investigadores interesados en el arte panameño.
La Biblioteca Nacional manifestó a través de una nota de prensa que reitera su compromiso de ampliar y preservar la memoria artística del país, albergando este tipo de trabajos artísticos, que son un testimonio de la escena cultural del país. Así mismo, manifestó que la institución no solo custodia archivos y colecciones bibliográficas sino obras de arte, tomando en cuenta su valor como registros de una época y de una expresión más que tiene lugar en el país. En este sentido, la institución argumenta que la obra de los artistas panameños constituye una evidencia sensible de los procesos sociales, estéticos y creativos que definieron la identidad nacional.
Nacido en Le Havre, Normandía (Francia), Alvarado decidió incorporarse de forma decisiva en la escena artística del país, hasta convertirse en uno de los exponentes más reconocidos del abstracto-expresionismo en América Latina. Guiado por su sentido autodidacta, Alvarado más tarde desarrolló su formación inicial por medio del acompañamiento del maestro Alberto Dutary, quien lo recibió en su taller y lo orientó durante sus primeras exploraciones plásticas.
El lenguaje pictórico del veterano artista está influenciado tanto por la Escuela de Nueva York como por los estudios que desarrolló a partir de la caligrafía japonesa, una disciplina a la que tuvo la oportunidad de acercarse gracias a una beca otorgada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, que lo llevó a Japón en 1969.
Sus obras suelen presentar fondos de colores sólidos – especialmente el negro- sobre los que se despliegan gestos controlados, brochazos enérgicos, raspados y chorreados que revelan una expresión vigorosa, que contrasta con una armonía cercana a la estética oriental.
Desde muy joven, su obra ha sido reconocida tanto en el ámbito nacional como el internacional. Una muestra de ello son los importantes reconocimientos como el Salón Abierto del Instituto Panameño del Arte en 1964, el Premio ESSO para Artistas Jóvenes Latinoamericanos en El Salvador del año 1965, y el Premio del Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá (Colombia) en 1997. Su trabajo artístico no vio la luz solamente en Panamá sino en otro países como Estados Unidos, Japón, Suiza, Portugal, México, El Salvador. De igual forma, Alvarado compaginó su carrera artística con diversos cargos importantes en el ámbito cultural como lo fue la jefatura del Departamento de Bellas Artes del Instituto Nacional de Cultura.
A sus 87 años de edad, Alvarado mantiene intacto el ímpetu de seguir creando obras y como muestra de ello sigue creando desde su estudio centenares de lienzos con los cuales plasma su obra. Sobre la donación de sus tres creaciones a la Biblioteca Nacional, el artista manifestó su voluntad de donar sus creaciones artísticas no solo a esta institución, sino a otras entidades como el Museo Antropológico Reina Torres de Araúz – cuando se reinaugure – y a la benéfica Asociación de Damas Guadalupanas.
“Yo no paro ni un minuto”, sentenció Alvarado en una entrevista concedida a La Estrella de Panamá.
Al momento de realizar esta entrevista, Machado aseguró que acababa de terminar diez ‘manchas’, el término que usa para describir una de sus obras características: esas manchas de pintura que caen en el suelo, y que las convierte en auténticas piezas de arte.
“Cuando yo estaba más joven, y me encontraba en las Áreas Revertidas del Canal de Panamá, yo veía los barcos enormes que se encontraban a medio pintar. Los pintaban en alta mar y no los terminaban. Unas eran rojas, otras grises, negras.... Esas manchas eran para mí obras de arte flotantes en el Canal de Panamá. Eso me cautivó y me encantó. Me gustan las manchas. Yo no sé dibujar, yo no dibujo, yo no pinto burros, gallos, caballos... En fin, no pinto nada. Yo hago manchas y me encantan las manchas”, reivindicó el artista.
Mientras investigaba a los artistas abstractos norteamericanos y europeos, Alvarado fue a Ginebra (Suiza) con motivo de sus giras expositivas y allí descubrió a unos artistas alemanes conocidos como tachistas. “Las pinturas que tienen manchas, a su vez tienen formas, composición, geometría, color y texturas... mil cosas. Esto es, a la postre, una obra figurativa”, explicó el artista a este diario.
Sobre lo que le depara el futuro, Alvarado pronostica que va a seguir pintando hasta sus últimos días. Viudo desde hace ya seis años, uno de los exponentes del arte abstracto más representativos del país tiene la esperanza de reencontrarse con su esposa. Mientras tanto, sigue con la rutina de todos los días: seguir pintando. “Me caí y me quedé en silla de ruedas, trato de ver si puedo caminar, pero a pesar de todo eso, me siento tranquilo y feliz”, comentó con optimismo.