Vida y cultura

La búsqueda vital de la imagen

La actividad académica con Matías Costa ocurrió en el Estudio de Artes Audiovisuales de la USMA. Cedida
Matías Costa compartió sus conocimientos como una iniciativa de la Editorial La Antigua y la Casa del Soldado. Cedida
Matías Costa ha obtenido distinciones como el Premio Internacional de Fotografía Banca March. Cedida
  • 06/07/2025 00:00

El multipremiado argentino español Matías Costa conversó sobre su oficio de fotógrafo con estudiantes y profesores de la Universidad Católica Santa María La Antigua

Si bien Matías Costa nació en Buenos Aires en 1973, su familia procedía de Europa del Este. Por motivos de inseguridad política su clan abandonó Argentina para encontrar refugio en España, donde él reside desde los cuatro años de edad.

Ese estar y marcharse, ese tener dos patrias, ha llevado que su punto focal como artista sea el territorio, la identidad y la memoria, temáticas a las que vuelve una y otra vez desde la fotografía, el periodismo y la curaduría.

Está en Panamá, en su tercera visita, para ser el comisario de “Un extraño don de regresar”, una colectiva fotográfica de istmeños y españoles que se presenta hasta septiembre en el Centro Cultural de España - Casa del Soldado (Casco Antiguo).

Su primera vez en el istmo fue un asunto parecido a lo fortuito. Se le invitó a hacer un intercambio entre artistas de España y Latinoamérica. Había países para escoger: algunos se inclinaron por Guatemala, otros por México y él vino a Panamá.

Luego de tener preciso el punto dentro de Centroamérica donde iba a llegar, lo siguiente fue pensar qué le podría interesar de nosotros. “Yo tengo suficiente oficio y profesionalidad para ir a un lugar y fotografiar algo que no he buscado, que no tiene que ver conmigo, pero funciona mucho mejor cuando encuentro temáticas que realmente me interesan y que tienen que ver con las historias que quiero contar”, comenta a estudiantes y docentes durante un conversatorio que ofreció en la Universidad Católica Santa María La Antigua (USMA).

Así fue como hizo una serie dedicada a los zonians, esos hombres y mujeres estadounidenses que residieron dentro de la antigua Zona del Canal.

“Los zonians eran los norteamericanos que gestionaron por muchos años el Canal de Panamá. Y tenían un estatus particular y diferente del resto de los estadounidenses, y obviamente diferente de los panameños. Vivían en una burbuja de privilegios a la que no tenían acceso los panameños. Ellos tenían sus propias leyes, universidades, abogados, policía y economía. Vivían en una especie de colonia”, explica quien ha ganado en dos ocasiones el World Press Photo y fue finalista del Premio Gabo de la Fundación Gabriel García Márquez.

Entonces puso en práctica uno de sus principios: ir a una parte después que algo ocurrió y ver qué cambios se registraron. “¿Qué memoria ha quedado en el lugar de la gente que estuvo ahí? ¿Qué consecuencias hay? Me interesan mucho todas las situaciones en las cuales hay un cambio inesperado en la vida de alguien, y ese cambio produce una situación de incertidumbre que se mantiene en el tiempo y redefine a una comunidad”.

Por ejemplo, lo que fue la Zona del Canal. “Muchas de las cosas que fotografié hace 12 y 15 años ya no están o están distintas”. Por esa misma pasión de querer ver la evolución de los hechos se trasladó a Orlando (Florida), ciudad donde una cantidad importante de zonians se mudaron luego del cumplimiento de los Tratados Torrijos-Carter. “Todos los años hacen una reunión anual para recordar con nostalgia lo que ellos consideran su paraíso perdido de Panamá”.

Hace toda la investigación previa que puede, aunque la experiencia le indica que hay varias formas de acercarse a la realidad. “Luego me dejo llevar mucho por la improvisación”.

Cuando se llega el tiempo de regresar a casa se lleva consigo lo aprendido de los lugares y sigue implicándose. “Me cuesta mucho desconectarme, siempre me quedo interesado. También sé que llega un momento en que tengo que cerrar ese asunto”.

Muchas imágenes, pocas historias

El trabajo artístico de Matías Costa tiene mucho que ver con aquello que se explora cuando se quiere conocer algo, pero también cuando encuentra ese algo sin andar buscándolo.

“En fotografía, lo más importante es lo que no se ve, lo que permanece oculto en una imagen”. Se dedica a la fotografía porque quiere contar historias desde las imágenes. Sabe que nunca antes en la evolución de la humanidad se han tomado tantas fotos gracias a los teléfonos inteligentes y que nunca antes se han publicado tantas como se hace cada segundo del día en Instagram, Facebook, TikTok, X...

“Actualmente se hacen muchísimas imágenes, pero eso no quiere decir que lo fotografiado tenga siempre un significado. La mayoría de las imágenes que generamos para las redes sociales son para mostrar lo que estamos viviendo. Y casi siempre es autorreferencial al ser una selfi”, indica durante esta actividad académica organizada por la Editorial La Antigua, el Estudio de Artes Audiovisuales y la Casa del Soldado.

Este fenómeno expansivo “trajo un montón de cosas súper positivas”, aunque es posible que el fotógrafo para redes no se hace preguntas que Costa cree indispensables: “¿para qué estoy fotografiando? ¿qué quiero contar? Lo fundamental es saber cómo lo quiero contar y por qué”.

Como fotógrafo toma una serie de decisiones: si las imágenes las capturará en color o blanco y negro, con determinado tipo de lente o de iluminación. Aunque lo fundamental es “qué temáticas o qué atmósfera elijo para lo que quiero contar. Y lo otro importante: encontrar una voz propia, una mirada personal que sea única y que sea reconocible”.

Ese ejercicio de trabajar en un estilo propio es uno de los retos más difíciles que hay, opina este colaborador de “The New York Times” y “El País” de España. “Lo normal es que lo que contamos se parezca mucho a todo lo que están contando los demás. Está muy bien que aprendamos las reglas, la gramática y las leyes de la fotografía, pero es importante ponerlas al servicio de lo que queremos contar”.

Cuando está al frente de un reportaje o de un proyecto documental, la mayoría de las fotos que hace las lleva a cabo sin ser detectado. “Si aviso se pierde el momento. Lo que vi que me interesó fotografiar ya se convierte en otra cosa”. Claro, cuando son temas sensibles sí conversa previamente con las personas, y por lo general, le permiten estar con ellos en esos momentos difíciles.

¿Cómo se lleva con el Photoshop? “Lo uso, aunque poquito y únicamente con intención de ajustar los tonos y los niveles, pero no manipulo mucho. Se pueden hacer mil cosas usando Photoshop. Yo prefiero que la imagen se parezca lo más posible a lo que vi cuando la fotografié”.

¿Lo analógico o cámaras digitales? Prefiere las que tienen carrete. Después escanea la película. “Me gustan las cámaras mecánicas y antiguas. Las cámaras modernas que tengo las pongo en el modo más básico posible y les anulo el 90% de sus opciones. Eso no me interesa. Prefiero yo controlar la luz, los encuadres”.