Los Thunderbolts* llegan con una mirada fresca en Marvel
- 01/05/2025 00:00
La nueva cinta dirigida por Jake Schreier aborda problemas de salud mental y confrontaciones personales envueltas en una coreografía magistral de puños y corrupción social. Pocas películas de Marvel han abordado explícitamente la salud mental con la profundidad y destreza de Thunderbolts*, la nueva cinta bajo la dirección de Jake Schreier (Bronca; Ciudades de papel), pese a que en el Universo Cinematográfico de Marvel (MCU) nos hemos encontrado con personajes como Tony Stark o Natasha Romanov –quienes luchan contra sus vidas pasadas y las atrocidades cometidas–, e incluso con personajes como Moon Knight, que se enfrentan a sus propios conflictos de salud mental en medio de buscar hacer el bien.
Pero en Thunderbolts*, la salud mental es la protagonista, apoyada de una sarcástica y conmovedora Yelena (Florence Pugh). Empezamos con un magistral monólogo de Yelena, mientras se pregunta a sí misma si hay algo más que podría hacer con su vida; se ha vuelto una rutina ser una asesina a sueldo, realizar misiones que se repiten y solo cobrar para sobrevivir, pero no viviendo realmente. Su introspección da el tono de la película, en adelante se presenta un ensamble creado alrededor de algunos de los personajes con los trasfondos más deprimentes dentro del MCU, obligados a luchar entre ellos, pero descubriendo una traición, el grupo de inadaptados se une para enfrentar un enemigo común.
Yelena es una mezcla única entre conmovedora, agresiva, volátil y vulnerable, envuelta en una capa de miradas que van desde el enojo hasta el asombro genuino. Su liderazgo es el que lleva a los renegados John Walker, mejor conocido como U.S. Agent (Wyatt Russell), Ghost (Hannah John-Kamen), y Guardián Rojo (David Harbour) a formar un equipo más allá de los sentimientos de ira, rechazo y aislamiento con los que todos luchan.
Dentro de todos los avances, se esperaba que esta cinta reuniera personajes entrañables –como Bucky Barnes (Sebastian Stan)– y otros que no se han explorado tanto en la franquicia, pero la llegada de Robert Bob Reynolds (Lewis Pullman), como un intento de peón tanto para los Thunderbolts* como para la elusiva Valentina De Fontaine (Julia Louis-Dreyfus) descoloca todas las expectativas y desemboca en una lucha que no puede ser ganada con armas o puños.
En su centro, la cinta se revela como una campaña interesante para promover la comunidad y la amistad como herramientas importantes en el tratamiento de la salud mental, y siendo en la actualidad un tema que gana seguidores por segundo, Marvel ha sabido adaptar estos momentos de vulnerabilidad y desasosiego en una historia que captura la comedia y la tragedia en una misma vena.
Pese a los tonos lúgubres de la cinta, Yelena y Bob desarrollan un entendimiento mutuo de la posición del otro, la depresión y el sistema que sofoca a aquellos que se sienten sin propósito son canales centrales en su comunicación, que puede ser profunda y, a la vez, inocente en algunas escenas. El equilibrio de la agresividad de los personajes secundarios con la intriga de Yelena crea un ambiente de suspenso y de compañerismo desde una perspectiva poco común en Marvel.
Mucho se ha visto de equipos conformados por villanos o antihéroes (Suicide Squad, por ejemplo) contratados por el gobierno para ser la nueva cara de limpieza del crimen en una ciudad arrasada por amenazas diarias. Pero Thunderbolts* se revela contra este estereotipo para convertirse en su propia historia de superación; sobre todo, al momento de las batallas épicas que se desarrollan en diversas dimensiones y sueños de los propios personajes, dejándonos con trasfondos borrosos y otros muy explícitos en lo que nos obliga a pensar más allá del entretenimiento.
Schreier logra captar las emociones de Yelena y su relación con los demás personajes, con su padre, consigo misma en diferentes eras y con su futuro. Asimismo, deja espacio para que los demás personajes brillen por sí mismos, muestra la crueldad de la humanidad en busca del poder absoluto y crea espacios de comedia para soltar un poco la tensión en diferentes momentos.
Con un reparto capaz de dejarnos picados por saber más del futuro de los Thunderbolts*, Schreier ha dejado una apuesta alta para los fanáticos de Marvel, a tiempo para las teorías de la esperada Fantastic Four también de estreno en junio de este año. Thunderbolts* logra dar un plato completo de emociones y una historia que, si bien sencilla en ejecución, contiene capas de emociones y preguntas para después de que los créditos acaben.
Pocas películas de Marvel han abordado explícitamente la salud mental con la profundidad y destreza de Thunderbolts*, la nueva cinta bajo la dirección de Jake Schreier (Bronca; Ciudades de papel), pese a que en el Universo Cinematográfico de Marvel (MCU) nos hemos encontrado con personajes como Tony Stark o Natasha Romanov –quienes luchan contra sus vidas pasadas y las atrocidades cometidas–, e incluso con personajes como Moon Knight, que se enfrentan a sus propios conflictos de salud mental en medio de buscar hacer el bien.
Pero en Thunderbolts*, la salud mental es la protagonista, apoyada de una sarcástica y conmovedora Yelena (Florence Pugh). Empezamos con un magistral monólogo de Yelena, mientras se pregunta a sí misma si hay algo más que podría hacer con su vida; se ha vuelto una rutina ser una asesina a sueldo, realizar misiones que se repiten y solo cobrar para sobrevivir, pero no viviendo realmente. Su introspección da el tono de la película, en adelante se presenta un ensamble creado alrededor de algunos de los personajes con los trasfondos más deprimentes dentro del MCU, obligados a luchar entre ellos, pero descubriendo una traición, el grupo de inadaptados se une para enfrentar un enemigo común.
Yelena es una mezcla única entre conmovedora, agresiva, volátil y vulnerable, envuelta en una capa de miradas que van desde el enojo hasta el asombro genuino. Su liderazgo es el que lleva a los renegados John Walker, mejor conocido como U.S. Agent (Wyatt Russell), Ghost (Hannah John-Kamen), y Guardián Rojo (David Harbour) a formar un equipo más allá de los sentimientos de ira, rechazo y aislamiento con los que todos luchan.
Dentro de todos los avances, se esperaba que esta cinta reuniera personajes entrañables –como Bucky Barnes (Sebastian Stan)– y otros que no se han explorado tanto en la franquicia, pero la llegada de Robert Bob Reynolds (Lewis Pullman), como un intento de peón tanto para los Thunderbolts* como para la elusiva Valentina De Fontaine (Julia Louis-Dreyfus) descoloca todas las expectativas y desemboca en una lucha que no puede ser ganada con armas o puños.
En su centro, la cinta se revela como una campaña interesante para promover la comunidad y la amistad como herramientas importantes en el tratamiento de la salud mental, y siendo en la actualidad un tema que gana seguidores por segundo, Marvel ha sabido adaptar estos momentos de vulnerabilidad y desasosiego en una historia que captura la comedia y la tragedia en una misma vena.
Pese a los tonos lúgubres de la cinta, Yelena y Bob desarrollan un entendimiento mutuo de la posición del otro, la depresión y el sistema que sofoca a aquellos que se sienten sin propósito son canales centrales en su comunicación, que puede ser profunda y, a la vez, inocente en algunas escenas. El equilibrio de la agresividad de los personajes secundarios con la intriga de Yelena crea un ambiente de suspenso y de compañerismo desde una perspectiva poco común en Marvel.
Mucho se ha visto de equipos conformados por villanos o antihéroes (Suicide Squad, por ejemplo) contratados por el gobierno para ser la nueva cara de limpieza del crimen en una ciudad arrasada por amenazas diarias. Pero Thunderbolts* se revela contra este estereotipo para convertirse en su propia historia de superación; sobre todo, al momento de las batallas épicas que se desarrollan en diversas dimensiones y sueños de los propios personajes, dejándonos con trasfondos borrosos y otros muy explícitos en lo que nos obliga a pensar más allá del entretenimiento.
Schreier logra captar las emociones de Yelena y su relación con los demás personajes, con su padre, consigo misma en diferentes eras y con su futuro. Asimismo, deja espacio para que los demás personajes brillen por sí mismos, muestra la crueldad de la humanidad en busca del poder absoluto y crea espacios de comedia para soltar un poco la tensión en diferentes momentos.
Con un reparto capaz de dejarnos picados por saber más del futuro de los Thunderbolts*, Schreier ha dejado una apuesta alta para los fanáticos de Marvel, a tiempo para las teorías de la esperada Fantastic Four también de estreno en junio de este año. Thunderbolts* logra dar un plato completo de emociones y una historia que, si bien sencilla en ejecución, contiene capas de emociones y preguntas para después de que los créditos acaben.