Pankaj Mishra: El Mundo después de Gaza
- 21/09/2025 00:00
Observo con profunda vergüenza, cómo los derechos humanos son permanentemente violados en una retahíla criminal y absurda de deshumanizaciones de un pueblo
Ahora bien, frente a la pregunta de cómo definir lo que sucede en Gaza, obtenemos la siguiente frase del autor: “La disputa sobre cómo calificar la violencia de Israel – legítima defensa, una guerra en medio de unas condiciones urbanas muy duras o una limpieza étnica y una serie de crímenes contra la humanidad –no se resolverá nunca. Sin embargo, no es difícil reconocer en la constelación de infracciones morales y legales cometidas por Israel signos de una atrocidad suprema...”.
Escribir la reseña del reciente libro de Pankaj Mishra, El Mundo después de Gaza (2025), unos de los intelectuales, de origen indio, más controversiales del mundo contemporáneo, es escribir una de las reseñas que más me ha costado comenzar a redactar. No se trata de solo un libro, sino que se trata, como afirma Mishra, de la ‘infracción moral y legal de Israel’, bajo la presencia y protección de los poderes occidentales de unos de los crímenes más atroces a la humanidad entera infligido a un pueblo, en este caso, a los palestinos.
A mí, que he vivido tantos años en Alemania, y que me ocupado intensamente de la Shoa (holocausto en hebreo), porque, además, me ha permitido comprender mejor la historia del racismo y de las exclusiones en las Américas y, especialmente, en Panamá, me pesa mucho lo que hace un grupo de fanáticos, ultraderechistas y radicalizados israelís en Gaza a sabiendas de que lo último que haría es negarle a Israel, al Estado judío, su derecho a existir.
Pero, al igual que Mishra, observo con profunda vergüenza, e incluso, con un sentimiento de culpabilidad (desde la más vergonzosa impotencia), cómo los derechos humanos, valor tan importante creado en Occidente, al cual nos adscribimos conscientemente, es permanentemente violado en una retahíla criminal y absurda de improperios, descalificaciones y deshumanizaciones de un pueblo, bajo la manipulación de unos desalmados que utilizan, desde el poder, la historia de la Shoa, la memoria de la aniquilación del pueblo judío, para acometer semejante atrocidad en Gaza con el asedio de tropas, bombas, misiles y el hambre: la historia, lamentablemente, no nos ayuda para dejar de cometer crímenes.
En este sentido, Mishra — en esta época de paradojas ideológicas y discursivas, trastocamiento y pérdida absoluta de códigos y principios morales y civiles (derechos humanos, libertad de movimiento y respeto a la disidencia), de fanatismos religiosos y supremacismo blanco, que le da completamente la razón a un Nietzsche sobre su diagnóstico del nihilismo en la modernidad (Dios está muerto) — es plenamente consciente de la fragilidad y lo peligroso del mundo que habitamos, y nos confiesa que de joven había visto con ojos benevolentes el sionismo, porque, como él mismo dice, había provenido de una familia de nacionalistas ultraderechistas indios, que ahora regentan el poder en la India con Modi, que veían en Israel y en el sionismo la restitución de la tierra y la patria frente a los británicos y los musulmanes.
Ahora bien, frente a la pregunta de cómo definir lo que sucede en Gaza, obtenemos la siguiente frase del autor: “La disputa sobre cómo calificar la violencia de Israel – legítima defensa, una guerra en medio de unas condiciones urbanas muy duras o una limpieza étnica y una serie de crímenes contra la humanidad –no se resolverá nunca. Sin embargo, no es difícil reconocer en la constelación de infracciones morales y legales cometidas por Israel signos de una atrocidad suprema...”.
Hay que decir que Mishra, aunque no deje de ser una evidente trivialidad afirmar esto, condena el ataque de Hamas de 7 de septiembre del 2023: no hay nada que, moralmente, justifique una masacre. No obstante, lo que reveló este ataque de Hamas, entre otras muchas cosas, es que el gobierno israelí, con Netanyahu a la cabeza, no puede garantizar la seguridad de Israel. Y la reacción desmedida contra los enemigos de Israel, donde la población civil palestina ha sufrido toda clase de vejámenes, ha desembocado, según el autor, en una reacción masiva y global contra lo que ocurre en Gaza,
En el transcurso de tres capítulos, Mishra analiza los giros del sionismo, desde su fundador más conocido, Theodor Herzl (1860-1904), pasando por la deriva ‘Revisionista’, héroe de la ultraderecha israelí, Vladimir Jabotinsky (1880-1940), hasta cómo los países occidentales, especialmente, Alemania, Inglaterra y los Estados Unidos han tratado con los judíos y el sionismo, una construcción histórica acompañada por los análisis críticos de Israel y del sionismo ‘Revisionista’. Y quien lee los ensayos, tanto de Herzl, El Estado Judío (1896), como de Jabotinsky. El Muro de Hierro (1923), notará las diferencias y los giros del sionismo, que, como movimiento ideológico y cultural, fue el primer movimiento, dentro de la cultura occidental, que se articula como resultado de la opresión, la exclusión y la explotación, un movimiento transnacional y diaspórico, salido de una comunidad, como se afirma en el ensayo fundacional, de Leo Pinsker (1821-1891), Autoemancipacion (1882), que carecía de unidad territorial, de lengua y cultura comunes. Ahora bien, Mishra plantea que el holocausto fue para Europa lo que fue el anticolonialismo para los países no occidentales y, en efecto, ve un puente de comunicación con el ensayo de Césaire, Discurso sobre el anticolonialismo (1951), un ensayo donde el recurso de la moral o, más exactamente, la doble moral de occidente, se proyectó con diáfana claridad en la colonización africana, es decir, Hitler aplicó en Europa, al hombre blanco, lo que se hizo en el continente negro con masacres, deportaciones y campos de concentración.
Mishra, además, recupera el legado humanista de prominentes intelectuales y científicos de origen judío, como Jean Améry, Hanna Arendt y Albert Einstein (quienes tenían críticas frente a la deriva nacionalista de Israel), pertenecientes todos a una tradición europea, occidental e ilustrada —profundamente aborrecida por Hitler —, por ser cosmopolitas, liberales, revolucionarios y universalistas, universo producido, en el marco de la cultura occidental, mismo en los escritos más conspicuos y críticos de la modernidad como fue el caso de un Karl Marx, Rosa Luxemburg o Leon Trotsky. Ciertamente, al igual que a Mishra, le debo mucho a esta compleja tradición occidental y, por lo tanto, no dejo de pensar, como él, que la justicia y la decencia humana son valores morales y universales y que la solidaridad humana, frente a las ¨infracciones morales y legales¨ de una evidente monstruosidad, ¨cometidas por Israel¨, irradia un poco de esperanza en el mundo después de Gaza.