‘Hay cierta creencia de que México es el gran país doblador’
- 16/08/2025 00:00
El mexicano, con más de 50 años de trayectoria, conversó con el Blog Aguacate de La Estrella de Panamá para echarnos del pantano y contarnos su historia hacia el estrellato mundial Alfonso Obregón Inclán es la voz detrás de personajes memorables que todos hemos escuchado al menos una vez durante nuestra infancia o adultez. Entre ellos podemos mencionar a Shrek, Bugs Bunny, Marty de Madagascar y Kevin Copeland / Brittany Wilson en ¿Y dónde están las rubias?, por citar solo una parte de su extenso catálogo actoral.
En una entrevista exclusiva para el Blog Aguacate de La Estrella Panamá, el mexicano compartió su filosofía artística y su amor por su trabajo, el cual le impide elegir a un personaje favorito, pues cada uno tiene un lugar especial en su camino, que se inició en el seno familiar en un lugar muy, muy lejano.
¿Cómo fueron esos inicios en el mundo del doblaje de voz? ¿Alguna vez imaginó que iba a llegar a este punto? Nací en una carpa y ahí aprendí a actuar. Desde muy chiquito, a los 4 años, comencé a actuar con mis papás. Empecé haciendo teatro y eso me llevó a relacionarme con gente del medio artístico. Vivíamos en un lugar a 10 horas de distancia. Después llegamos a la Ciudad de México.
Mi mamá estuvo relacionada con el ambiente artístico porque mi abuelo había sido estrella del cine nacional. Ahí conocí a un señor que fue uno de los pioneros del doblaje, Alberto Gavira. Él decidió llevarme al doblaje y me presentó al que sería mi maestro: Fernando Álvarez. Entonces me hizo una prueba para una serie nueva que se llamaba Ed’s Father en inglés; en español la titularon Buscando novia a papá. Ahí aprendí a doblar y me quedé en el doblaje toda mi vida, aunque seguí haciendo teatro.
Hice un poco de cine, televisión y radio, pero todos me aburrieron.
Luego, vino este asunto de una película. El director decidió hacerme una prueba y se la presentó a los clientes. Ellos no querían... no es que no me quisieran a mí, sino que buscaban a alguien famoso encabezando la película.
Pero Germán López, un amigo mío que dirigió la cinta, me contó que no les gustaba ninguna de las otras voces. Hasta que un día hablaron con un familiar mío, Rafael Inclán, mi primo y actor muy famoso en México, para que viera mi prueba. Él dijo: “¿Eso lo hizo mi primo? ¿Sí? ¿Y por qué quieren que lo haga? Queremos que lo haga así, ¿no? ¿Por qué? Nos gusta mucho”. Entonces, hablaron de Alfonso.
Aunque yo no era un star talent (talento estrella), él opinó que ninguna estrella empieza siendo estrella; todos empiezan desde abajo, son desconocidos, y detrás de ellos ponen a los demás para que los levanten, los soporten. Entonces, Dream World cambió de opinión.
Me citaron a las diez de la noche al estudio y me dijeron varias cosas: “Nos gusta mucho lo que haces, pero queremos estar seguros de que vas a dejar ciertas cosas muy claras. Queremos que Shrek no sea joven ni viejo, está en su plenitud. Queremos que se oiga ogro, no malo, porque no es malo; va a ser el héroe, pero asusta a la gente y está bien feo y grandote. También queremos que sea escocés o irlandés, así lo hizo Mike Myers”.
Les contesté que podía hacer todo eso, pero no hablar español con acento escocés, porque sería muy raro.
Como actor, ¿consideró que el acento escocés no aportaría al personaje en este caso? ¿Cómo es la construcción de la voz y qué tanta libertad tiene el actor en sus aportes creativos? La libertad depende del proyecto, la empresa y muchas otras cosas. Por ejemplo, en Shrek no podíamos cambiar lo que quisiéramos. Gustavo Rodríguez, el director creativo de Eugenio Derbez, revisó el guion de la película y propuso que le permitieran cosas de los personajes de Eugenio en la televisión, como “pregúntame”, “pregunta”, “óigame” [imita esas expresiones].
¿Ha improvisado alguna línea que se volviera famosa y que nunca pensó que tendría tal impacto? “¿Estás segura?” [carcajadas]. Sí, me gusta improvisar, pero no me gusta abalanzarme sobre las cosas. Tiendo a estar en medio, ni arriba ni abajo. A veces enloquezco, soy un ser humano, pero procuro mantenerme en mi lugar.
Tengo muy claro que Shrek no es el chistoso; Shrek es el ogro, el héroe. El chistoso es el Burro. Pero hay cosas que se prestan mucho al juego. En una de las películas, un personaje se avienta debajo de la carreta para hablar con Shrek. El ogro se asoma, le pide que se quite, levanta la carreta con una mano y le dice: “O te sales o te la dejo caer”. Fue muy loco ver la reacción de eso, porque Shrek parece una película para niños, pero les gusta más a los papás. Es una crítica y sátira a las películas de Disney. El constructor de DreamWorks trabajaba para Disney, Jeffrey Katzenberg. Él decidió salir y habló con Steven Spielberg para crear su propia compañía.
¿Tiene algún ritual o ejercicio antes de comenzar a doblar, como tomar agua a temperatura especial? Sí, tenemos que tomar ayahuasca todos [carcajadas]. No, no es cierto. No hay ningún ritual. Lo que hay es una serie de ejercicios para aprender a respirar correctamente. Por ejemplo, para correr necesitas respirar de otra forma y para bucear también.
Cuando me dan un personaje, tengo claro que ese personaje no soy yo: ni él habla como yo ni yo hablo como él. Debo hablar a su ritmo, velocidad y tono. Me quito el disfraz de Alfonso y me pongo el disfraz del personaje. Desde que empiezas a hablar ya estás en otro lugar con tu voz; es otra colocación, otra cosa.
¿Cuál es su consejo para quienes sueñan con ser actores de doblaje? Que se dediquen a otra cosa [risas]. No, no es cierto. Mi consejo es que entiendan que el doblaje no es algo separado de la actuación; el doblaje es parte de ese mismo tronco que es la actuación, sostenido por una gran raíz llamada comunicaciones. Habría que empezar estudiando actuación y luego especializarse.
No existen “actores de doblaje” ni “actrices de doblaje”, existen actores y actrices especializadas en cine.
Hay cierta creencia de que México es el gran país doblador. Sí lo es, pero no porque otros no puedan hacerlo, sino porque está justo debajo de Estados Unidos y fuimos los primeros en recibir este trabajo y aprender a hacerlo antes que los demás. Pero en cuanto ustedes aprendan, podrán hacerlo también.
Alfonso Obregón Inclán es la voz detrás de personajes memorables que todos hemos escuchado al menos una vez durante nuestra infancia o adultez. Entre ellos podemos mencionar a Shrek, Bugs Bunny, Marty de Madagascar y Kevin Copeland / Brittany Wilson en ¿Y dónde están las rubias?, por citar solo una parte de su extenso catálogo actoral.
En una entrevista exclusiva para el Blog Aguacate de La Estrella Panamá, el mexicano compartió su filosofía artística y su amor por su trabajo, el cual le impide elegir a un personaje favorito, pues cada uno tiene un lugar especial en su camino, que se inició en el seno familiar en un lugar muy, muy lejano.
Nací en una carpa y ahí aprendí a actuar. Desde muy chiquito, a los 4 años, comencé a actuar con mis papás. Empecé haciendo teatro y eso me llevó a relacionarme con gente del medio artístico. Vivíamos en un lugar a 10 horas de distancia. Después llegamos a la Ciudad de México.
Mi mamá estuvo relacionada con el ambiente artístico porque mi abuelo había sido estrella del cine nacional. Ahí conocí a un señor que fue uno de los pioneros del doblaje, Alberto Gavira. Él decidió llevarme al doblaje y me presentó al que sería mi maestro: Fernando Álvarez. Entonces me hizo una prueba para una serie nueva que se llamaba Ed’s Father en inglés; en español la titularon Buscando novia a papá. Ahí aprendí a doblar y me quedé en el doblaje toda mi vida, aunque seguí haciendo teatro.
Hice un poco de cine, televisión y radio, pero todos me aburrieron.
Luego, vino este asunto de una película. El director decidió hacerme una prueba y se la presentó a los clientes. Ellos no querían... no es que no me quisieran a mí, sino que buscaban a alguien famoso encabezando la película.
Pero Germán López, un amigo mío que dirigió la cinta, me contó que no les gustaba ninguna de las otras voces. Hasta que un día hablaron con un familiar mío, Rafael Inclán, mi primo y actor muy famoso en México, para que viera mi prueba. Él dijo: “¿Eso lo hizo mi primo? ¿Sí? ¿Y por qué quieren que lo haga? Queremos que lo haga así, ¿no? ¿Por qué? Nos gusta mucho”. Entonces, hablaron de Alfonso.
Aunque yo no era un star talent (talento estrella), él opinó que ninguna estrella empieza siendo estrella; todos empiezan desde abajo, son desconocidos, y detrás de ellos ponen a los demás para que los levanten, los soporten. Entonces, Dream World cambió de opinión.
Me citaron a las diez de la noche al estudio y me dijeron varias cosas: “Nos gusta mucho lo que haces, pero queremos estar seguros de que vas a dejar ciertas cosas muy claras. Queremos que Shrek no sea joven ni viejo, está en su plenitud. Queremos que se oiga ogro, no malo, porque no es malo; va a ser el héroe, pero asusta a la gente y está bien feo y grandote. También queremos que sea escocés o irlandés, así lo hizo Mike Myers”.
Les contesté que podía hacer todo eso, pero no hablar español con acento escocés, porque sería muy raro.
La libertad depende del proyecto, la empresa y muchas otras cosas. Por ejemplo, en Shrek no podíamos cambiar lo que quisiéramos. Gustavo Rodríguez, el director creativo de Eugenio Derbez, revisó el guion de la película y propuso que le permitieran cosas de los personajes de Eugenio en la televisión, como “pregúntame”, “pregunta”, “óigame” [imita esas expresiones].
“¿Estás segura?” [carcajadas]. Sí, me gusta improvisar, pero no me gusta abalanzarme sobre las cosas. Tiendo a estar en medio, ni arriba ni abajo. A veces enloquezco, soy un ser humano, pero procuro mantenerme en mi lugar.
Tengo muy claro que Shrek no es el chistoso; Shrek es el ogro, el héroe. El chistoso es el Burro. Pero hay cosas que se prestan mucho al juego. En una de las películas, un personaje se avienta debajo de la carreta para hablar con Shrek. El ogro se asoma, le pide que se quite, levanta la carreta con una mano y le dice: “O te sales o te la dejo caer”. Fue muy loco ver la reacción de eso, porque Shrek parece una película para niños, pero les gusta más a los papás. Es una crítica y sátira a las películas de Disney. El constructor de DreamWorks trabajaba para Disney, Jeffrey Katzenberg. Él decidió salir y habló con Steven Spielberg para crear su propia compañía.
Sí, tenemos que tomar ayahuasca todos [carcajadas]. No, no es cierto. No hay ningún ritual. Lo que hay es una serie de ejercicios para aprender a respirar correctamente. Por ejemplo, para correr necesitas respirar de otra forma y para bucear también.
Cuando me dan un personaje, tengo claro que ese personaje no soy yo: ni él habla como yo ni yo hablo como él. Debo hablar a su ritmo, velocidad y tono. Me quito el disfraz de Alfonso y me pongo el disfraz del personaje. Desde que empiezas a hablar ya estás en otro lugar con tu voz; es otra colocación, otra cosa.
Que se dediquen a otra cosa [risas]. No, no es cierto. Mi consejo es que entiendan que el doblaje no es algo separado de la actuación; el doblaje es parte de ese mismo tronco que es la actuación, sostenido por una gran raíz llamada comunicaciones. Habría que empezar estudiando actuación y luego especializarse.
No existen “actores de doblaje” ni “actrices de doblaje”, existen actores y actrices especializadas en cine.
Hay cierta creencia de que México es el gran país doblador. Sí lo es, pero no porque otros no puedan hacerlo, sino porque está justo debajo de Estados Unidos y fuimos los primeros en recibir este trabajo y aprender a hacerlo antes que los demás. Pero en cuanto ustedes aprendan, podrán hacerlo también.