Panamá frente al desafío de la economía circular
- 23/10/2025 00:00
El CLIPP expone la problemática así como la creación de soluciones para paliar la contaminación ambiental y garantizar un entorno sostenible
Panamá enfrenta un reto ambiental creciente: la generación de residuos sólidos y la dependencia de un modelo económico lineal que sigue la lógica de “producir, usar y desechar”. Esta forma de consumo no solo genera contaminación, sino que representa pérdidas económicas y presión sobre los recursos naturales.
En ciudades como Panamá, Colón y David los vertederos están saturados, los ríos y costas sufren contaminación plástica, y los impactos del cambio climático agravan la situación. La necesidad de un modelo sostenible es urgente.
Según el informe ‘Evaluación regional del flujo de materiales: residuos sólidos municipales para América Latina y el Caribe 2023’ del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Panamá genera aproximadamente 1.97 millones de toneladas de residuos sólidos municipales al año, de las cuales más del 50 % termina en rellenos sanitarios o vertederos sin tratamiento adicional.
La falta de separación en origen, infraestructura insuficiente para reciclaje y limitada concienciación ciudadana dificultan la recuperación de materiales valiosos.
Los plásticos de un solo uso son uno de los principales contaminantes. Bolsas, botellas y empaques llegan a ríos, manglares y océanos, afectando la biodiversidad marina y la pesca artesanal, y generando costos económicos y sociales. Además, la producción y disposición ineficiente de materiales contribuye significativamente a emisiones de gases de efecto invernadero, lo que impacta la meta nacional de reducción de carbono.
El modelo lineal también limita la innovación y el aprovechamiento de recursos. Materiales que podrían reincorporarse a la economía terminan como desechos, mientras que se importan productos que podrían fabricarse localmente a partir de materiales reciclados. Esta dependencia aumenta la vulnerabilidad económica y ambiental del país.
Panamá ha comenzado a implementar soluciones mediante políticas públicas y proyectos estratégicos. Entre los más relevantes destacan: Ley N.º 187 de 2020, que regula la sustitución progresiva de plásticos de un solo uso, fomentando alternativas reutilizables y biodegradables; Hoja de Ruta para el Sector de Economía Circular con Enfoque de Cambio Climático (2024), que establece metas para reducir residuos, aumentar la eficiencia de los recursos y promover la producción sostenible hacia 2050; y el Plan Nacional de Gestión Integral de Residuos (PNGIR 2017‑2027), que prioriza la separación de residuos, el reciclaje y la valorización de materiales.
Adicionalmente, Panamá forma parte de la Plataforma Nacional de Acción para los Plásticos (NPAP Panamá), que articula esfuerzos entre gobierno, empresas y sociedad civil para aumentar la circularidad de los plásticos y reducir la contaminación.
Un hito reciente en la vinculación entre ciencia y políticas públicas es el proyecto titulado: “Ciencia Regenerativa, Innovando desde el Descarte, para Inspirar Políticas Públicas en Economía Circular”, financiado por la SENACYT dentro de la convocatoria “Fortalecimiento de Centros de Pensamiento 2025” donde el Centro Latinoamericano de Innovación en Políticas Públicas, CLIPP ha sido seleccionado para llevar a cabo la propuesta presentada mediante convocatoria pública.
El proyecto tiene como objetivo demostrar cómo los residuos pueden convertirse en recursos valiosos, creando un modelo de investigación aplicada que genere evidencia para la formulación de políticas públicas.
CLIPP combina innovación tecnológica, estándares de calidad y análisis de políticas para: fomentar la reutilización y reciclaje de materiales, especialmente plásticos y otros desechos industriales; desarrollar productos de valor a partir de residuos mediante procesos regenerativos; inspirar leyes, regulaciones y programas basados en evidencia científica que fortalezcan la economía circular.
Esta iniciativa evidencia que la ciencia puede ser un motor estratégico para transformar la economía lineal en circular, conectando la investigación con decisiones públicas efectivas.
Para consolidar una economía circular en Panamá y enfrentar la problemática de los residuos, expertos y organismos internacionales recomiendan:
Fortalecer la infraestructura de reciclaje y valorización: expandir centros de acopio, plantas de reciclaje y compostaje en todas las regiones del país.
Implementar la Responsabilidad Extendida del Productor (REP): Obligar a fabricantes a gestionar el ciclo completo de sus productos, incluyendo su retorno y reciclaje; promover incentivos fiscales y financieros: Apoyar a empresas que utilicen materiales reciclados, adopten diseños sostenibles o generen productos a partir de residuos.
Integrar la investigación científica en la política pública: Proyectos como el mencionado anteriormente deben vincularse con la regulación, certificación y estandarización de materiales reciclados.
Fomentar educación y conciencia ciudadana: Campañas de sensibilización, programas escolares y participación comunitaria son esenciales para que la población adopte hábitos de consumo responsables y separación de residuos.
Articular esfuerzos multisectoriales: Gobiernos, universidades, sector privado y sociedad civil deben coordinar estrategias de economía circular a nivel nacional y local.
La economía circular no es solo un enfoque ambiental; es una oportunidad económica y social. Permite crear empleos verdes, reducir dependencia de importaciones, generar innovación tecnológica y proteger los recursos naturales del país. Panamá ya cuenta con políticas públicas, programas sectoriales y proyectos científicos que sientan las bases para esta transformación.
El desafío es grande, pero también lo es la oportunidad. Con decisiones basadas en evidencia, inversión en infraestructura, impulso a la innovación y participación activa de todos los sectores, Panamá puede convertirse en un referente regional de economía circular, transformando residuos en recursos y conocimiento en acción pública.