Té, lo mereces

En Panamá tenemos la suerte de contar con un grupo de damas japonesas y panameñas que se dedican a la Ceremonia del Té. Cedida
Antes del té se ofrecerá a los asistentes un wagashi para asentar el estómago y acentuar el sabor del mismo. Cedida
El wabi-sabi podría describirse como la belleza de las cosas y eventos perecederos, pues para los japoneses lo no perdurable motiva que su contemplación sea más hermosa. Cedida
  • 07/12/2025 00:00

En Japón el té es una actividad tan venerable que los ingredientes utilizados para su preparación pertenecen a tres categorías: bancha, sencha y matcha

El té llegó a Japón gracias a monjes budistas que viajaron desde China durante el período Kamakura (1185-1333) En un principio la bebida se consideraba medicinal y espiritual, por lo cual era casi exclusiva de monasterios y aristócratas, pero durante el período Muromachi (1336-1573) las clases altas establecieron casas de té y reuniones tocha —catas de té—. No obstante, serían los propios monjes quienes convertirían en el refinado evento que conocemos como Sado, Chado o Chanoyu —Ceremonia del té—.

En Japón el té es una actividad tan venerable que los ingredientes utilizados para su preparación pertenecen a tres categorías: bancha —hojas gruesas—, sencha —verde de mediana calidad— y matcha —verde en polvo— además, cada una de ellas tiene grados de calidad. El matcha es el utilizado en la Ceremonia en la que tanto el anfitrión como los invitados mantienen reglas específicas de etiqueta. Sumerjámonos pues en la Ceremonia del Té.

Un poco de historia

La Ceremonia del Té se fue refinando poco a poco gracias a la unión de monjes budistas y la clase alta que la recrearon hasta llegar a establecer el pleno disfrute tanto del té como de los compañeros que lo compartían. Uno de los más famosos e influyentes monjes fue Sen no Rikyu (1522–1591) quien imbuyó la ceremonia de conceptos budistas como el omotenashi —fino conjunto de hospitalidad y atención plena a los huéspedes— el wabi-cha —simplicidad o «té de estilo pobre»— y wabi-sabi, una mezcla de wabi «la apreciación de la belleza, armonía y tranquilidad de las cosas» como lo expresó Daisetz Suzuki y sabi que se refiere al inexorable paso del tiempo. El wabi-sabi podría describirse como la belleza de las cosas y eventos perecederos, pues para los japoneses lo no perdurable motiva que su contemplación sea más hermosa.

En la actualidad podríamos considerar que la simplicidad no era tal, ya que para llegar al chashitsu —cuarto de té— construido específicamente para la ocasión, se pasaba por el patio conocido como roji, erigido específicamente para agradar visualmente a los comensales antes del inicio de la ceremonia. El área del chashitsu era de unos cuatro a cinco tatamis —esteras de paja tejidas— aproximadamente ocho metros cuadrados, si era del tipo nijiriguchi —rústica— se necesitaba agacharse para poder entrar, ya dentro las puertas y ventanas eran shoji —corredizas, de madera y papel—, el piso cubierto de tatamis y un tokonoma —espacio pequeño decorado— con un arreglo ikebana o bonsái y un rollo kakemono —caligrafía o pintura— los cuales cambiaban dependiendo de la «temática» escogida para la ocasión.

La ceremonia

Los utensilios que se usan están embebidos del omotenashi y wabi-sabi, podríamos decir que apreciarlos es un deber, pues reúnen la belleza y simplicidad tanto en materiales como diseño, y variarán según la época del año. A pesar de ser casi veinte tipos, los que a usted como invitado le importan serían el chasen —escobilla— para batir el té, el chawan —taza— y el papel kaishi donde reposará el wagashi —dulce a base de arroz glutinoso, frijoles dulces y frutas—. En ocasiones la ceremonia va precedida de una pequeña comida conocida como cha-kaiseki que consiste de tres platos pequeños y una sopa, hechos con alimentos estacionales. Eso sí, antes del té se ofrecerá a los asistentes un wagashi para asentar el estómago y acentuar el sabor del mismo, admire su belleza, pero espere a que su anfitrión le indique cuándo es hora de saborearlo.

El tiempo de preparación del té es considerado momento de calma y reflexión para apreciar las artes del maestro, recuerde que sus habilidades han sido refinadas por años de experiencia y es un error de etiqueta conversar mientras esto sucede. Existen dos tipos de té del tipo matcha que se pueden servir, el koicha es espeso y se considera de lujo, para invitados muy especiales y el usucha, más líquido y por ende más sencillo pues es el de uso tradicional.

El legado

El maestro Sen no Rikyu no solo creó y estilizó la ceremonia del té, sino que de las lecciones a sus alumnos surgieron las san-Senke —tres familias o casas Sen— escuelas que instruyen a los futuros maestros, Urasenke —La casa o finca de atrás—, Omotesenke —La casa o finca frontal—, y Mushakojisenke. Pero como no todas las historias tienen un final feliz, en el período Azuchi-Momoyama (1568-1603) Rikyu cayó en desgracia con el Daimyo —Señor feudal— Toyo-tomi Hideyoshi quien ordenó al maestro cometer seppuku —Suicido ritual—. Rikyu preparó una última ceremonia admirable, al terminar obsequió a sus comensales parte de sus utensilios y rompió las tazas mientras decía: «Que esta taza, contaminada por los labios de la desgracia, jamás sea usada por el hombre.» Además, en «El libro del té» de Okakura Kazu-ko se transcribe el jisei —poema de muerte— del maestro:

Bienvenida seas

¡Oh espada de la eternidad!

A través del Buda

Y también del Daruma

Has hendido tu camino.

Afortunadamente, existen dos películas sobre el maestro Rikyu que recomendamos: Rikyu (1989) del insigne Hiroshi Teshigahara y La muerte de un maestro de té (Sen no Rikyu: Honkakubo ibun, 1989) del director Kei kumai, con la actuación del talentoso Toshiro Mifune.

En Panamá tenemos la suerte de contar con un grupo de damas japonesas y panameñas que se dedican a la Ceremonia del Té, lo hacen de forma desinteresada para eventos de la Embajada del Japón en Panamá. Su labor es por el amor que sienten hacia la cultura japonesa, no trabajan por contrato, por ende les exhortamos a que si escuchan que se presentará la Ceremonia del té en algún evento, aprovechen, asistan y disfruten.

Rolando José Rodríguez De León es Doctor en Comunicación Audiovisual y Vice-decano de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Panamá.