Panamá: hacia un hub de ciberseguridad en la era del crimen organizado 4.0
- 13/11/2025 00:00
Esta semana, el CLIPP aborda un fenómeno cada vez más creciente: la utilización de tecnologías como la Inteligencia Artificial por parte de redes criminales
Panamá ha sido históricamente un punto neurálgico del comercio mundial. Su posición geográfica privilegiada nos ha consolidado como hub logístico marítimo y aéreo, conectando el Pacífico con el Atlántico, y como centro financiero y empresarial regional que atrae a multinacionales, inversionistas y organismos internacionales.
Sin embargo, en pleno siglo XXI, el desafío ya no está solo en mover bienes o capital, sino en proteger los datos, las redes y la infraestructura digital que sostienen esa economía global. La transformación digital de los últimos años ha convertido a Panamá en un país cada vez más interconectado. Según el Informe ‘Global Cybersecurity Outlook 2025’, el 72% de los encuestados señaló que los riesgos cibernéticos se incrementaron durante el último año.
Todo cambia rápidamente, donde empresas y gobiernos adoptan nuevas tecnologías, también lo hacen los delincuentes cibernéticos. Hoy enfrentamos un fenómeno creciente: el crimen organizado 4.0, donde las organizaciones criminales utilizan inteligencia artificial (IA), redes sociales, herramientas de anonimato y software sofisticado para operar en el ciberespacio con la misma eficiencia que las multinacionales en el mundo físico.
Un estudio reciente sobre Panamá indica que se registraron 3,2 mil millones de intentos de ciberataques en un año, con un promedio de 641 ataques semanales por organización.
Para entenderlo en términos cotidianos: cuando una persona compra una zapatilla por internet, ese flujo (buscar en la página web, realizar el pago con su tarjeta de crédito, logística desde el origen, “aduanas”, centro de distribución y entrega final (última milla) usa la misma lógica e infraestructura digital y financiera que emplea una multinacional para servir mercados en Panamá, México, Chile o Colombia.
Ahora imagine que, en vez de una zapatilla, se mueve un envío ilícito, como droga o armas, o que la misma pasarela de pago y las mismas cuentas bancarias se usan para lavar dinero. Los canales son los mismos; la diferencia es el uso. Esa analogía demuestra que la economía digital legítima y la economía delictiva coexisten en el mismo ecosistema técnico, y por eso la defensa debe ser transversal.
La delincuencia ya no se limita al contrabando o al tráfico físico. En la actualidad, los grupos criminales utilizan plataformas digitales, criptomonedas, inteligencia artificial y técnicas de ingeniería social para expandir sus operaciones.
Así como una empresa legítima puede coordinar su logística desde Panamá hacia Chile, México o Colombia, los cibercriminales pueden hacerlo desde cualquier parte del mundo, utilizando herramientas comunes como WhatsApp, Telegram o incluso correos corporativos falsificados.
El ransomware, los ataques de phishing y la manipulación de la información son apenas la punta del iceberg. Hoy, la inteligencia artificial permite generar videos y voces falsas, automatizar ataques y producir software malicioso con una facilidad sin precedentes. Cualquiera puede ser víctima: desde una gran corporación hasta una persona que realiza una simple compra en línea.
Por eso hablamos de una “cibereconomía paralela”, donde los flujos financieros, logísticos y de datos delictivos se mueven por las mismas vías digitales que usamos los ciudadanos y las empresas legítimas. Esta realidad exige una respuesta articulada entre los sectores público, privado, académico y de la sociedad civil.
Así como el Canal impulsó la integración física del mundo, Panamá puede y debe proyectarse ahora como un hub de ciberseguridad y confianza digital para América. Contamos con ventajas únicas: infraestructura moderna, una economía abierta, presencia de organismos multilaterales y empresas tecnológicas globales, además de una ubicación estratégica para conectar centros de datos, instituciones financieras y redes de telecomunicaciones.
No obstante, la región ha sido señalada como una de las menos preparadas para estos ataques: según el estudio ‘Cybersecurity Policy in Latin America‘ (julio 2025), a pesar de una conectividad del 87 %, las capacidades de defensa siguen rezagadas.
La región ya está dando pasos importantes en materia normativa e institucional. Distintas entidades de los estados en Latinoamérica han impulsado leyes sobre protección de datos, ciberseguridad y delitos informáticos, mientras que el sector empresarial está incorporando profesionales con un alto conocimiento en operaciones y seguridad.
Tanto el mundo público y privado están creando y potenciando equipos de respuesta a incidentes (CSIRT) y profesionales especializados en ciberinteligencia. Sin embargo, el desarrollo tecnológico y la ciberdelincuencia avanzan mucho más rápido que la legislación, y todavía existe una brecha crítica en la formación, la coordinación y la cultura digital.
La IA es una herramienta de doble filo. Por un lado, permite mejorar la detección de amenazas, optimizar la vigilancia de redes y automatizar la respuesta ante incidentes. Por otro, facilita nuevas formas de fraude y manipulación. En redes sociales ya se observan campañas de desinformación amplificadas por bots o deepfakes que buscan influir en la opinión pública o afectar procesos democráticos.
Por eso, el debate actual no es solo técnico, sino ético y político: ¿cómo equilibrar seguridad y privacidad? ¿Cómo garantizar que la vigilancia digital no vulnere derechos fundamentales? Panamá tiene la oportunidad de liderar este debate en la región, promoviendo una ciberseguridad con enfoque humano, centrada en la protección del ciudadano tanto como en la defensa de la infraestructura crítica.
Una invitación a pensar juntos la seguridad del futuro
El Foro CLIPP 2025, que se realizará el 25 de noviembre en la sede del Parlatino, reunirá a expertos nacionales e internacionales para abordar precisamente estos temas: crimen organizado 4.0, tendencias del ciberdelito, seguridad y privacidad en entornos digitales, desinformación e inteligencia artificial. Será un espacio de diálogo entre el sector público, la empresa privada, la academia y los organismos multilaterales, con el objetivo de construir una agenda común.
A medida que los delincuentes se actualizan, también debemos hacerlo nosotros. La región tiene la oportunidad de consolidarse como un hub ciberseguro, confiable e innovador en el ámbito digital. Así como lideramos el comercio marítimo y financiero, podemos liderar ahora la protección del ciberespacio latinoamericano.