Un hábito que te impulsa al éxito
- 19/10/2025 00:00
Magda Núñez escribió un libro sobre la importancia de la asertividad en la vida diaria. Es una guía reflexiva sobre cómo comunicarte con los demás sin herir, con respeto y firmeza
Magda Núñez prefiere construir puentes a través de frases dulces, sinceras y respetuosas, que herir con sus palabras a sus familiares, amigos o compañeros de trabajo.
Después de una experiencia sentimental dolorosa, decidió que deseaba ser más clara, directa y comprensible. Para ello necesitó práctica y constancia por días y semanas, hasta convertir esta nueva actitud en parte de su personalidad.
Ese giro en su vida la llevó a escribir “La asertividad como hábito – 21 desafíos para mejorar tus relaciones con éxito”, obra que presentó ante estudiantes y docentes de la Universidad Católica Santa María La Antigua (USMA), en un evento organizado por la Editorial La Antigua y la Facultad de Humanidades y Teología.
“La comunicación asertiva es la habilidad que todos podemos desarrollar a través de herramientas claras. Con 21 desafíos concretos aprenderás a expresarte con confianza, empatía y respeto para mejorar tus relaciones y liderar con autenticidad, porque comunicar no es imponer, sino que es inspirar a los demás”, explica esta licenciada en Ciencias Sociales de la USMA.
Más de un individuo aprendió de niño a comunicarse desde el miedo, los gritos, las amenazas, los golpes, la ausencia o la rabia. “Quiero mostrarles con mi libro que sí podemos romper esos patrones y descubrir la importancia de la asertividad”.
De chica estaba sujeta a una comunicación pasiva que la dominaba. Cuando tenía cinco años no se atrevió a declamar una poesía ante sus compañeros. Prefirió esconderse debajo del pupitre para evitar sentirse expuesta y fue su hermana quien recitó por ella los versos. “Ella es físicamente igualita a mí, somos muy parecidas. La dijo por mí, porque ya yo la había dicho tantas veces en la casa, que mi hermana ya se la sabía”.
Siempre fue muy tímida, algo que se mantuvo en el tiempo. En otra ocasión, muchos años más tarde, en un salón de clases, estaba resolviendo un examen con el resto de los alumnos. Unos compañeros suyos se estaban copiando de lo lindo, en los nervios a uno de ellos se le cayó el libro y se deslizó hasta quedar al frente del pupitre de Magda. “Quedó enfrente de mi silla, yo ni lo había visto, pero la profesora sí y me marcó el examen. Miren hasta dónde llegaba mi pasividad que no dije nada para no meterme en problemas y fracasé el examen”.
En “La asertividad como hábito – 21 desafíos para mejorar tus relaciones con éxito” plantea que puedes trasladarte de una comunicación agresiva a una asertiva. “Esto me llevó a aprender muchas cosas en mis relaciones personales. Porque a veces para complacer, o para supuestamente crear la paz con las otras personas, mejor me quedaba callada, pero no estaba creando paz, simplemente estaba anulando lo que yo sentía”.
De eso se trata ser asertivo: de manifestarse, pero con deferencia. “Que tú no tengas que esconder lo que sientes. Hay que saber cómo decirlo sin hacer sentir mal a la otra persona y sin anularte tú. Al principio nos cuesta muchísimo este proceso. Lo primero es aprender a escuchar, sin armar una defensa previa porque creemos que de salida nos están atacando. En Panamá tenemos la cultura de la autodefensa. En resumen, andamos a la defensiva. Es la cultura que predomina en la casa, en la escuela, en el trabajo, en el servicio al cliente”.
Fue durante la pandemia que empezó a estudiar todo lo vinculado con el coaching, la asertividad y la inteligencia emocional. “Necesitaba reforzar eso en mí y luego se da que me invitan a dar unos seminarios a un grupo de mujeres donde les enseñaba a ser asertivas. Después me dije: ‘si ellas han podido aprender, ¿por qué todo el mundo no lo aprende?’ Si es que con esto podemos decir cualquier cosa, incluso las más difíciles, incluso lo que menos tú te imaginas”.
Allí fue donde comenzó a reflexionar sobre la relevancia de escribir una obra de este tipo. No quería que fuera un escrito demasiado complicado. Prefería que su contenido fuera práctico y sencillo para un público amplio: “una ama de casa, un obrero o un doctor lo pueden entender perfectamente. El que lo lea pueda aprovecharlo. Fue entonces que surgió la idea de poner en el libro una serie de desafíos, para que la gente pueda ir desarrollando poco a poco este hábito venciendo estos desafíos. Aunque lo primero es querer y desear el hábito de ser asertivos”.
El objetivo, comenta Magda Núñez, es buscar soluciones sin crear hostilidad o conflictos innecesarios. “La asertividad te permite defender tus derechos y expresar tus necesidades, sin violar los derechos de los demás. Con esta comunicación defiendes tus opiniones, siempre desde la honestidad y el respeto”.
Comparte un conjunto de ejemplos rutinarios que a usted o a mí de seguro nos ha ocurrido o hemos presenciado.
Le preguntas a tu hijo, sobrino o nieto si desea para el almuerzo espagueti con bolitas de carne o arroz con pollo. El comensal responde que cualquiera de las dos está bien. Entonces la mamá, el papá o la abuela prepara la pasta, la sirve en la mesa y el chico de vuelta le responde que no quería comida italiana. “Si te están diciendo qué quieres, es importante comunicar lo que tú deseas comer. Porque no podemos esperar que la gente adivine lo que nosotros estamos pensando. A veces damos por hecho que el otro sabe lo que sentimos. Si quieres algo, pídelo”.
O el empleado que ha llegado tarde un día a su trabajo. El jefe le recibe con una cara de pocos amigos y con la frase hiriente: “siempre llegas tarde todos los días’. Ya no es solo una acusación injusta, sino que además es un acto de agresividad. Debemos hablar desde este tono: ‘he notado que llegaste tarde hoy y necesito que me ayudes desde temprano”.
En esos casos pueden hacer aparición las indirectas que tampoco ayudan: “hay gente que cree tener corona, siempre llegan tarde, y uno aquí desde temprano agachando el lomo y yo sí vivo lejos”.
Magda Núñez propone que en vez de tener esas reacciones uno debe inclinarse por una solución como esta: “el jefe o el compañero se le acerca y le dice: ‘he notado que has llegado tarde hoy. ¿Tuviste algún problema? ¿Puedo ayudarte en algo?’. Tú le estás hablando desde lo que tú has notado, no estás diciendo: ‘tú que siempre llegas tarde”. No es señalar, ni acusar. Es decir, lo que uno necesita: que sea puntual, y le estás dando una solución. La persona asertiva habla con claridad y respeto. A veces uno tiene que ser firme, pero con amor. No se debe ser firme imponiendo o con groserías. Ser asertivo también es aprender a decir que no, pero con respeto, dando explicaciones”.
Otro escollo por resolver es el lenguaje corporal y gestual que utilizamos y que en ocasiones no somos conscientes que lo ponemos en práctica. “Podemos estar diciendo algo asertivo, pero podemos estar mandando al mismo tiempo un mensaje contradictorio con nuestros gestos, con nuestro tono, con nuestra postura, con la mirada o cuando no miro a los ojos a quien le hablo”.
Opina que la vida sería más sencilla, en particular en los momentos más difíciles, si en nuestro vocabulario diario incluyéramos frases como: “tranquilo, no pasa nada”, “¿necesitas algo”, “te escucho”, “estoy orgulloso de ti”, “muchas gracias”...