Una receta para enfrentar la crisis
- 03/05/2025 00:00
El artículo, publicado originalmente el 27 de octubre de 2018, renace en tiempos de protestas en el país. El 1 de mayo estuvo salpicado de protestas en el mundo entero. Los obreros de las más remotas regiones no solo recordaron su existencia, como la de los australianos, sino que armonizaron sus voces y reclamos con los testimonios públicos de la gente de Berlín, de Santiago o de Londres. Un grito recorrió todas las plazas del mundo: ¡Abajo la globalización! Lo que significa que esa economía manejada sin alma, que el mismo papa ha condenado, no cuenta con el respaldo de la pobrería de la Tierra.
Hoy, un fantasma real se apodera del planeta: el fantasma de la pobreza. La población crece y con ella la miseria. Si el hombre tuviera conciencia del dolor ajeno, sería más solidario con el hambre y el padecimiento de los pueblos pobres. Ese desgarramiento lacerante de los pueblos africanos, esa angustia de los miserables de la América Latina o de los miles y miles de estadounidenses pobres que viven en el país más próspero de la Tierra, no se resolverán nunca con la globalización, porque ese sistema carece de solidaridad y se ha creado para hacer más ricos a los ricos y porque establece tales dependencias, que —valga repetir la frase común— cuando se resfría levemente la economía de los imperios, una pulmonía doble y hasta fatal se apodera de la economía de los vecinos.
En los meses que lleva el año, México, bajo la Presidencia de Fox, ha lanzado a la desocupación 160.000 trabajadores. Ese México de hoy ya no es del PRI, es ahora de los conservadores; pero sería del todo injusto desestimar las buenas intenciones del presidente Fox, alegando que los nuevos desocupados se deben a su incapacidad de gobernante. Todo lo que en México viene ocurriendo es el producto de la desaceleración de la economía del campeón de la globalización, Estados Unidos, a juicio de los economistas que opinan al respecto en la televisión azteca. Esa misma situación de la economía norteamericana ha originado la pérdida del poder adquisitivo del pueblo mexicano.
En el Chile del socialista Lagos, respaldado por la Democracia Cristiana, subió el porcentaje de desocupados, según estudios de la semana en curso, a casi un 11 % de la población económicamente activa. ¿Por qué? ¿Por incapacidad del presidente Lagos? ¡No! El mismo gobierno lo acaba de explicar. Son factores externos que tienen a las economías de América tambaleantes. La encuesta de una universidad prestigiosa hecha esta semana fija como un factor de la crisis, la conducta no cooperadora del sector empresarial. El presidente Lagos anunció el 1 de mayo las medidas de emergencias que podían crear 100,000 plazas de trabajo.
La comunidad europea, a pesar de su extraordinario avance, también resiente como negativo el aumento del precio del petróleo y califica como inadmisible el porcentaje de desempleados que hoy ofrece.
Ante la crisis no muy aguda de Chile, que ha determinado que la aceptación de Lagos haya bajado en cuatro puntos con relación a lo recibido en diciembre último, los dirigentes de la Central Única de Trabajadores acusan a los grandes empresarios de hacer inversiones fuera de Chile o de jugar al negocio de los depósitos especulativos en el exterior.
En virtud de estos hechos surge la paradoja dentro de la globalización. ¿A qué tiende el nuevo sistema u orden económico y político del mundo, desaparecida la alternativa comunista en la tierra? A que el control de los medios de producción ya no estará en manos del Estado interventor, sino de la empresa privada. ¿Cuál es la paradoja? Que el capital criollo se contrae, hace oposición, busca un Gobierno de sus pares, tipo solución Cavallo en Argentina, y como sabe que el Estado es cada día más débil, chantajea al Gobierno pregonando la permanente incapacidad de la dirigencia política para resolver la crisis, fundamentalmente la pobreza y el desempleo.
El Estado actual, el Estado no intervencionista, no es proveedor de empleos. En la economía de mercado, la empresa privada debe ser el motor del desarrollo. El Estado sí debe rodear a la empresa privada de las garantías adecuadas y legales para que su intervención no viva en sobresaltos. Debe producir los incentivos. Pero el sector privado no debe cruzarse de brazos en un sistema creado para que se sienta como pez en el agua.
Si la crisis economía del mundo se sigue profundizando, la crisis en México, en Chile, en Argentina, en Panamá y en toda la América se seguirá acentuando, y ante esa perspectiva caben dos actitudes políticas: una, la de generar una política de consenso para enfrentar, comprender y superar la crisis o hacerla más llevadera; otra, poner a bramar todas las imprentas y medios de comunicación, todos los partidos de oposición, toda la sociedad civil, para destronar a los Fox, a los Lagos o Moscoso y a cuanto gobernante democrático tenga Latinoamérica. En esta crisis que bramen los adeptos de la dictadura. Pero los oficiantes de la democracia no deben bramar, deben superar rencillas y ver el presente y el futuro del país. Panamá no puede volver a la etapa de los presidentes títeres, ahora no de los policías, sino de los barones del dólar. Lo que se debe evitar es el colapso de la democracia panameña y su sustitución por un régimen concebido en los hornos del gran capital.
Hay que recoger velas. Hay que cuidar el régimen de tolerancia en que vivimos. Miremos el pasado y comparemos. Tal vez el conocimiento de la tragedia ocurrida o que ocurre en otros países puede producir sensatez entre los panameños. En la década del noventa en Colombia, porque su clase política no se identificó en su hora para salvaguardar la democracia y la seguridad económica y social del país, la violencia produjo el asesinato de 1,500 sindicalistas y en lo que va del presente año suman ya 36 los sindicalistas desaparecidos.
¿Cuál debe ser el talento de los partidos ante la crisis? En Chile existe una dirigente de la derecha que compitió con Lagos en la búsqueda de la Presidencia. Es el señor Joaquín Lavín. Posteriormente, fue elegido alcalde de Santiago. En los momentos de la euforia del triunfo le preguntaron si desde la Alcaldía haría la oposición a Lagos y dijo al rompe: ‘¡No! Para resolver los grandes problemas de Santiago, yo deseo ser socio del presidente Lagos.’ Hoy, Lavín cuenta con el 58 % de popularidad. ¡Debemos aprender!
En la crisis actual todos los panameños debemos ser socios en las soluciones de los problemas que nos agobian, con visión de estadistas, con alas para los grandes vuelos, y con raíces en los valores cívicos y morales de la sociedad panameña. Es la única receta idónea. Sería la respuesta a las protestas de los trabajadores planteadas el último 1 de mayo.
El 1 de mayo estuvo salpicado de protestas en el mundo entero. Los obreros de las más remotas regiones no solo recordaron su existencia, como la de los australianos, sino que armonizaron sus voces y reclamos con los testimonios públicos de la gente de Berlín, de Santiago o de Londres. Un grito recorrió todas las plazas del mundo: ¡Abajo la globalización! Lo que significa que esa economía manejada sin alma, que el mismo papa ha condenado, no cuenta con el respaldo de la pobrería de la Tierra.
Hoy, un fantasma real se apodera del planeta: el fantasma de la pobreza. La población crece y con ella la miseria. Si el hombre tuviera conciencia del dolor ajeno, sería más solidario con el hambre y el padecimiento de los pueblos pobres. Ese desgarramiento lacerante de los pueblos africanos, esa angustia de los miserables de la América Latina o de los miles y miles de estadounidenses pobres que viven en el país más próspero de la Tierra, no se resolverán nunca con la globalización, porque ese sistema carece de solidaridad y se ha creado para hacer más ricos a los ricos y porque establece tales dependencias, que —valga repetir la frase común— cuando se resfría levemente la economía de los imperios, una pulmonía doble y hasta fatal se apodera de la economía de los vecinos.
En los meses que lleva el año, México, bajo la Presidencia de Fox, ha lanzado a la desocupación 160.000 trabajadores. Ese México de hoy ya no es del PRI, es ahora de los conservadores; pero sería del todo injusto desestimar las buenas intenciones del presidente Fox, alegando que los nuevos desocupados se deben a su incapacidad de gobernante. Todo lo que en México viene ocurriendo es el producto de la desaceleración de la economía del campeón de la globalización, Estados Unidos, a juicio de los economistas que opinan al respecto en la televisión azteca. Esa misma situación de la economía norteamericana ha originado la pérdida del poder adquisitivo del pueblo mexicano.
En el Chile del socialista Lagos, respaldado por la Democracia Cristiana, subió el porcentaje de desocupados, según estudios de la semana en curso, a casi un 11 % de la población económicamente activa. ¿Por qué? ¿Por incapacidad del presidente Lagos? ¡No! El mismo gobierno lo acaba de explicar. Son factores externos que tienen a las economías de América tambaleantes. La encuesta de una universidad prestigiosa hecha esta semana fija como un factor de la crisis, la conducta no cooperadora del sector empresarial. El presidente Lagos anunció el 1 de mayo las medidas de emergencias que podían crear 100,000 plazas de trabajo.
La comunidad europea, a pesar de su extraordinario avance, también resiente como negativo el aumento del precio del petróleo y califica como inadmisible el porcentaje de desempleados que hoy ofrece.
Ante la crisis no muy aguda de Chile, que ha determinado que la aceptación de Lagos haya bajado en cuatro puntos con relación a lo recibido en diciembre último, los dirigentes de la Central Única de Trabajadores acusan a los grandes empresarios de hacer inversiones fuera de Chile o de jugar al negocio de los depósitos especulativos en el exterior.
En virtud de estos hechos surge la paradoja dentro de la globalización. ¿A qué tiende el nuevo sistema u orden económico y político del mundo, desaparecida la alternativa comunista en la tierra? A que el control de los medios de producción ya no estará en manos del Estado interventor, sino de la empresa privada. ¿Cuál es la paradoja? Que el capital criollo se contrae, hace oposición, busca un Gobierno de sus pares, tipo solución Cavallo en Argentina, y como sabe que el Estado es cada día más débil, chantajea al Gobierno pregonando la permanente incapacidad de la dirigencia política para resolver la crisis, fundamentalmente la pobreza y el desempleo.
El Estado actual, el Estado no intervencionista, no es proveedor de empleos. En la economía de mercado, la empresa privada debe ser el motor del desarrollo. El Estado sí debe rodear a la empresa privada de las garantías adecuadas y legales para que su intervención no viva en sobresaltos. Debe producir los incentivos. Pero el sector privado no debe cruzarse de brazos en un sistema creado para que se sienta como pez en el agua.
Si la crisis economía del mundo se sigue profundizando, la crisis en México, en Chile, en Argentina, en Panamá y en toda la América se seguirá acentuando, y ante esa perspectiva caben dos actitudes políticas: una, la de generar una política de consenso para enfrentar, comprender y superar la crisis o hacerla más llevadera; otra, poner a bramar todas las imprentas y medios de comunicación, todos los partidos de oposición, toda la sociedad civil, para destronar a los Fox, a los Lagos o Moscoso y a cuanto gobernante democrático tenga Latinoamérica. En esta crisis que bramen los adeptos de la dictadura. Pero los oficiantes de la democracia no deben bramar, deben superar rencillas y ver el presente y el futuro del país. Panamá no puede volver a la etapa de los presidentes títeres, ahora no de los policías, sino de los barones del dólar. Lo que se debe evitar es el colapso de la democracia panameña y su sustitución por un régimen concebido en los hornos del gran capital.
Hay que recoger velas. Hay que cuidar el régimen de tolerancia en que vivimos. Miremos el pasado y comparemos. Tal vez el conocimiento de la tragedia ocurrida o que ocurre en otros países puede producir sensatez entre los panameños. En la década del noventa en Colombia, porque su clase política no se identificó en su hora para salvaguardar la democracia y la seguridad económica y social del país, la violencia produjo el asesinato de 1,500 sindicalistas y en lo que va del presente año suman ya 36 los sindicalistas desaparecidos.
¿Cuál debe ser el talento de los partidos ante la crisis? En Chile existe una dirigente de la derecha que compitió con Lagos en la búsqueda de la Presidencia. Es el señor Joaquín Lavín. Posteriormente, fue elegido alcalde de Santiago. En los momentos de la euforia del triunfo le preguntaron si desde la Alcaldía haría la oposición a Lagos y dijo al rompe: ‘¡No! Para resolver los grandes problemas de Santiago, yo deseo ser socio del presidente Lagos.’ Hoy, Lavín cuenta con el 58 % de popularidad. ¡Debemos aprender!
En la crisis actual todos los panameños debemos ser socios en las soluciones de los problemas que nos agobian, con visión de estadistas, con alas para los grandes vuelos, y con raíces en los valores cívicos y morales de la sociedad panameña. Es la única receta idónea. Sería la respuesta a las protestas de los trabajadores planteadas el último 1 de mayo.