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Donald Trump reaviva su sueño de aparecer en el Monte Rushmore, pese a las limitaciones técnicas e históricas

El Servicio de Parques Nacionales ha declarado de forma clara que la composición geológica del monte no permite más tallados, ni siquiera si hubiese voluntad política o financiamiento para llevar a cabo la modificación. AFP
  • 06/07/2025 16:15

El expresidente ha revivido la idea de añadirse al monumento nacional, pero ingenieros y autoridades del parque insisten en que la montaña no soportaría modificaciones

Desde su primer mandato, el presidente Donald Trump ha manifestado su interés por verse esculpido junto a los históricos rostros de George Washington, Thomas Jefferson, Abraham Lincoln y Theodore Roosevelt en el Monte Rushmore. La idea, que muchos consideraron una extravagancia simbólica, ha recobrado fuerza tras su regreso al poder, con una propuesta legislativa impulsada por la congresista republicana Anna Paulina Luna en la Cámara de Representantes de Estados Unidos.

Durante su visita al monumento nacional en 2020, la entonces gobernadora de Dakota del Sur, Kristi Noem, le regaló un busto de su rostro valuado en 1,100 dólares, gesto que dejó entrever la simpatía de algunos líderes estatales hacia el polémico deseo del presidente.

Sin embargo, más allá de lo anecdótico, expertos y autoridades del Servicio de Parques Nacionales (NPS, por sus siglas en inglés) han sido contundentes: no hay lugar ni condiciones geológicas para añadir otra cara al icónico monumento.

El Monte Rushmore fue esculpido entre 1927 y 1941 por el artista Gutzon Borglum, quien eligió deliberadamente a los cuatro presidentes que representarían los primeros 150 años de historia de Estados Unidos: Washington como símbolo del nacimiento, Jefferson del crecimiento, Lincoln de la preservación y Roosevelt del desarrollo.

Para muchos, alterar esa composición equivaldría a una herejía artística. “No se añadiría otra cara al Monte Rushmore de Borglum, como tampoco se añadiría una a la Última Cena de Da Vinci”, dijo Dan Wenk, exsuperintendente del monumento, en declaraciones a The New York Times.

No obstante, Wenk reconoció que en la actualidad “estas ideas ya no se descartan tan fácilmente”, dada la polarización y los gestos simbólicos que marcan la política estadounidense.

Más allá del debate simbólico, el obstáculo real parece ser la propia roca. El Servicio de Parques Nacionales ha declarado de forma clara que la composición geológica del monte no permite más tallados, ni siquiera si hubiese voluntad política o financiamiento para llevar a cabo la modificación.

“La parte tallada del Monte Rushmore ha sido evaluada exhaustivamente y no quedan lugares viables para tallas adicionales”, señaló el NPS.

Durante la construcción original, Borglum se enfrentó a numerosos desafíos debido a la fragilidad de la montaña, compuesta por granito irregular con múltiples fracturas. El artista tuvo que modificar su diseño al menos nueve veces, descartando elementos ambiciosos como los torsos de los presidentes, una escalera, un Salón de los Registros y un entablamento con la historia del país, según reseñó la revista Smithsonian.

Trump no es el primer líder político propuesto para incorporarse al Monte Rushmore. Figuras como Franklin D. Roosevelt, John F. Kennedy y Ronald Reagan han sido sugeridas en el pasado. Pero ninguna propuesta prosperó por las mismas razones: la imposibilidad física y la resistencia a modificar una obra concebida como cerrada, tanto estética como ideológicamente.

“Afortunadamente —desde mi punto de vista—, están luchando contra la realidad de la roca”, concluyó Wenk, aludiendo no solo a Trump, sino a todos los que han fantaseado con extender la escultura más allá de sus límites originales.