Juicio histórico: Jair Bolsonaro enfrenta al Supremo Tribunal Federal por intento de golpe en Brasil
- 02/09/2025 13:57
El exmandatario de extrema derecha no asistió al inicio del proceso alegando problemas de salud. El juicio marca un precedente en la historia democrática brasileña Según informó El País, el expresidente Jair Bolsonaro (2019-2022) no asistió este martes 2 de septiembre a la sesión inaugural del Supremo Tribunal Federal (STF), en la que se abrió la fase decisiva del juicio en su contra.
El ultraderechista, de 70 años, alegó problemas de salud y siguió la audiencia desde su residencia en Brasilia, donde cumple prisión domiciliaria.
Bolsonaro está acusado de liderar un intento de golpe de Estado para evitar entregar el poder a Luiz Inácio Lula da Silva, tras su derrota electoral en 2022. Junto a él son procesados siete de sus antiguos colaboradores, incluidos exministros militares.
El caso ha sido calificado como histórico: en 135 años de república, nunca un presidente ni altos mandos militares habían enfrentado a la justicia por subvertir el orden democrático.
El juez instructor, Alexandre de Moraes, inauguró la audiencia con un discurso enérgico en defensa de las instituciones brasileñas:
“La historia nos enseña que la impunidad, la omisión y la cobardía no son opciones para la pacificación. La impunidad deja cicatrices traumáticas en la sociedad y corroe la democracia.”
La sesión fue transmitida en directo por YouTube, con picos de 20.000 espectadores simultáneos, reforzando el carácter transparente y pedagógico del juicio.
El fiscal general de la República, Paulo Gonet, presentó un amplio conjunto de pruebas, entre ellas:
Borradores de decretos que contemplaban anular elecciones y detener autoridades.
Un discurso preparado por Bolsonaro para anunciar tras el golpe.
Un plan que incluía incluso la eliminación de Lula y su vicepresidente Geraldo Alckmin.
Bolsonaro y los demás imputados enfrentan cargos por concierto para delinquir, uso de menores, porte ilegal de armas y atentado contra el Estado de derecho, delitos que podrían sumar más de 40 años de prisión.
El magistrado Moraes también aludió, sin mencionarlo directamente, a las presiones internacionales derivadas de la campaña de apoyo a Bolsonaro desde la administración de Donald Trump, que llegó a imponer aranceles de 50 % a Brasil.
El asesor de Trump, Jason Miller, reaccionó en X con un mensaje hostil:
“Sería prudente que el @STF y @Alexandre supieran que Estados Unidos no negocia con terroristas”, dijo.
La relación entre el bolsonarismo y el trumpismo ha sido constante, con el propio Eduardo Bolsonaro, hijo del expresidente, buscando respaldo en Washington.
El juicio se desarrolla en la primera sala del Supremo, integrada por cinco magistrados. El próximo 9 de septiembre, Moraes abrirá la votación del veredicto.
Brasil, con apenas cuatro décadas de democracia, enfrenta así uno de sus mayores desafíos institucionales. Mientras tanto, Bolsonaro conserva un capital político importante que su familia y gobernadores de derecha ya disputan con vistas a las elecciones de 2025.
Como escribió el columnista Hélio Schwartsman en Folha de S.Paulo:
“Por bien fundamentada que venga la condena, una parcela nada despreciable del electorado la considerará ilegítima.”
Según informó El País, el expresidente Jair Bolsonaro (2019-2022) no asistió este martes 2 de septiembre a la sesión inaugural del Supremo Tribunal Federal (STF), en la que se abrió la fase decisiva del juicio en su contra.
El ultraderechista, de 70 años, alegó problemas de salud y siguió la audiencia desde su residencia en Brasilia, donde cumple prisión domiciliaria.
Bolsonaro está acusado de liderar un intento de golpe de Estado para evitar entregar el poder a Luiz Inácio Lula da Silva, tras su derrota electoral en 2022. Junto a él son procesados siete de sus antiguos colaboradores, incluidos exministros militares.
El caso ha sido calificado como histórico: en 135 años de república, nunca un presidente ni altos mandos militares habían enfrentado a la justicia por subvertir el orden democrático.
El juez instructor, Alexandre de Moraes, inauguró la audiencia con un discurso enérgico en defensa de las instituciones brasileñas:
“La historia nos enseña que la impunidad, la omisión y la cobardía no son opciones para la pacificación. La impunidad deja cicatrices traumáticas en la sociedad y corroe la democracia.”
La sesión fue transmitida en directo por YouTube, con picos de 20.000 espectadores simultáneos, reforzando el carácter transparente y pedagógico del juicio.
El fiscal general de la República, Paulo Gonet, presentó un amplio conjunto de pruebas, entre ellas:
Borradores de decretos que contemplaban anular elecciones y detener autoridades.
Un discurso preparado por Bolsonaro para anunciar tras el golpe.
Un plan que incluía incluso la eliminación de Lula y su vicepresidente Geraldo Alckmin.
Bolsonaro y los demás imputados enfrentan cargos por concierto para delinquir, uso de menores, porte ilegal de armas y atentado contra el Estado de derecho, delitos que podrían sumar más de 40 años de prisión.
El magistrado Moraes también aludió, sin mencionarlo directamente, a las presiones internacionales derivadas de la campaña de apoyo a Bolsonaro desde la administración de Donald Trump, que llegó a imponer aranceles de 50 % a Brasil.
El asesor de Trump, Jason Miller, reaccionó en X con un mensaje hostil:
“Sería prudente que el @STF y @Alexandre supieran que Estados Unidos no negocia con terroristas”, dijo.
La relación entre el bolsonarismo y el trumpismo ha sido constante, con el propio Eduardo Bolsonaro, hijo del expresidente, buscando respaldo en Washington.
El juicio se desarrolla en la primera sala del Supremo, integrada por cinco magistrados. El próximo 9 de septiembre, Moraes abrirá la votación del veredicto.
Brasil, con apenas cuatro décadas de democracia, enfrenta así uno de sus mayores desafíos institucionales. Mientras tanto, Bolsonaro conserva un capital político importante que su familia y gobernadores de derecha ya disputan con vistas a las elecciones de 2025.
Como escribió el columnista Hélio Schwartsman en Folha de S.Paulo:
“Por bien fundamentada que venga la condena, una parcela nada despreciable del electorado la considerará ilegítima.”