Lula confirma su candidatura para 2026 y busca un cuarto mandato a los 80 años
- 23/10/2025 15:19
El presidente brasileño anunció en Indonesia su intención de competir nuevamente por la presidencia y extender su legado político hasta 2030, pese a su avanzada edad
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha puesto fin a las especulaciones: competirá en las elecciones de octubre de 2026 para intentar alcanzar un cuarto mandato presidencial. El anuncio, hecho este jueves desde Yakarta (Indonesia), marca la confirmación más directa del veterano líder de izquierda, que la próxima semana cumplirá 80 años.
“Quiero decirles que voy a cumplir 80 años, pero pueden estar seguros de que tengo la misma energía que cuando tenía 30. Y voy a disputar un cuarto mandato en Brasil”, declaró Lula durante una conferencia de prensa conjunta con su homólogo indonesio, Prabowo Subianto.
De lograr la victoria, Lula gobernaría hasta finales de 2030, cerrando su trayectoria política con 85 años, un hito sin precedentes en la historia democrática de Brasil. Su anuncio lo convierte en el primer mandatario del país que busca un cuarto periodo, tras haber gobernado entre 2003 y 2011 y regresar al poder en 2023.
El anuncio se produjo a más de 16.000 kilómetros de Brasilia, en el inicio de una visita de Estado a Indonesia, uno de los principales aliados del Sur Global y miembro de los BRICS, bloque que reúne a las principales economías emergentes.
Lula viajó acompañado de una delegación económica que busca fortalecer las relaciones comerciales con Asia en medio de la guerra arancelaria con Estados Unidos. Desde Yakarta, el mandatario adelantó que también participará en la cumbre de la ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático), donde podría concretarse un encuentro cara a cara con el presidente estadounidense Donald Trump.
El Gobierno brasileño trabaja para que la reunión bilateral se celebre el domingo, coincidiendo con la víspera del cumpleaños del mandatario. Lula espera aprovechar el encuentro para reiterar personalmente su petición de eliminar los aranceles del 50% impuestos por Washington a las exportaciones brasileñas desde agosto.
“Indonesia y Brasil no quieren una segunda Guerra Fría. Queremos libre comercio. Es más: tanto Indonesia como Brasil están interesados en discutir la posibilidad de comerciar entre nosotros utilizando nuestras monedas”, sostuvo Lula, al insistir en diversificar los mecanismos financieros del Sur Global.
Aunque Lula ya había insinuado su intención de postularse nuevamente, nunca antes lo había afirmado con tanta contundencia. La decisión llega en un momento en que el presidente goza de una recuperación política tras un periodo de desgaste inicial y un repunte en las encuestas, impulsado en parte por el rechazo popular al “tarifazo” de Trump.
El castigo arancelario estadounidense, impuesto en defensa de Jair Bolsonaro, tuvo un efecto contrario: debilitó a la derecha y revitalizó la figura del actual presidente. El Supremo Tribunal brasileño condenó a Bolsonaro el pasado 11 de septiembre a 27 años de prisión —24 efectivos y tres de detención domiciliaria— por liderar un intento de golpe de Estado en 2022, un complot que incluso incluía planes de asesinato contra Lula, vencedor legítimo de los comicios.
Con su principal adversario inhabilitado y en prisión domiciliaria, Lula atraviesa un momento de estabilidad. “El tarifazo de Trump tuvo un efecto bumerán”, reconocen analistas locales, que ven en el mandatario una figura sin competencia interna dentro del Partido de los Trabajadores (PT) ni en la izquierda brasileña. Ningún dirigente ha logrado igualar su fortaleza electoral ni su magnetismo popular.
A pesar de su edad, Lula se presenta como un político incansable. En los últimos años ha pasado por tres intervenciones quirúrgicas, incluyendo una operación cerebral de emergencia hace diez meses por una hemorragia, y una prótesis de cadera colocada en 2023. En 2022 también se sometió a una extirpación de un nódulo laríngeo, después de haber superado un cáncer de garganta.
Aun así, el mandatario insiste en mostrarse activo y enérgico. Suele compartir en redes sociales videos haciendo ejercicio y mensajes que subrayan su fortaleza física y emocional. “Tengo la misma energía que cuando tenía 30 años”, repitió este jueves, con tono desafiante ante quienes cuestionan su edad o su salud.
Con Bolsonaro fuera del juego, la derecha brasileña busca recomponer su liderazgo. Entre los posibles aspirantes a enfrentarse a Lula destacan el gobernador de São Paulo, Tarcísio de Freitas, además de otros líderes regionales como los gobernadores de Paraná, Goiás y Minas Gerais.
El apellido Bolsonaro, sin embargo, no desaparecerá de la contienda. En el círculo familiar del exmandatario suenan nombres como Michelle Bolsonaro, su esposa, o sus hijos Eduardo y Flávio, ambos con aspiraciones políticas y fuerte presencia mediática.
Mientras tanto, dentro del PT, Lula sigue sin designar a un sucesor. En más de cuatro décadas de carrera, el metalúrgico convertido en presidente ha mantenido el control absoluto del partido y nunca ha permitido que otra figura le haga sombra. Su liderazgo continúa siendo la columna vertebral de la izquierda brasileña.
La historia política de Lula es una de resiliencia y redención. Fundador del Partido de los Trabajadores en los años ochenta, surgió de los movimientos sindicales y de la teología de la liberación, y ganó sus primeras elecciones en 2002 tras varios intentos fallidos. Durante sus dos primeros mandatos (2003–2011) consolidó programas sociales emblemáticos y sacó de la pobreza a millones de brasileños.
En 2018, sin embargo, su carrera parecía terminada. Fue encarcelado por corrupción en el marco de la operación Lava Jato y pasó 580 días en prisión, hasta que el Tribunal Supremo anuló la condena por irregularidades procesales.
Cuatro años después, protagonizó un regreso histórico: con 77 años, venció en las elecciones más reñidas de la historia reciente, derrotando a Bolsonaro por menos de dos puntos porcentuales. Sin mayoría en el Congreso, pero con una enorme legitimidad simbólica, Lula completó una resurrección política pocas veces vista en América Latina.
El anuncio de su nueva candidatura no solo refleja su ambición personal, sino también su deseo de consolidar un legado global. Desde su regreso, Lula ha reforzado la política exterior de Brasil, acercándose a China, Rusia e India, defendiendo el multilateralismo y proponiendo la creación de mecanismos financieros alternativos al dólar.
Al mismo tiempo, enfrenta desafíos internos: la inseguridad, la deforestación amazónica, la crisis económica y las divisiones sociales que dejó la era Bolsonaro. Pero su discurso, cada vez más internacionalista, lo proyecta como un líder del Sur Global en tiempos de incertidumbre geopolítica.
“No queremos una segunda Guerra Fría. Queremos libre comercio”, insistió Lula en Yakarta, mientras dejaba claro que no tiene intención de retirarse. Si algo caracteriza al presidente brasileño es su instinto de supervivencia. Y con esta nueva apuesta, busca que su nombre quede inscrito no solo en la historia de Brasil, sino en la del mundo.