Crónica de una jornada cultural en Antón
- 07/10/2025 00:00
El sábado 27 de septiembre tuvo lugar una jornada cultural en la “villa de Antón”, como califica al pueblo homónimo el doctor Juan Bosco Bernal, presidente del Patronato de su Casa de la Cultura. Comenzó con la inauguración matutina de la Feria del Libro y un conversatorio, con mucha audiencia, en el que participé para referirme a mi libro, Premio Ricardo Miró, cuya primera edición es de 1990, “La Región de los Llanos del Chirú”, que trata de la historia del amplio espacio sabanero comprendido entre Natá y Chame. Nos acompañó el profesor Pantaleón García Bethancourth, y su reciente libro “Antón, origen y testimonios” (publicado por UDELAS), basado en la técnica de la historia oral que lo llevó a indagar sobre diversos aspectos de la cultura popular de los siglos XX y XXI. En esa Casa de la Cultura se recuerda a otros escritores destacados como Salomón Ponce Aguilera (1867-1945), Luisita Aguilera Patiño (1914-2010) y Ernesto Castillero Pimentel (1918-1990). Las actividades de la Casa de la Cultura Manuel María Aguilera Patiño continuaron en la tarde y hasta el domingo 28 con el doctor Rafael Candanedo y “la pasión de la lectura”.
Mientras tanto, la Junta Comunal de Antón inauguró en la tarde del sábado 27 su auditorio, en el nuevo edificio de dos plantas que es su sede permanente. Junta Comunal presidida por José Bernal, honorable representante del corregimiento cabecera, muy activo con una obra encomiable en sólo un año de funciones. Dicha entidad municipal decidió ponerle mi nombre a su auditorio, en una ceremonia concurrida que agradezco profundamente y que me conmovió. Aproveché el momento para rememorar algunos pasajes de mi niñez y juventud en Antón, donde nací y solar de mi familia, originaria de Penonomé (y antes de Natá), desde finales del siglo XVIII. También, para recordar algunos momentos intensos de las negociaciones de los Tratados Torrijos-Carter en los que participé en Washington, especialmente en reuniones en el Pentágono con nuestras contrapartes militares estadounidenses, tema de gran actualidad e interés en el 48 aniversario de la firma de los pactos liberadores.
Recordé igualmente mi frecuentación a muy temprana edad de la biblioteca pública de Antón (1942), la mejor de todo el interior en su época, hoy cerrada y abandonada, como sucede, también me enteré, con muchas otras. ¿Por qué ocurre semejante situación? Cuando se despilfarraron miles de millones de dólares de fondos públicos en las últimas administraciones presidenciales en gastos superfluos, en numerosos actos de corrupción ahora bajo el escrutinio del Ministerio Público, en clientelismo político puro y duro. Cuando, por ejemplo, hay todavía millares de personas que cobran en la Asamblea Nacional sin trabajar, mientras que se abandonan las bibliotecas públicas por falta de recursos. Es una tragedia más de la educación panameña, la única esperanza que tenemos para avanzar de verdad.
La imponente y vieja casona de un alto donde nació el presidente Ernesto Jaén Guardia (1895-1971), situada en el corazón del casco histórico de Antón, al lado de la iglesia parroquial donde reposa desde el siglo XIX la imagen venerada del Cristo de Esquipulas, fue puesta a disposición de la Casa de la Cultura, con generosidad extraordinaria por su propietaria Helena Raquel Aguilera Bernal viuda de Barnils. Dicho inmueble espera el pronto perfeccionamiento de su traspaso legal en uso al Patronato para poder recibir fondos, de origen privado y estatal, municipal, para las urgentes reparaciones y su modernización. Este Patronato, que actúa con tanta diligencia y probidad, organiza actividades de un municipio que es así un modelo para todo el interior de Panamá, ese territorio que albergaba, hasta principios del siglo XX, la inmensa mayoría de la población nacional.
Regresar a los orígenes, a las fuentes rurales para revitalizarse, es un ejercicio cada vez más frecuente y necesario para muchos panameños ahora urbanos. El mejoramiento de las carreteras nacionales ha acercado los pueblos de todas las provincias centrales, mayor reserva de emigrantes al Gran Panamá Metropolitano que están, cuanto más, a 5 horas en automóvil. La renovada vitalidad de festivales municipales y de fiestas religiosas es un hecho innegable. Desde el Desfile de las Mil Polleras de Las Tablas, el Festival del Manito de Ocú, el Festival de la Mejorana en Guararé, la Feria Internacional de Azuero en la Villa de Los Santos, las peregrinaciones votivas a La Atalaya y a Antón, hasta los carnavales de Penonomé, Chitré y Las Tablas, entre los más importantes.
Muchas personas y familias emigradas a Panamá y Colón, de origen interiorano, regresan a sus pueblos y campiñas, primero a las playas de Chame, San Carlos y Antón y hasta las montañas como en el Valle y La Pintada, con sus lujosas urbanizaciones y hoteles, también destino del turismo internacional, y luego hasta el casco y los alrededores de los poblados sabaneros. Ese esfuerzo de revitalización se acompaña de un trabajo mayor de las autoridades municipales y los pobladores, como los 60 mil habitantes del distrito de Antón, para mejorar su territorio y dotarlo, además, de buenas escuelas, bibliotecas, centros culturales y casas comunales. Ojalá las autoridades nacionales, los diputados, los alcaldes y representantes de corregimiento, los ciudadanos de a pie, se inspiren de lo que está sucediendo en Antón para hacer florecer más ese inmenso territorio que es la fuente original de nuestro Panamá actual.