Opinión

La historia junto a Digna y Heriberto

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  • 10/07/2025 00:00

Tuve muchas dudas cuando decidí escribir unas líneas referentes a dos personalidades, panameños insignes, raizales en sus orígenes humildes y de una parte del país que siempre se ha considerado abandonado: Darién. Más interrogantes me asaltaron cuando frente a la pantalla del ordenador no sabía cómo iniciar y articular esas dos vidas, en el entramado humano, económico, político y social que les ha tocado vivir en el siglo pasado y el presente, aún ambos batallando por mejores días para su provincia. Es el compromiso con la historia.

Ese Darién profundo, como mencionara Teodoro Méndez en su libro El Darién, imagen y proyecciones, en sus inicios y las numerosas dificultades, de la carretera, o red vial que nunca termina de repararse con innumerables orificios, los ríos y costas, que era y es su medio de transporte, vía aérea, para llegar las montañas y sus comarcas, en su momento, la Dra. Reina Torres y Darién, etnoecología de una región histórica, recientemente el obispo Rómulo Emiliani con la Pastoral Social. Incluyendo la diversidad cultural de grupos afrodescendiente, mestizos, colonos e interioranos, originarios, traficantes, migrantes, indocumentados, negocios irregulares con la extracción de la madera y desde hace un tiempo, la presencia representativa de asiáticos. Pulmón de la humanidad. Pero gente noble, buena, buscando opciones de vida. Mezcolanza étnica. Cumplió 100 años fundación.

Se nos hizo muy difícil el encuentro, nunca podíamos coincidir, pospuesto varias veces con estos distinguidos darienitas y panameños, cada uno con sus ejecutorias y sus agendas en las mochilas, todavía cargada cual torrentes impetuosos del Tuira y Chucunaque, de ideales, utopías, proyectos, planes, a la altura de sus existencias.

Nos referimos, a dos personas, ella, una dama tal su nombre, Digna Caraballo, oriunda autóctona del poblado de Yaviza, allá al final del camino, por tierra de la carretera Panamericana, orgullosa de su origen afrodescendiente, fiel defensora del folklore del bunde y bullerengue, aparte de otras actividades. Hace leal honor a su nombre. Mujer madura, cabello corto ensortijado, hilos de plata en sus sienes, de porte serio, pero siempre sonrisa a flor de piel. Con voz clara y modulada, explica y orienta su amor profundo a la tierra a los numerosos estudiantes. Docente por vocación y entrega, brindando sus aportes a la cultura negra, recibiendo el reconocimiento nacional y de sus paisanos, así como la participación en el activismo social, ampliando los conocimientos, y en un pasado no muy lejano compartimos personalmente la grata experiencia de los requerimientos agronómicos, en la producción de un huerto agrícola comunitario, Niama (fuerza vital) en idioma bantú, en esa ubérrima región.

La profesora Digna, luego de su formación humanística en la Universidad de Panamá, regresa a su provincia, aunque nunca se fue, con un bagaje y arsenal de sabiduría y que inmediatamente los pone en ejecución, incorporándose a los programas de alfabetización, cultura y liberación, en los aspectos de la enseñanza a jóvenes y adultos que no sabían leer ni escribir, impulsando la identidad cultural. Luego de años de grandes esfuerzos y sacrificios se crea el Centro Regional Universitario de Darién y por allí aparece también otro educador, con iguales inquietudes.

Respetuosamente, Digna según sus propias palabras nos dice textualmente y es una convencida: “somos conscientes de que sin cultura no hay desarrollo y que la cultura es fundamental para el desarrollo de los pueblos, puesto que fija la identidad de los pueblos y no permite el olvido con el pasado”. Reafirma su compromiso de que “una de las grandes debilidades que hoy nosotros tenemos en la provincia es la no integración de los procesos culturales dentro de los procesos educativos y que debemos integrar la cultura con la educación para lograr la liberación”, agrego yo el poco interés de los gobiernos y autoridades locales para un mayor apoyo al Darién.

Por otra parte, la persona que hemos hecho alusión, es al profesor Heriberto Torres Ábrego, nació en Jaqué, quien como dicen ahora, la juventud, frisa el “noveno piso y tres apartamentos”. Alto, enjuto, rostro vivaz, humanista, mirada aguda, planificador y pensador intenso, llamado el Quijote negro por su profundo idealismo, que ha participado en innumerables jornadas docentes y sociales, tanto a nivel nacional e internacional, cursos de planificación en Chile y otros lugares del mundo. Parte de su vida transcurrió en la provincia de Coclé, donde fue director muchos años del Colegio secundario Ángel María Herrera de Penonomé. Pero nunca volteó la mirada u olvido a su natal Darién. Fundó Incadi (Instituto para la Capacitación de Desarrollo Integral del Darién) impulsando obras de interés social y comunitario. Incansable luchador social. Recientemente presentó una autobiografía de su vida titulada: Andanzas de un Quijote Negro, cabalgando para reflexionar, en donde narra sus vivencias.

Heriberto ha tenido una vida intensa y agitada. Escribe artículos de opinión en La Estrella de Panamá sobre diversos tópicos de la vida y situación actual del país. Con la palabra autorizada medita y nos dice: “Tenemos que revisar las cosas que hemos hecho, como y cuando... ya es tiempo de fortalecer las organizaciones internas de los pueblos, basando en la educación liberadora que corresponda al Darién y llevando a cabo una revolución cultural lentamente que pueda transformar ciertos hábitos, creencias y actitudes, para que haya realmente una transformación profunda”.

En esa misma línea de pensamiento, por convicción histórica, coinciden ambos educadores, profesores Digna Caraballo y Heriberto Torres.

*El autor es ingeniero agrónomo