La ilusión transexual y el matrimonio homosexual (2)

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  • 15/10/2025 00:00

Con respecto al matrimonio homosexual, pastores evangélicos manifestaron que “el matrimonio fue instituido por nuestro Creador como un pacto sagrado, no como un contrato humano sujeto a revisión o redefinición. Ninguna autoridad civil tiene el poder de redefinir lo que no creó. Alterar ese pacto sagrado es rebelarse contra el diseño sagrado de Dios en la composición distinta, pero armoniosa de los sexos”.

De hecho, los regentes de las iglesias cristianas tienen la obligación de resistir esa confusión diabólica y alzar su voz con valentía y claridad apostólica sobre asuntos que amenazan la moral de la sociedad y la dignidad de la humanidad. Deben oponerse firmemente a la redefinición de nuestra sagrada institución del matrimonio, establecida por Dios y no sujeta a los caprichos de la opinión pública ni a los decretos de la autoridad civil que buscan separar la unión entre el hombre y la mujer de su propósito divino, su orden natural y su poder procreativo.

Cuando la sociedad sanciona tal confusión moral, violenta el alma de la humanidad, la institución del matrimonio y la familia, célula fundacional de nuestra civilización.

Debemos, como sociedad, esforzarnos por restaurar los comportamientos básicos normales en nuestra cultura mientras aún podamos, o pagaremos el precio de nuestra complacencia acrítica. Esta locura debe detenerse antes que nos convirtamos en otra Sodoma y Gomorra.

Los ciudadanos estadounidenses viven en tiempos en los que personas irracionales e insanas lograron alcanzar el poder, tanto en los medios de comunicación como en el gobierno, y han dictado a la ciudadanía políticas irracionales y demenciales sancionados por el mismo Estado.

Nosotros, como cristianos, no debemos abrazar esa mentalidad pragmática marxista cuya consigna política es cualquier cosa que funciona, cualquier cosa que tranquiliza a la gente, cualquier cosa que atrae a la multitud o cualquier cosa que consuela al pecador en su pecado. Debemos distanciarnos de esa mentalidad y permanecer anclados en la Palabra de Dios.

Precisamente, los cinco temas principales de la agenda que mantienen unidos a la izquierda demócrata de hoy son: el aborto a demanda, la transexualización de niños inocentes, el matrimonio entre personas del mismo sexo, los inmigrantes ilegales y destruir a Donald Trump.

Al intentar crear un supuesto espacio seguro, inclusivo e igualitario para un pequeño grupo de personas LGBTQ+, los demócratas han creado un entorno hostil donde las mujeres ya no se sienten seguras. Las mujeres biológicas ya ni siquiera pueden reclamar la función exclusiva de la maternidad. Es triste que hemos permitido que esos delirios LGBTQ se arraiguen en nuestras sociedades y nos hemos dejado llevar por ese engaño cultural al rebelarse esos grupos contra la verdad y el sentido común y dar la bienvenida a la degeneración moral que nos ha llevado a este nivel perverso de insensatez y a la falsa idea de que hombres y mujeres son intercambiables, desafiando toda realidad biológica y física.

¿Desde cuándo se volvió controvertido el reconocimiento de la biología básica y la comprensión científica de las diferencias biológicas entre hombres y mujeres?

Es sorprendente que ahora necesitemos aprobar leyes especiales para mantener a hombres biológicos fuera de los baños de las mujeres y niñas, lo que no hace más que reforzar la evidencia de que el partido izquierdista/liberal demócrata es una camarilla de pervertidos, mentirosos, psicópatas violentos e intolerantes, además de anti Dios.

En cierto modo, las mujeres han alentado esta situación perversa. Durante muchos años he visto a innumerables cantidades de mujeres, incluyendo aquellas elegidas por votación popular o designadas en altos cargos gubernamentales, marchar junto a la comunidad homosexual, lesbiana y transexual, apoyándolos y protestando a favor de ellos, en su largo camino para reconocimiento, inclusión y normalización social. Pero ahora que ellas y sus hijas se ven directamente afectadas en su intimidad, en su dignidad, en el deporte, etc., han reaccionado y ahora han comprendido que debemos dejar de apoyar la perversión y el mal, por muy normal que pretenda o quiera ser, especialmente cuando Dios nos dijo que está mal y es pecaminoso.

Odio decirlo, pero las mujeres de hoy han cosechado lo que sembraron y tendrán que luchar para recuperar su espacio, y será una lucha difícil y fastidiosa.

Las mujeres parecen desconocer el poder que poseen para detener esta perversión y locura. Solo necesitan mantenerse unidas y negarse a competir en contra de, o con los hombres.

Esta invasión transexual de los deportes femeninos es un reflejo de la decadencia moral de la sociedad estadounidense bajo el gobierno de la izquierda liberal demócrata. Estos hombres inestables que compiten contra mujeres en los deportes y que simplemente quieren ganar medallas y reconocimiento que no podrían obtener participando como hombres, definitivamente tienen serios problemas mentales, sin embargo, las mujeres continúan compitiendo inútilmente contra ellos.

No debería estar preocupándome más por este problema devastador que las mismas mujeres, sin embargo, la mayoría de las mujeres estadounidenses seguirán votando por los demócratas y seguirán sin entender por qué su país se desmorona tan rápidamente y se precipita hacia la decadencia moral.

La verdadera pregunta que viene a la mente es ¿dónde están todas esas mujeres activistas que supuestamente luchan por los derechos de las mujeres? ¿Aquellas defensoras del empoderamiento e igualdad de las mujeres? ¿Estaban realmente luchando a favor de los derechos de las mujeres o era por los derechos de los grupos LGBTQ?