Panamá y el plan estratégico de la OPS

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  • 19/10/2025 00:00

La semana pasada las autoridades de salud de las Américas - incluido nuestro ministro de salud - reunidas en el 62.º Consejo Directivo de la OPS aprobaron un nuevo Plan Estratégico de la OPS 2026-2031, bajo el lema “Juntos por una Región de las Américas más saludable para todas las personas”.

Este plan, fue elaborado - también con nuestra participación - a partir de extensas consultas con los países y otros actores, y se compromete a lograr resultados transformadores en salud durante los próximos seis años, abordando las enfermedades no transmisibles (ENT), la salud mental, la seguridad sanitaria, la fragmentación en los sistemas y servicios de salud, y la eliminación de enfermedades transmisibles, entre otros.

Tiene gran importancia para nosotros, pues nuestro sistema de salud es altamente fragmentado e ineficiente, y las enfermedades no transmisibles constituyen la principal causa de enfermedad, sufrimiento y muerte en nuestro territorio, ocasionando todos los años un promedio de 12,000 defunciones, muchas de las cuales pudieron evitarse si contáramos con un sistema de salud basado en la atención primaria de salud y el abordaje sistemático de los determinantes sociales de la enfermedad y la salud para lograr el acceso universal a la salud y la cobertura universal de salud.

En este contexto, le dedico el resto de esta columna a ofrecer a los lectores información más detallada sobre los cinco objetivos estratégicos de este nuevo plan. Debemos conocerlos, darle seguimiento a su ejecución y aprovechar al máximo la cooperación técnica que puede y debe ofrecernos la OPS. Adaptada a nuestras necesidades, capacidades y prioridades nacionales, es la clave para acelerar el progreso hacia los resultados del plan estratégico

El primer objetivo estratégico del plan propone acelerar los esfuerzos para alcanzar el más alto nivel de salud posible para todas las personas, enfrentando las disparidades, los determinantes sociales y los riesgos ambientales. No se trata solo de más hospitales o equipos médicos, sino de actuar sobre las raíces de la desigualdad: pobreza, vivienda precaria, inseguridad alimentaria y contaminación. En Panamá, donde las brechas entre áreas urbanas y comarcales son abismales, este objetivo es un llamado a reconocer que la salud pública comienza mucho antes de llegar al hospital.

El segundo objetivo estratégico aborda el corazón del problema: transformar los sistemas y servicios de salud sobre la base de la atención primaria. La OPS insta a los países a construir sistemas resilientes, integrados y centrados en las personas, con liderazgo y gobernanza fortalecidos. En nuestro caso, la pandemia de covid-19 dejó al descubierto la falta de coordinación entre instituciones y la debilidad del primer nivel de atención. A la luz de este nuevo marco, Panamá debería priorizar la formación del recurso humano, la digitalización sanitaria, el financiamiento sostenible y el uso inteligente de datos. No hay salud universal sin un sistema público fuerte, ni cobertura efectiva sin planificación a largo plazo.

El tercer objetivo estratégico tiene como propósito intensificar los esfuerzos que conduzcan a la eliminación de enfermedades y, al mismo tiempo, fortalecer la vigilancia, la prevención, el diagnóstico temprano, la rehabilitación y el manejo de las enfermedades transmisibles, las ENT y los problemas de salud mental, junto con la respuesta del sistema de salud a la violencia, los accidentes de tránsito y los traumatismos no intencionales, para reducir la carga de enfermedad, la mortalidad prematura y la discapacidad resultante a lo largo del curso de vida. También se pretende mejorar la respuesta multisectorial integral a estas enfermedades y problemas de salud. Finalmente, en el objetivo estratégico 3 se aborda la resistencia a los antimicrobianos y se promueve la adopción de un enfoque de “una salud”, que reconoce la interconexión de la salud humana, animal y ambiental.

El cuarto objetivo estratégico apunta a fortalecer la preparación ante emergencias sanitarias y desastres. América Latina es una región de alta vulnerabilidad, y Panamá no es la excepción: las inundaciones, sequías y crisis epidemiológicas son cada vez más frecuentes. La OPS promueve aquí una capacidad de respuesta que combine ciencia, coordinación y rapidez, asegurando que las amenazas se detecten y se enfrenten antes de convertirse en tragedias. Este objetivo nos recuerda que la seguridad sanitaria no se improvisa: se construye con inversión sostenida y cooperación regional.

Por último, el quinto objetivo estratégico se centra en la propia transformación institucional de la OPS. Para cumplir su mandato, la organización debe reforzar su gobernanza, transparencia y cultura de rendición de cuentas, además de modernizar sus mecanismos de cooperación técnica. Este componente, aunque menos visible, es clave: solo una OPS eficiente y moderna podrá ofrecer asistencia oportuna y adaptada a las necesidades de cada país.

Mirado en conjunto, el Plan Estratégico 2026-2031 propone una visión integrada de salud pública: equidad social, sostenibilidad ambiental, innovación tecnológica y fortalecimiento institucional. No son metas abstractas; son compromisos medibles que Panamá puede y debe asumir. Pero la implementación no dependerá solo de los acuerdos internacionales, sino de la voluntad política nacional. El reto está en alinear nuestras políticas, presupuestos y capacidades con esta agenda regional. De nada servirá la cooperación técnica si seguimos atrapados en un modelo de gestión fragmentado y reactivo.