Ana Endara : ‘Incluso en la vulnerabilidad hay espacio para el humor’

La directora panameña Ana Endara da el salto de lo documental a la ficción con una obra que ya resuena en escenarios internacionales de prestigio. AFP
Querido Trópico explora el cuidado, la maternidad y la migración desde una mirada íntima y poética en un jardín tropical panameño. Cedida
Ana Endara Mislov, Isabella Gálvez y Jenny Navarrete de ‘Querido Trópico durante el Festival Internacional de Cine de Toronto. AFP
  • 23/09/2025 00:00

La directora de cine presenta su primera película de ficción, en la que explora cuidado, migración y maternidad. El proyecto fue elegido para representar a Panamá en los Premios Oscar y Goya

Ana Endara se ha consolidado como una de las voces más sensibles y singulares del cine panameño. Tras una trayectoria marcada por el documental, dio un paso decisivo hacia la ficción con Querido Trópico, una obra que desde su estreno el 18 de septiembre ha despertado emociones profundas entre el público. La película no solo ha conmovido en las salas locales, sino que también ha sido seleccionada para representar a Panamá en los Premios Goya y en los Premios Oscar, un reconocimiento que marca un hito en la historia reciente de la cinematografía nacional.

En Querido Trópico, Endara transforma el trópico en un personaje vivo: lluvias que purifican y renuevan, un jardín que protege y a la vez oprime, y una humedad que envuelve a los protagonistas en un vaivén entre lo íntimo y lo universal. Con una mirada delicada y firme, la directora aborda temas como el cuidado, la maternidad, la migración y la fragilidad, abriendo un diálogo sobre la identidad panameña que, a través de lo sensorial y lo poético, logra resonar en cualquier rincón del mundo.

¿Qué representa para usted que Querido Trópico haya sido elegida como la película que llevará la bandera de Panamá a los Premios Goya y los Premios Oscar?

Es un honor enorme que la Academia de Cine de Panamá haya elegido Querido Trópico para representarnos en los Premios Oscar y en los Premios Goya. Estoy muy agradecida por este reconocimiento a nuestro trabajo y al recorrido que ha tenido la película en festivales internacionales, así como a los premios que ha recibido en distintos lugares del mundo.

¿Cuál fue la semilla de inspiración detrás de Querido Trópico y cómo cree que dialoga con la identidad panameña?

La semilla fue pensar en el cuidado en nuestras sociedades latinoamericanas, llenas de desigualdades, y en mis propias preguntas sobre la maternidad y el rol que se espera de las mujeres como cuidadoras. Ese punto de partida se refleja en la relación entre Mercedes y Ana María, dos migrantes en este país. Y eso conecta con la identidad panameña porque Panamá es un país de migraciones y encuentros; esas tensiones entre lo personal y lo social están muy presentes en cómo habitamos este lugar.

El título mismo evoca afecto y pertenencia. ¿Qué significa “Querido Trópico” en su visión artística?

En la película, el trópico es el lugar que las envuelve y protege. El jardín tropical es refugio, un espacio que contiene y se vuelve casi un personaje más. También están los aguaceros, tan propios de Panamá: esa sensación de flotar en la humedad, de asombro y hasta de miedo con los truenos, pero también de limpieza y renovación. Quise que esas lluvias transmitieran la idea de empezar de nuevo. Para mí, Querido Trópico habla de ese entorno que acompaña, agobia y a la vez sostiene, reflejando las emociones de los personajes.

¿Cuáles fueron los principales retos al dirigir y materializar una obra que ahora se proyecta en escenarios internacionales de tanto prestigio?

Uno de los mayores retos fue pensar en dirigir a Paulina García, una actriz de tanto renombre. Al comienzo me intimidaba tenerla al frente en mi primer proyecto de ficción, pero desde la primera conversación las dudas se disiparon. Fue un absoluto goce: nos la pasamos muy bien, y la colaboración no hizo más que crecer. Con Paulina creamos una sinergia muy linda que incluso ha dado pie a una nueva película que ya estamos desarrollando.

¿Hubo algún momento en el rodaje o montaje que marcara un antes y un después en la película?

El mayor reto fue dar el salto de lo documental a la ficción. En el documental una acompaña la vida real, pero aquí tuve que inventar un mundo que fuera creíble y, al mismo tiempo, poético. Otro desafío grande fue cómo retratar la demencia sin caer en clichés; lo trabajamos desde el guion, siempre buscando la sutileza, tanto en lo que se muestra como en lo que se calla.

El casting también fue determinante: la película dependía de la química entre Paulina y Jenny. Fue un proceso largo, pero cuando se encontraron, supimos que ahí estaba el corazón de la historia. Después vino el reto de sostener el tono, porque había escenas muy intensas que terminaban en una risa liberadora, y mantener ese equilibrio entre drama y humor no era sencillo.

Y estaba la experiencia personal de dirigir actrices por primera vez. Aprendí a cuidar su energía y a crear un espacio seguro para que pudieran entregarse por completo. Ese aprendizaje marcó un antes y un después en mi manera de entender la dirección.

En términos narrativos y visuales, ¿qué elementos considera que hacen de Querido Trópico una propuesta única frente a otras producciones latinoamericanas?

Creo que es una forma distinta de ver y sentir a Panamá en la pantalla, poniendo énfasis en lo sensorial: el calor, la humedad, los sonidos, los aguaceros, los insectos, las orquídeas...

¿Qué cambios cree que necesita la industria local para seguir consolidándose y llegar con más fuerza a festivales y academias internacionales?

Más sentido de comunidad y más auto crítica.

¿Siente que Querido Trópico abre camino a una nueva generación de cineastas panameños?

Ojalá que sí, eso me haría muy feliz. Que una nueva generación vea Querido Trópico en las pantallas y reflexione sobre las historias que quiere y puede contar, y también sobre las formas de contarlas. No como un modelo a seguir, sino como una invitación a conectar con los temas que les importan, con preguntas personales. Y que se animen a retratar esos otros Panamá, los que existen al margen de las postales que muchas veces se piensa que son la única manera de representarnos como país.

Como directora, ¿cómo maneja la tensión entre lo íntimo y lo universal: contar una historia profundamente panameña que al mismo tiempo pueda resonar globalmente?

Querido Trópico es una historia íntima, situada en un jardín tropical en la Ciudad de Panamá, que ha logrado resonar en lugares tan distintos y distantes. Eso confirma que los temas de la película -el cuidado, la fragilidad y la manera en que se reparten esas responsabilidades- no son solo locales, sino universales.

¿Qué aprendizajes personales le deja esta experiencia, más allá de los reconocimientos o posibles premios?

Muchísimas cosas. Entre ellas, un profundo respeto y admiración por el trabajo actoral, y un enorme amor y agradecimiento hacia el equipo que hizo posible esta película junto a mí

Si pudiera sintetizar en una frase el legado que desea que deje Querido Trópico, ¿cuál sería?

Que quede la idea de que cuidar es algo que nos une, y que incluso en la vulnerabilidad hay espacio para acompañarnos con cariño y humor.