De los nuchus gunas a la obra de Guillermo Trujillo: ritual y contemporaneidad en el arte panameño
- 26/12/2025 00:00
En la cultura guna, los nuchus son figuras espirituales de madera que actúan como protectores y mediadores entre el mundo humano y el espiritual, con un valor ritual que trasciende lo decorativo. Esta simbología inspiró a uno de los artistas más destacados de la escena contemporánea, quien reinterpretó los nuchus en su obra, creando un diálogo entre la tradición indígena y modernidad en el arte nacional
En la cultura guna de Panamá, los nuchus son pequeñas figuras antropomorfas talladas en madera que van mucho más allá de la estética: son entidades vivas, guardianes del hogar y mediadores en rituales de sanación, conectando a la comunidad con el mundo espiritual. Cada nuchu se crea con respeto a la naturaleza y se activa mediante cantos, baños de cacao y sahumerios, integrando arte, vida y ritual.
Lejos de ser simples objetos decorativos mal interpretados como muñecas, son en esencia símbolos de conexión entre el mundo visible e invisible.
Cada nuchu nace de un acto de respeto y conocimiento ancestral. Para su creación, se selecciona cuidadosamente la madera, pidiendo permiso al árbol y a la naturaleza circundante. La talla se realiza siguiendo saberes tradicionales y, posteriormente, se le otorga vida mediante cantos, baños y sahumerios con humo de cacao. Estas figuras se consideran mediadores entre distintos planos de existencia.
En la cosmovisión guna, todo está interconectado: personas, espíritus, naturaleza, animales y objetos rituales forman una red viva que sostiene la comunidad.
El antropólogo Paolo Fortis, en “Kuna Art and Shamanism” (Arte guna y chamanismo), subraya que los nuchus no son meros objetos: son actores dentro de la memoria colectiva, la protección y la sanación de la comunidad. Su valor no se mide por la estética sino por su función espiritual y social, desafiando las nociones occidentales de arte separado de la vida.
Es esta fuerza espiritual y simbólica la que inspiró al pintor panameño Guillermo Trujillo (1927–2018). En obras como las de sus series Paisajes verticales, Trujillo incorporó figuras estilizadas y antropomorfas que evocan a los nuchus, transformando su poder ritual en lenguaje pictórico contemporáneo.
Las figuras erguidas actúan como totémicas o chamánicas, emergiendo de paisajes naturales y simbólicos que combinan mito, identidad y memoria cultural panameña.
Trujillo no se limita a copiar los nuchus: los resignifica, trasladando lo ritual y espiritual del objeto tangible al lienzo. Esta transformación permite que los símbolos ancestrales dialoguen con el presente, creando un espacio donde lo ancestral y lo contemporáneo se entrelazan.
Las figuras pictóricas mantienen la función simbólica de protección y mediación, pero dentro de una narrativa visual que refleja los retos, la identidad y la memoria colectiva de la sociedad panameña contemporánea.
En la obra de Trujillo, lo contemporáneo no solo aparece en la técnica o el color, sino también en la manera en que integra el mito y la tradición indígena con la narrativa del Panamá moderno.
Sus paisajes, cargados de simbolismo, funcionan como puentes entre la memoria ancestral y la experiencia contemporánea, conectando la espiritualidad de los nuchus con la sensibilidad estética y cultural del arte moderno.
Este diálogo entre tradición y modernidad evidencia que el arte indígena no pertenece únicamente al pasado. La reinterpretación de los nuchus por parte de Trujillo confirma que los símbolos tradicionales pueden transformarse en vehículos de creatividad contemporánea, identidad y reflexión cultural.
Mientras los nuchus son figura centrales en las sanaciones y rituales en las comunidades gunas, las figuras de Trujillo funcionan como mediadores visuales que evocan memoria, espiritualidad y cuidado de la vida en un contexto moderno y urbano.
En un mundo donde muchas expresiones indígenas son desplazadas hacia museos o colecciones privadas, la obra de Trujillo nos recuerda que el arte indígena es una práctica viva. Su pintura manifiesta que lo ancestral puede dialogar con lo contemporáneo, integrando identidad, resistencia cultural y continuidad de saberes ancestrales en el arte panameño.
En Trujillo, los nuchus trascienden la madera y los rituales: se convierten en figuras pictóricas contemporáneas, preservando su esencia espiritual y ofreciendo al espectador una experiencia estética que es al mismo tiempo ceremonial, simbólica y profundamente humana.