Luis Tosar: ‘La ficción a veces es más exacta que las noticias de cada día’
- 24/12/2025 07:14
En entrevista con La Estrella de Panamá, el actor español reflexiona sobre su participación en ‘Sucedió en enero’, filme dirigido por Luis Romero e inspirado en la obra de Mireya Hernández. El ganador de tres premios Goya aborda además los vínculos entre cine y teatro, la versatilidad actoral y el valor de la ficción como herramienta para preservar la memoria histórica
A la llegada de nuestra entrevista, el actor español Luis Tosar se mostró jovial con el equipo periodístico de La Estrella de Panamá que se acercó al hotel en el que se estaba alojando y que sirvió también como punto de encuentro para la prensa, que se encontraba en busca de los testimonios de los actores nacionales e internacionales que formarán parte de ‘Sucedió en enero’.
Una película de Luis Romero basada en la obra de su madre, la escritora y periodista Mireya Hernández, que previsiblemente verá la luz en enero de 2027. Si bien esta no es una película de época, el filme refleja la memoria colectiva en torno a los sucesos del 9 de enero de 1964 desde un prisma particular.
Tosar se mete en la piel de Eugenio, un director de teatro español que tiene el encargo de montar una obra alusiva a uno de los sucesos que marcaron la historia contemporánea panameña. Eugenio lo conseguirá con la ayuda de diversos personajes encarnados por los actores y actrices Indhira Serrano, Michelle Alpizar, Juan David Guardia, Jalsen Santana, Lucho Gotti, Luis Gustavo Macías e Isabel Burgos, entre otros.
La película literalmente la estamos terminando hoy mismo. Han sido cinco semanas de rodaje en mi caso un poco partidas, porque he tenido que volver a España de por medio para promocionar y estrenar otra película. Pero han sido, la verdad, unas semanas para mi gusto maravillosas.
Un rodaje muy tranquilo, muy placentero, muy íntimo de alguna manera, que no es tan fácil de conseguir a veces con la maquinaria del cine, en la que hay siempre mucha distracción y, a veces, demasiado artificio. En este caso, creo que hemos conseguido trabajar de una manera muy íntima, también para intentar retratar todo ese proceso que se produce en los personajes de la película, que es un proceso de búsqueda, de identidad, de encuentro con su propia realidad en un país tan maravilloso y contradictorio como lo es Panamá.
Pues creo que hemos montado un muy buen equipo humano, la verdad. Creo que ha habido muy buen entendimiento. Yo no tenía realmente mucha idea de qué me iba a encontrar aquí. Sabía que Luis [Romero] estaba contando con un plantel de actores y un elenco muy variado y diverso, porque además hay gente de diversas edades, lo cual eso siempre de entrada plantea un intercambio generacional que es fructífero.
Así ha sido, porque además yo he tenido la suerte de ser uno de los extranjeros de la película, junto con Jalsen Santana e Indhira Serrano. Todo el elenco y el equipo panameño ha sido muy generoso a la hora de contarnos cómo han sido sus experiencias en alguno de los hechos que se cuentan en la película. Algunos de los más veteranos que, ya sea por suerte o por desgracia, han estado presentes en todos estos hechos y los más jóvenes que han nacido después de los acontecimientos que se muestran en la película, incluso alguno como la invasión, pero cómo viven eso, ¿no? ¿Cómo parte de ese trauma que se produjo en el país, de alguna manera se hereda y se transmite de generación en generación?
El director Luis Romero y yo nos conocimos, creo que fue en el 2014. Me regaló la obra de teatro que está escrita por Mireya Hernández, su mamá. Luis me habló del proyecto y luego un tiempo después me hizo llegar el guion, lo que tenía ya conformado como una historia en la que un director de teatro extranjero era contratado para dirigir una función que era la de ‘Sucedió en enero’.
Lo tuve ahí durante un tiempo, tenía ahí como un stock de guiones que no lograba sacar adelante, que intentaba leer pero tenía mucho trabajo. De ese stock, el guion que sobrevivió fue ‘Sucedió en enero’, porque claramente era una película que a mí me planteaba la posibilidad de trabajar en dos mundos que siempre me han apasionado: el teatro y el cine.
La película además me planteaba trabajar en otra cinematografía, que es algo que también siempre me ha interesado mucho. Algo que en los últimos años por una cuestión de estructura familiar tampoco había podido probar tanto como me hubiera gustado, pero que es algo que en el pasado hice mucho y, de hecho, tuve la oportunidad de trabajar en varias producciones en América Latina, y eso es algo que siempre me ha gustado e interesado.
Esta para mí ha sido una nueva oportunidad de volver a establecer esos lazos para mí, te diría casi que esto es oro puro.
Pues, la idea de seguramente el 99% de los profanos españoles, que es un lugar en el que hay un canal, que es una obra de ingeniería majestuosa y que yo desde muy pequeño tenía ganas de conocer. Y que seguramente no me había parado ni a pensar de que esto estaba en un país, y que la importancia del país va muchísimo más allá de la presencia de un canal.
Aunque sí es verdad que una vez que uno está aquí en Panamá se da cuenta de que el canal, por suerte o por desgracia, ha marcado la realidad de este país en todos los aspectos, y que la convivencia con los norteamericanos durante tantos años y esa vivencia tan insólita ha marcado una manera también de vivir y entender el país.
Todavía tengo la sensación de que este es un país que está en una búsqueda permanente de su identidad. Creo que esto es algo muy afín a todos los pueblos del mundo, evidentemente, porque todos, alguno más, otro menos, están en esa búsqueda permanente. Algunos lo intentan con más nostalgia del pasado que otros, pero otros lo hacen porque simplemente buscan una manera de entenderse como pueblos.
En pueblos como el panameño que han estado tan marcados por una realidad a veces tan violenta y luctuosa como lo que ocurrió con el 9 de enero, y la invasión de 1989, y que es muy reciente, por desgracia, esa búsqueda es un ejercicio permanente.
De alguna manera, es un honor ser partícipe de algo que pertenece también a esa búsqueda, que es la investigación cinematográfica, en este caso de Luis Romero, quien viniendo del cine documental, creo que tiene todas esas habilidades muy entrenadas, para luego llevar esta historia a la ficción, sin abandonar esa perspectiva de documentalista.
El reto era intentar relajarme lo más posible, porque tenía la sensación de que tenía que vivir el viaje igual que lo estaba viviendo el propio personaje. Hay que dejarse sorprender un poco por lo que está ocurriendo, observar mucho a los compañeros, verlos todo el rato, dejar que el propio país, la coyuntura te vaya llevando hacia la historia y creo que este casi era el ejercicio primordial que yo me planteé en todo momento desde este personaje.
Es cierto que hice alguna cosa adyacente, también por retomar un poco el contacto. Yo hace años que no hago teatro y estuve haciendo un taller con un gran maestro nuestro, con el director de teatro argentino Juan Carlos Corazza. También de alguna manera por entrenar, quise reconectarme con la figura del director teatral, de un grupo de un elenco de actores montando una pequeña pieza.
Bueno, retomar un poco esa dinámica para llegar aquí y tener todo esto más fresco, ¿no? Y insisto, creo que el el gran ejercicio que yo que sentí que tenía que hacer en esta película era colocarme al lado del personaje en la mayor medida posible. De alguna manera Eugenio, no digo que tuviese que ser yo, pero casi, por así decirlo.
Yo diría que es básica. Cuanto más dúctil sea un actor, más posibilidades tiene de hacer cosas que sean mínimamente interesantes. Claro, todo eso pasa por un compromiso con la profesión que a veces requiere ciertos sacrificios porque no te deja estar tanto contigo mismo como a veces a uno le apetecería. A veces, tienes la sensación de que te abandonas demasiado. De que no estás muy presente en tu propia realidad y estás mucho más en la de cualquier otro, sea un personaje o sea alguien en el que te quieres fijar precisamente para construir un carácter.
Uno tiene que asumir que esto es parte de la cuestión, porque luego se traduce en que cuanto más abierto estés y más empático, por así decirlo, a las cosas que te suceden en el mundo, pues bueno, normalmente se traduce en en que actúas mejor. Pero bueno, es un precio que uno paga como en cualquier otra profesión.
En otras profesiones es una carga física que te destroza el cuerpo o que te produce un estrés brutal, y en esta, pues bueno, tienes que renunciar un poco a ti mismo, por así decirlo, o preservarte para ti en los momentos cruciales de la vida que son cuando estás con tu familia, con tus niños, con tu esposa, intentar lo más posible ser tú y apartarte de todos los los personajes que vas ejecutando.
A veces no es un ejercicio tan sencillo como pudiera parecer porque no eres tan consciente de lo que se está posando en ti de los personajes que interpretas y de lo que tú eres realmente. En ese ejercicio, que necesitas hacerlo. A mí antes me importaba menos cuando era más joven, realmente me daba igual. No era muy consciente de en qué estaba, si era yo o era el personaje o era una mezcla. Siempre hay algo ahí. Pero a medida que vas creciendo y sobre todo cuando tienes hijos, te das cuenta de las cosas que estás poniendo ahí, que no son tuyas realmente. Y con eso hay que jugar con cuidado.
El cine y la ficción en general tienen la gran virtud de hacer que los hechos dejen de ser simplemente eso y se conviertan en algo que atañe más al ser humano, por así decirlo, es decir, que no es solo la noticia, sino el personaje. El personaje es algo que nos conecta con nosotros, con nuestro corazón. Cuando vemos a un personaje representado en una película podemos emocionarnos con él, lo podemos sentir cercano, podemos sentir empatía hacia él.
Normalmente con las noticias hemos creado una dinámica de comunicación en el mundo que nos deja muy anestesiados con respecto a lo que ocurre. Los muertos nos empiezan a dar igual. Empezamos a hablar de números y ya uno habla de 300, 400, 500, 600 muertos como si nada ocurriese. Lo hablamos el otro día con la compañera Indhira, por ejemplo.
El umbral de violencia dependiendo del país en el que uno viva es muy diferente, y las cifras a las que uno se acostumbra son diferentes dependiendo de la realidad en la que uno vive. Uno se acostumbra a pérdidas de una cuantía brutal.
Cuando uno abraza una obra de ficción, ya sea una novela literaria, una serie, una película, incluso te diría un documental, tiene acceso a una emoción y a unos sentimientos de manera directa y concisa, y es el ser humano que, a su vez, es emoción, es sentimiento, y es corazón. Hay una manera de acercarse al tema, como puede ser la memoria histórica y aquellos acontecimientos que han marcado el devenir de los países, ya sea en el caso de Panamá, o España. Unos sucesos tristemente luctuosos, los cuales creo que conviene revisar de vez en cuando y ponerlos de pie con una obra de ficción, que no tiene por qué ser un panfleto.
Sin embargo, sí puede ayudar a que se comprenda mejor nuestra propia historia, incluso a que la aprendamos, porque es verdad que las generaciones van pasando y hay gente que no ha vivido esos hechos, pero creo que tiene derecho a conocerlos. Por otro lado, es verdad que es ficción, pero creo que la ficción a veces es más exacta y más quirúrgica que las noticias de cada día.