‘Materialists’: ¿amar por convicción o conveniencia?
- 31/07/2025 00:00
La nueva cinta de la cineasta Celine Song nos lleva a pensar en la pregunta milenaria si el matrimonio es simplemente una transacción o si el amor puede conquistar hasta las esquinas más recónditas de la razón El matrimonio siempre ha sido uno de los temas más ilustrados en el cine, desde solo la propuesta de compromiso hasta el gran evento de blanco, las bodas se asientan como uno de los puntos focales en la vida humana. Sin embargo, también se alzan las preguntas más modernas de si realmente pensamos en el matrimonio como algo más que una presentación de estatus y prestigio a través de una boda, o más allá, como un vínculo emocional que pone el amor por encima de la razón.
Celine Song trae una nueva propuesta del amor moderno del siglo XXI –tras su debut directoral con la cinta Vidas pasadas (2023)– en Materialists, lo que catalogó como una “comedia romántica” se ha enfrentado a la crítica y a la audiencia internacional como un ensayo bifocal sobre la convicción del amor versus la conveniencia social.
En Materialists conocemos a Lucy (Dakota Johnson), una casamentera en Manhattan, Nueva York, que se dedica a unir personas que cumplan con la lista de requisitos para tener su “amor verdadero”. Si es alto, guapo y trabaja en finanzas, o si es esbelta, por debajo de los 30 años y se hace la manicura semanalmente; Song nos presenta el montaje obligatorio de una primera cita mala, solo que estas son las entrevistas que Lucy tiene con clientes potenciales de la élite, todos los cuales tienen requisitos ridículos para una pareja potencial.
Y no es que Lucy no se da cuenta de la ironía de su trabajo al vender la fantasía del amor perfecto a la élite neoyorquina, sino que entiende también la importancia de estar con la persona adecuada. En el primer encuentro vemos a Harry, quien es el clásico protagonista por el que nos sentimos directamente empujados a apoyar. Es el hermano del novio, es inmensamente rico y lo interpreta el encantador Pedro Pascal. Lucy cree que sería un partido increíble para las mujeres que recurren a sus servicios de casamentera: un “unicornio” por su inusual combinación de atractivo, estatura masculina y cuantiosos ingresos.
Pero en verdadera naturaleza de rom-com, en medio de la hora del baile lento, Lucy confiesa a Harry que solo se casaría con alguien que pudiera darle estabilidad económica o fuera “desgarradoramente rico”, siendo que los sentimientos se desarrollan y luego se pierden. Es entre las conversaciones de Lucy y Harry que descubrimos paso a paso la verdadera ideología de ambos, pese al lente romántico que Song utiliza para cada interacción.
Pero la cinta es más que solo una casamentera que es encontrada por un prospecto de pareja, sino que su historia tras el deseo de riqueza en un matrimonio está inherentemente basada en su propio pasado, algo con lo que muchos en la audiencia y en redes sociales se han apoyado. En cierto modo, ella misma parece una trepadora materialista, pero está amparada por un modo de ver la vida basado en cuánto puedes sacar de ella más de lo que te puede costar vivirla.
Harry parece ser el hombre para ella en teoría, sin embargo, su exnovio John (Chris Evans) aparece como el tercero en este triángulo amoroso. Siendo un actor aspirante, trabaja como mesero de catering para eventos y aún vive en un apartamento pequeño con dos compañeros que no trabajan. La vida de John hostigó tanto a Lucy que terminó por separarlos, dejando en la mesa el pensamiento de Lucy de que en el romance, el dinero sí importa.
Pero ahora vuelve John a la vida de Lucy, justo cuando Harry parecía ganar terreno, y los sentimientos empiezan a fluir e interceptarse. Lucy no se cierra al matrimonio, pero Song quiere dejar un mensaje más profundo que solo ir por el hombre con mejor aspecto, si no responder al dilema en el que se encuentra Lucy al pasar más tiempo con estos dos hombres tan diferentes: ¿Casarse por amor o por dinero? Hay que reconocerle a Song que ninguno de los dos es una mala elección. Ambos son guapos y adorables, la apoyan y la tratan con respeto, y uno podría imaginarla terminando con cualquiera de los dos por la mayoría de la cinta.
En una época del cine en la que las cintas sobre bodas o matrimonios se apoyan más en lo negativo que puede ser o cómo un matrimonio se desmorona por razones innecesarias, Song quiere regresar a elementos románticos de la época de Norah Ephron, en donde cada escena y mirada te hacían realmente creer en ese domo romántico que solo existe entre dos personas y que hace que todo valga la pena.
Aún así, es real en su crítica, haciendo ver que en la actualidad, cada vez más, la percepción del amor es que es todo o nada, sin intermediarios. Lo tienes todo para satisfacer al otro, o no tienes nada y, por ende, lo pierdes. Parece un lado salvaje para mostrar, pero bien dirigido en los personajes de John y Harry, quienes realmente se ven agresivos para obtener el amor de Lucy, y ella misma se ve en la decisión de escoger a un hombre solo para sobrellevar las inseguridades de su futuro.
En su guion, Song logra crear personajes que van más allá de lo típico, siendo vulnerables, graciosos, inteligentes e ingeniosos en sus diálogos y formas de expresarse, además, el trío de Pascal, Johnson y Evans deja suficiente energía en sus interpretaciones para mantener a la audiencia cautiva entre cada uno de sus monólogos y momentos más lentos. Materialists no es una carrera para ver quién gana a la chica, sino una caminata por los senderos de pensamiento social e individual sobre el amor en tiempos de la tecnología y economía cambiante.
Song nos lleva a pensar a profundidad, de forma racional y un tanto emotiva, si realmente el matrimonio se ha convertido en buscar un compañero de tumba o si aún podemos descansar en cuánto amor tenemos por la otra persona, para hacer de la vida hacia el final algo memorable, sin importar el porcentaje de lo que el otro pueda ofrecer.
El matrimonio siempre ha sido uno de los temas más ilustrados en el cine, desde solo la propuesta de compromiso hasta el gran evento de blanco, las bodas se asientan como uno de los puntos focales en la vida humana. Sin embargo, también se alzan las preguntas más modernas de si realmente pensamos en el matrimonio como algo más que una presentación de estatus y prestigio a través de una boda, o más allá, como un vínculo emocional que pone el amor por encima de la razón.
Celine Song trae una nueva propuesta del amor moderno del siglo XXI –tras su debut directoral con la cinta Vidas pasadas (2023)– en Materialists, lo que catalogó como una “comedia romántica” se ha enfrentado a la crítica y a la audiencia internacional como un ensayo bifocal sobre la convicción del amor versus la conveniencia social.
En Materialists conocemos a Lucy (Dakota Johnson), una casamentera en Manhattan, Nueva York, que se dedica a unir personas que cumplan con la lista de requisitos para tener su “amor verdadero”. Si es alto, guapo y trabaja en finanzas, o si es esbelta, por debajo de los 30 años y se hace la manicura semanalmente; Song nos presenta el montaje obligatorio de una primera cita mala, solo que estas son las entrevistas que Lucy tiene con clientes potenciales de la élite, todos los cuales tienen requisitos ridículos para una pareja potencial.
Y no es que Lucy no se da cuenta de la ironía de su trabajo al vender la fantasía del amor perfecto a la élite neoyorquina, sino que entiende también la importancia de estar con la persona adecuada. En el primer encuentro vemos a Harry, quien es el clásico protagonista por el que nos sentimos directamente empujados a apoyar. Es el hermano del novio, es inmensamente rico y lo interpreta el encantador Pedro Pascal. Lucy cree que sería un partido increíble para las mujeres que recurren a sus servicios de casamentera: un “unicornio” por su inusual combinación de atractivo, estatura masculina y cuantiosos ingresos.
Pero en verdadera naturaleza de rom-com, en medio de la hora del baile lento, Lucy confiesa a Harry que solo se casaría con alguien que pudiera darle estabilidad económica o fuera “desgarradoramente rico”, siendo que los sentimientos se desarrollan y luego se pierden. Es entre las conversaciones de Lucy y Harry que descubrimos paso a paso la verdadera ideología de ambos, pese al lente romántico que Song utiliza para cada interacción.
Pero la cinta es más que solo una casamentera que es encontrada por un prospecto de pareja, sino que su historia tras el deseo de riqueza en un matrimonio está inherentemente basada en su propio pasado, algo con lo que muchos en la audiencia y en redes sociales se han apoyado. En cierto modo, ella misma parece una trepadora materialista, pero está amparada por un modo de ver la vida basado en cuánto puedes sacar de ella más de lo que te puede costar vivirla.
Harry parece ser el hombre para ella en teoría, sin embargo, su exnovio John (Chris Evans) aparece como el tercero en este triángulo amoroso. Siendo un actor aspirante, trabaja como mesero de catering para eventos y aún vive en un apartamento pequeño con dos compañeros que no trabajan. La vida de John hostigó tanto a Lucy que terminó por separarlos, dejando en la mesa el pensamiento de Lucy de que en el romance, el dinero sí importa.
Pero ahora vuelve John a la vida de Lucy, justo cuando Harry parecía ganar terreno, y los sentimientos empiezan a fluir e interceptarse. Lucy no se cierra al matrimonio, pero Song quiere dejar un mensaje más profundo que solo ir por el hombre con mejor aspecto, si no responder al dilema en el que se encuentra Lucy al pasar más tiempo con estos dos hombres tan diferentes: ¿Casarse por amor o por dinero? Hay que reconocerle a Song que ninguno de los dos es una mala elección. Ambos son guapos y adorables, la apoyan y la tratan con respeto, y uno podría imaginarla terminando con cualquiera de los dos por la mayoría de la cinta.
En una época del cine en la que las cintas sobre bodas o matrimonios se apoyan más en lo negativo que puede ser o cómo un matrimonio se desmorona por razones innecesarias, Song quiere regresar a elementos románticos de la época de Norah Ephron, en donde cada escena y mirada te hacían realmente creer en ese domo romántico que solo existe entre dos personas y que hace que todo valga la pena.
Aún así, es real en su crítica, haciendo ver que en la actualidad, cada vez más, la percepción del amor es que es todo o nada, sin intermediarios. Lo tienes todo para satisfacer al otro, o no tienes nada y, por ende, lo pierdes. Parece un lado salvaje para mostrar, pero bien dirigido en los personajes de John y Harry, quienes realmente se ven agresivos para obtener el amor de Lucy, y ella misma se ve en la decisión de escoger a un hombre solo para sobrellevar las inseguridades de su futuro.
En su guion, Song logra crear personajes que van más allá de lo típico, siendo vulnerables, graciosos, inteligentes e ingeniosos en sus diálogos y formas de expresarse, además, el trío de Pascal, Johnson y Evans deja suficiente energía en sus interpretaciones para mantener a la audiencia cautiva entre cada uno de sus monólogos y momentos más lentos. Materialists no es una carrera para ver quién gana a la chica, sino una caminata por los senderos de pensamiento social e individual sobre el amor en tiempos de la tecnología y economía cambiante.
Song nos lleva a pensar a profundidad, de forma racional y un tanto emotiva, si realmente el matrimonio se ha convertido en buscar un compañero de tumba o si aún podemos descansar en cuánto amor tenemos por la otra persona, para hacer de la vida hacia el final algo memorable, sin importar el porcentaje de lo que el otro pueda ofrecer.