¿Cómo suena la cura a una enfermedad cerebral?

Actualizado
  • 18/01/2016 01:00
Creado
  • 18/01/2016 01:00
La experimentada Dra. Connie Tomaino nos cuenta su experiencia en el campo de la musicoterapia

Cuando le preguntan su primer recuerdo con la musicoterapia, la Dra. Connie Tomaino narra la experiencia más desgarradora que ha tenido.

En 1978 practicaba en un asilo de ancianos. Solían tener regiones apartadas y cerradas para las personas con demencia, porque suelen ser personas muy agitadas que gritan todo el tiempo. Le habían dicho que no importaba si ponía música o no porque ellos estaban totalmente inconscientes de sí mismos, de los demás, sus cerebros estaban totalmente dañados. Pero Connie cantó una canción.

La gente que se ahogaba en la inquietud y la agitación, se detuvo. Las personas cuyos músculos eran esclavos de la catatonia, migraron de la insensibilidad a una apertura de ojos. Cantaban. Tomaino había estudiado ciencia, y pensaba: ‘la música es ruido, ¿cómo sus cerebros pueden entender este ruido aleatorio en el cuarto como una canción? Tiene que haber un procesamiento mental desarrollado para que ellos, primero, entiendan que es una canción — porque podría haber sido solo ruido si no tuvieran cerebro'.

¿Cómo los pacientes podían entender la melodía de ‘Let me call you sweetheart' como algo que ya conocían? O aún más insólito, ¿cómo pudieron cantar la letra?

ENTRENAR EL CEREBRO CON SONIDOS

Una de las razones por la cual la musicoterapia funciona tan bien es porque el cerebro procesa un sonido y es estimulado por este de formas muy específicas, más allá de que la persona tenga habilidades musicales o no, advierte la Dra. Tomaino.

Algunos aspectos del sonido estimulan el cerebro y se convierten en una acción. Pueden encender partes del cerebro que el paciente tiene dañadas por alguna lesión en la cabeza o Párkinson.

El ritmo de la música —explica la doctora— activa partes del cerebro que que ayudan a que la gente camine. Entonces, si alguien con mal de Párkinson no puede caminar por sí solo, puede hacerlo con la música.

‘Las vibraciones son muy importantes —apunta la experta—. Nuestros cuerpos sienten las vibraciones todo el tiempo, por lo que hay muchas rasgos del sonido que nosotros como humanos experimentamos de forma intuitiva.

Otra razón por la que la música funciona tan bien en pacientes con daños cerebrales es porque si tienen problemas pensando cómo hacer algo, es porque no recuerdan cómo hacerlo, y tendrán problemas incluso pensando en su coordinación. ‘Es como si estuvieses cansado y cometieras errores porque no te puedes concentrar', dice la doctora. Un paciente con daño cerebral es lo mismo. Pero el ritmo y la estructura de la música pueden hacerle frente a esto, si el paciente se mueve dentro del contexto del sonido, va a tener la coordinación que no tendría sin este.

LA MÚSICA EN LA MEMORIA

En el silencio de la habitación donde conversamos, surge otra incógnita sobre el poder del sonido. Al tratar a un paciente con música, ¿no es acaso importante conocer su historial musical? ¿qué oía un paciente antes de un derrame cerebral? ¿qué coreaba un joven cuando ignoraba el mal de Párkinson?

‘Es importante —dice la especialista desplegando la mirada— depende de cuál sea el propósito de la terapia'. Por ejemplo, si un paciente con enfermedad de Alzheimer, que no puede recordar nada más o quién es alguien; incluso si no se acuerda de sí mismo, la música de importancia personal (con la que está familiarizado) le evocará un recuerdo. Todas sus memorias son alborotadas por la familiaridad de la música, y empiezan a mejorar.

Solo un par de horas antes de esta conversación con La Estrella , la Dra. Tomaino hablaba sobre cómo la música con la que un paciente está familiarizado puede ayudarle con problemas en el habla.

Cuando una persona ha sufrido un paro cerebral, tiene problemas para pensar en una palabra con velocidad. Usar una canción con la que esté familiarizada y dejar algunas palabras por fuera, es una técnica. ‘Si estoy cantando Happy Birthday: Happy Birthday to -... La persona tiene que completarla'. Así, lo que se trabaja son las habilidades de la memoria, con el propósito de que el paciente recupere su función.

Pero para otros tipos de terapia, como para ayudar a caminar, la música no tiene que ser familiar, sino estimulante y rítmica.

VARIOS CAMPOS

Pero, ¿cómo actúa un tipo de terapia sin recuerdos, sin un registro de las notas que oímos? ‘En la musicoterapia durante la primera infancia, muchas veces la música es improvisada —revela la también cofundadora del Institute for Music and Neurologic Function— y es improvisada porque el niño está aprendiendo a experimentar el sonido y aprendiendo a experimentarse a sí mismo en el mundo'.

En este campo, la musicoterapia crea música basada en lo que el niño está haciendo. Así, el niño, digamos un niño con autismo, puede incluso no estar consciente de cómo está interactuando con el mundo, pero la música se convierte en un reflejo de lo que está haciendo. Cuanto más consciente esté el niño del sonido —que el terapeuta debe estar haciendo basado en la unión sonido y acción—, empieza a estar más interesado en cómo suceden las cosas.

En esos casos, incluso con adultos, se usa la improvisación musical totalmente libre. ‘Así la persona está inconscientemente pensando en qué es lo que está pasando, libre de experimentar en el acto —comenta la doctora—, y muchas veces la gente no quiere que pase porque si piensan demasiado, se bloquean, porque creen que el miedo de adentro de que se vayan a bloquear está ahí por algo'.

Cuando la hoy doctora Tomaino le cantaba en 1978 a una treintena de pacientes con demencia y estos respondían, un doctor le dijo que no era nada, que era solo un reflejo. ‘Pero mientras más cantaba, más empezaban ellos a hablar', recuerda hoy la especialista.

Por eso volvió al asilo y pronunció con la seguridad de quien había encontrado el sonido de la cura a una enfermedad cerebral: ‘Tienen que cambiar la forma en la que tratan a estas personas, porque ellos saben, tienen sentimientos'. Y encontró que mientras más uno los involucraba, más ganas les daba de volver a la vida, más capaces de reconocer a la gente se volvían.

Ese despertar e involucramiento es crucial, dice la Dra. Tomaino. Cuando corría el año 1978, no había nada sobre ‘la música y el cerebro', buscó en librerías y varios artículos científicos, pero no encontraba nada. Hoy, con el hace poco finado neurólogo Oliver Sacks de por medio, la historia es un poco distinta.

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