Expectativas por el VII Congreso de los cubanos

Actualizado
  • 16/04/2016 02:00
Creado
  • 16/04/2016 02:00
Directo desde la Habana

Negar la existencia de una creciente y generalizada expectativa por el VII Congreso del Partido Comunista de Cuba que se inicia este sábado sería tratar de tapar el sol con un dedo, pues tanto dentro como fuera de la Isla el interés de lo que se pueda aprobar allí es tremendo.

Contraproducentemente, los dirigentes del único partido político en el país no han insistido en una publicidad absorbente como, por ejemplo, caracterizaron al primero y sexto, este último el que trazó los cambios más profundos que se han hecho en medio siglo, vigentes hoy en día.

Por el contrario, han dicho que esta sétima reunión es una continuadora de la anterior, y para el buen entendedor ello significa, entre otras muchas cosas, que la línea de cambios aprobada entonces se mantiene con unos lineamientos económicos que la definen como expresión de un socialismo autóctono, fuera de los manuales clásicos, y con cierto grado de pragmatismo político hasta entonces inédito.

En algunos círculos diplomáticos dentro y fuera del país se habla de un secretismo desacostumbrado porque en sentido general los documentos que se discuten en los congresos de este tipo son muy abiertos y de dominio y discusión pública, como ocurrió con el congreso anterior.

Pero en realidad la dirigencia nacional ha dado las claves de la reunión que tiene agendados temas conocidos y sustanciales para el período inmediato, entre ellos una evaluación de la economía hasta 2015, el pobre y atrasado cumplimiento de los Lineamientos del VI Congreso, la necesidad de actualizarlos y adecuarlos a la nueva realidad con una proyección al menos hasta el 2021, y terminar finalmente de conceptualizar el modelo económico y social de desarrollo socialista.

De las respuestas que el Congreso dé a esos y otros temas dependerá en gran medida el ritmo del avance de los cambios estructurales en marcha y que el cubano de a pie consideran lentos cuando los compara con sus necesidades domésticas que, a final de cuentas, son el principal referente para ellos.

Para los empresarios nacionales y extranjeros, y por supuesto también para los cubanos residentes en el exterior, lo que más expectativa genera es el desbroce de un camino mucho más amplio y expedito, liberado de burocracia y conservadurismo, para hacer más fluida la inversión.

Algunos ligan la lentitud de los cambios con asuntos pendientes generacionales que deben integrar la agenda de trabajo del congreso y la lista de acuerdos que se adopten, pero es algo circunstancial a los efectos de la estrategia en marcha para garantizar lo que los comunistas cubanos evalúan como un socialismo sustentable.

No es un concepto abstracto y en su concreción se trabaja intensamente desde mucho antes del restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos aunque éstas estimulen su desarrollo e incluso lo acelere.

En tal sentido, los delegados al congreso no deberán pasar por alto los problemas reales e insuficiencias del modelo escogido y, como ha repetido el propio Raúl Castro, cambiar todo lo que sea necesario, desde métodos y formas de dirección administrativa hasta aquellos ejecutivos que no cumplan con los parámetros que dictan los nuevos tiempos.

Hay un evidente afán empresarial como lo demuestran las propuestas para los 250 grandes proyectos para inversiones extranjeras que incluyen, además de la Zona Especial de Desarrollo de Mariel, 94 planes turísticos, 15 de desarrollo minero, 86 de explotación petrolera, 15 de transporte, 14 de construcción, 4 de comercio, 21 industriales, 40 agroalimentarios, 22 de energía renovables, 9 de biotecnología y medicamentos, 3 de salud, y otros muchos más.

En consecuencia, la prioridad de este VII Congreso es el área económica porque de ella depende que el cubano común pueda mejorar su calidad de vida en lo inmediato y no esperar por las calendas griegas que representa el bloqueo económico, financiero y comercial, de Estados Unidos.

ANALISTA

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