¿A qué se enfrenta Grecia?

El debate europeo sobre la deuda griega sigue centrado en el enfrentamiento entre Alemania y Grecia. Pero hay un muro invisible que separa el tema como lo entiende Berlín, muy distinto al gobierno de el primer ministro Alexis Tsipras. Son posiciones radicalmente opuestas, aunque sigan negociando. Lo que está en juego para los griegos es la quiebra presupuestaria, la salida de la eurozona, un mayor desempleo, el hambre y las revueltas sociales. Por otra parte, Alemania, que representa ‘la Troika’, defiende el mundo financiero que nos domina en el planeta. El riesgo para la banca financiera (BCE, FMI y CE) es que no pueden perder el poder político que ejercen sobre la Unión Europea.

La crisis financiera mundial con sus políticas de rescate a los países europeos, que escondía ayudas prioritarias a la banca, con el tiempo permitió a buena parte de la sociedad internacional entender las mentiras que se ocultan tras los préstamos ‘para el desarrollo’.

La banca mundial sabe que quien controle la deuda, no solo la griega, tiene en sus manos el verdadero negocio, que es esencialmente político. El poder de la deuda lo usan para proteger las medidas neoliberales que imponen mediante los temidos ‘programas de ajuste estructural’. Es la habitual jerga financiera del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Banco Central Europeo y las poderosas bancas subregionales, como por ejemplo las de los países africanos. Casi todas estas organizaciones bancarias toman decisiones (voto) según la representación estatutaria de sus miembros, que depende de las contribuciones. El modo de funcionamiento del FMI es parecido al BM, controlado por cinco países, principalmente EE.UU. (16.7%), Japón (6.23%), Alemania (5.8%), Francia (4.29%) y Gran Bretaña (4.29%). Fue la política de estas naciones, no otras, las que desembolsaron dinero para ‘salvar’ a los bancos franceses, alemanes, etc., durante la crisis financiera mundial, pues eran los principales acreedores de la deuda griega. Francia posee el 25 % de la deuda, Alemania el 20 % y los italianos y los belgas el 8%. La Troika reemplazó a estas organizaciones más tradicionales y la Atenas de Sócrates sigue encallada en la voluntad de unos pocos bancos.