Muerte en el resguardo

Actualizado
  • 17/02/2009 01:00
Creado
  • 17/02/2009 01:00
COLOMBIA. José es un indígena awa, enamorado de la tierra, que ha vivido para sembrar, cazar y sobrevivir en medio de la maraña y sus p...

COLOMBIA. José es un indígena awa, enamorado de la tierra, que ha vivido para sembrar, cazar y sobrevivir en medio de la maraña y sus peligros. Su finca está ubicada en lo profundo de la zona rural de Barbacoas, en Nariño, en un lugar tan remoto y aislado, que llegar hasta allí puede tomar días.

La rutina de su vida de campo se rompió el 4 de febrero pasado, cuando tuvo que dejar a su esposa y sus hijos, y correr por la selva, para evitar ser asesinado. Ese día, a las 2 de la tarde, cuando estaban trabajando en sus parcelas del resguardo Tortugaña Telembí, un paraíso selvático de 250.000 hectáreas y donde viven al menos 25.000 indígenas awa, llegó un grupo de las Farc. “Primero llegaron de a uno y luego eran una chorrera de guerrilleros”, dijo el tímido hombre, tras aclarar que supo que eran las Farc por los brazaletes que portaban.

Los insurgentes agruparon a los indígenas y les preguntaron si habían visto al Ejército por la zona. Casi todos los nativos guardaron silencio. Algunos por temor, pero la mayoría porque ni habla ni entiende el español. Unos pocos respondieron negando la presencia de los militares. Luego, un guerrillero fornido separó a varios indígenas del grupo donde había mujeres y niños, y los llevó a una pequeña colina que bordea el caserío.

En ese lugar, el guerrillero levantó su mano y señaló en lo profundo lo que parecía ser un pelotón de soldados. “Entonces, esos que están allá ¿quiénes son?”, les dijo. Ninguno de los indígenas respondió. En el fondo sabían que su suerte estaba echada.

Y fue así como minutos después el grupo de al menos 17 indígenas fue obligado a caminar hasta la orilla del río Hojal, donde uno a uno fueron apuñalados en el abdomen y arrojados a las turbulentas aguas. “Logré hacerme a un ladito y escapar”, explicó José, hasta ahora el único testigo de la masacre. José cree que los mataron a puñal para evitar el ruido y no alertar al Ejército. Hasta el viernes pasado, el contingente de soldados que llegó a la zona donde ocurrió la masacre aún no había encontrado ningún cuerpo.

Los militares se quejan de la falta de colaboración de la comunidad, aterrada por la cruel acción de la guerrilla y que no quiere involucrarse con ningún actor de la guerra.

Aún no se habían esclarecido los hechos de Barbacoas, cuando una comisión humanitaria tuvo que partir para Ricaurte, otro municipio de Nariño, para verificar la denuncia de una nueva masacre contra indígenas awa, que habría ocurrido la semana anterior y que habría dejado 10 muertos.

Si se confirman ambas masacres, se estaría hablando de 27 indígenas asesinados por las Farc en menos de una semana. ¿Qué buscan las Farc con semejante barbarie? El resguardo de los awa son 250.000 hectáreas ubicadas en la zona donde hoy se mueve con mayor intensidad el narcotráfico.

Hay cultivos ilícitos (por lo menos 20.000 hectáreas en todo Nariño), laboratorios y rutas que se disputan entre guerrilleros y ejércitos al servicio del narcotráfico.

Por eso la criminalidad en municipios como Barbacoas, Ricaurte y Samaniego alcanza niveles insospechados. Sus tasas de crímenes se promedian entre 100 casos por cada 100.000 habitantes, algo absurdo si se recuerda que son pueblos que tienen alrededor de 15.000 habitantes.

Por todo esto, y porque los indígenas ya venían sufriendo muertes selectivas, la Defensoría del Pueblo advirtió desde 2007 que las comunidades que vivían en este territorio estaban en riesgo, confinados por grupos armados que no los dejan moverse libremente, cercados por campos minados y amenazados por fusiles de todos los grupos.

Justamente por la presencia de grupos ilegales, el gobierno decidió enviar a este territorio la Brigada Móvil 19. Esto también generó recelo entre los indígenas, pues consideran que con los soldados en su territorio, sufren todavía más presión de los grupos ilegales.

En Nariño existen versiones de que la masacre es una retaliación de las Farc por operaciones que han hecho las Fuerzas Armadas. En sí, por un laboratorio de cocaína que destruyeron los militares y que pertenecía a la columna Daniel Aldana de las Farc.

Sin embargo, mientras los organismos humanitarios como Acnur y la Cruz Roja no lleguen al lugar, será difícil saber si estas muertes son un capítulo más en la fratricida lucha por el control territorial, o si las Farc quieren doblegar a una comunidad que intenta ser neutral en el conflicto.

Mientras tanto, José, el único testigo, se internó en la selva con el propósito de rescatar a su familia. Hasta ahora no se sabe nada más de él.

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