• 19/03/2013 01:00

¿Será posible?

A poco más de un año de las elecciones generales y leyendo las candidaturas anunciadas a diputados, alcaldes y representantes, ¿qué espe...

A poco más de un año de las elecciones generales y leyendo las candidaturas anunciadas a diputados, alcaldes y representantes, ¿qué esperanza puede haber de que mejoren las condiciones de nuestro país? De pronto me ha asaltado la idea que veremos más de lo mismo, contra la intención de un Juan Carlos Navarro, un Juan Carlos Varela u otro presidente. Diputados buscando prebendas por su voto, una Contraloría no interesada en auditar y fiscalizar sino complacer al presidente, un procurador general y magistrados de la Corte actuando en función de la indicación del presidente, una Policía reprimiendo a órdenes del Ejecutivo y jueces fallando contra la compra del fallo; en fin, todo lo que ya estamos acostumbrados a ver. Corrupción, sobreprecios, complicidad de funcionarios que callan ante los peculados.

¿Dónde podríamos encontrar a esos panameños que realmente quieran servir al país y no servirse del país? ¿Dónde encontrar esos panameños necesarios para que no miren para otro lado ante un delito, que tengan la entereza de denunciar, aunque sea su superior si está cometiendo un robo al erario publico? Si asumimos que el próximo presidente, por primera vez en la historia, ni cometerá ni dejará que su equipo cometa actos de corrupción, ¿podrá nombrar 160,000 empleados públicos honestos?

La única institución que parece haber inoculado contra la corrupción ha sido la ACP. Contra todos las demás donde unas más otras menos hay siempre sospechas de sobreprecios, compras de equipos que no se entregan o son de segunda cuando llegan, planillas falsas, y tantas otras trampas propias de nuestro sistema, la ACP rara vez produce una denuncia. ¿Son los empleados de la ACP suizos, alemanes, o panameños con una mejor formación moral?

Recuerdo cómo el mismo panameñito vida mía que tiraba papeles en las calles, estacionaba en cualquier lugar y forma, cruzaba la calle donde quería, al llegar a la antigua Zona del Canal, ni tiraba papeles, ni estacionaba fuera de lugar, ni cruzaba si no era en líneas blancas. Eso me da la esperanza de que podamos mantener la ilusión que algún día todos veamos al país como una inmensa Zona del Canal. La gran diferencia entre la antigua Zona y nuestro país era la certeza del castigo, como decía Roberto F. Chiari. Tú sabias que el gringo te iba a sancionar y no podías arreglarlo ni con el policía ni can el juez.

Panamá es el paraíso para quienes no cumplen con la ley. Aquí con y sin influencia puedes sobornar un policía de tránsito, conoces al abogado amigo del juez que te señala con cuánto arreglas el fallo, conoces alguien amigo de un magistrado que te presenta una posibilidad de compra de fallo, y, con la debida contribución, salen rápido los permisos de cualquier institución del Estado. Todo se puede arreglar, perro, ¿queremos?

Imagínate si todas las instituciones tuviesen en Internet colocado lo que debe tomar un trámite, y luego se coloquen todas las solicitudes en orden y fecha de entrada, para ver si salen en el orden que entraron y a la fecha que corresponde. Se acaba el cobro en la institución por funcionarios que ‘agilizan’. El desastre del tránsito, agravado por la anarquía por parte de los conductores se reduciría si los agentes del tránsito, que nunca están donde deben estar, estuviesen en las horas pico en las intersecciones y multaran a los que bloquean la vía por no esperar su luz.

Imagínate la seriedad en los manejos de fondos públicos si la Contraloría iniciase un sistema de denuncias en las instituciones donde el funcionario pueda hacerla en forma anónima, por correo electrónico sin identificarse, pero enumerando las evidencias y pruebas que tenga para que se inicie el áudito correspondiente. O si llegásemos a tener una Asamblea que realmente supervise al Ejecutivo y reciba denuncias y cite a ministros y directores a que rindan informe sobre lo que la ciudadanía cuestiona. Una Asamblea donde no tengamos diputados de gobierno y diputados de oposición, sino diputados, comprometidos con hacer leyes y vigilar las acciones del Ejecutivo.

Imagínate una sociedad con medios de comunicación que hagan su verdadera función de informar, entretener a una población en forma imparcial y honesta, y no divididos en oposición y gobierno para inclinar sus reportajes en una u otra dirección. Una sociedad donde vuelva a estar de moda la caballerosidad, cedamos el paso, cedamos asientos a damas y embarazadas, ayudemos a cruzar a los ancianos y discapacitados, tengamos consideraciones con los estudiantes.

Hace un tiempo, no mucho, quizás 50 años, nuestra sociedad era cerca de lo que hoy quisiéramos que fura. Las casas no tenían cerca, las ventanas no tenían verjas, los carros no había que trancarlos, dormíamos con la puerta principal sin llave. Yo crecí en esa, cuando de niño jugábamos en las calles hasta las nueve de la noche y nadie temía por nada, cuando era un placer oír los debates de la Asamblea por la calidad de oradores. Hoy, la calidad de vida nos ha retrocedido y de pronto la ciudad se ha vuelto agresiva, violenta, insegura. Paredes cada vez más altas, casas y apartamentos que parecen jaulas, alarmas en carros y el temor permanente de ser asaltado o asesinado, si no secuestrado.

Si no ponemos empeño todos en cambiar la situación actual, seguiremos cayendo en el abismo de la inmoralidad, deshonestidad, inseguridad. Los políticos seguirán vendiendo lo mucho que hacen, el pueblo seguirá sufriendo las consecuencias de la irresponsabilidad de los funcionarios.

INGENIERO INDUSTRIAL Y ANALISTA POLÍTICO.

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