El siglo XX y la transformación del mundo femenino

Actualizado
  • 07/05/2017 02:04
Creado
  • 07/05/2017 02:04
En la segunda década del siglo XX, la mujer panameña empezó a participar por primera vez como motor de actividades de la vida pública. 

Cien años después de que Lady Matilde Obarrio de Mallet solicitara al fotógrafo Carlos Endara capturar una serie de imágenes alusivas a la fundación de la Cruz Roja Panameña (1917), los veinticinco retratos tomados por el lente del maestro ecuatoriano resultan un aporte valiosísimo para la comprensión de la sociedad panameña de principios del siglo XX.

Las fotografías, propiedad de los coleccionistas Ricardo López Arias y Mario Lewis Morgan, fueron expuestas hasta el 1 de mayo en el Museo de Arte Contemporáneo, en conmemoración del primer centenario de la organización humanitaria en el país.

A mediados de marzo, mientras montaban la exhibición, la abogada voluntaria de la Cruz Roja Olga de Obaldía y su curadora, Adrianne Samos, se sorprendieron ante el cúmulo de historias que iban apareciendo ante sus ojos en las ampliaciones de gran formato hechas especialmente para la muestra.

Los cabellos perfectamente acicalados, los vestidos de hilo bien planchados, la impecable cofia de algunas de las damas más encumbradas de la sociedad panameña, entre ellas, Mallet, esposa del embajador de Gran Bretaña; Enriqueta Morales, hija de Eusebio A. Morales y Alicia Castro, esposa de Belisario Porras, daban idea de su situación económica privilegiada.

Posando junto a ellas, en los salones del edificio del nuevo barrio de la Exposición, prestado a la Cruz Roja por el presidente Ramón M. Valdés, aparecían políticos y estadistas del más alto nivel que ha producido el país: Belisario Porras, Ricard J. Alfaro, Eusebio Morales, el doctor Ciro Urriola.

No menos llamativas eran las figuras de decenas de mujeres campesinas acompañadas de sus hijos, mal alimentados, con rostros tristes, apagados, ropas deslucidas y actitudes sumisas que revelan el dolor y las malas condiciones de vida.

‘Fue claro para nosotras que no se trataba solamente de un evento de caridad; teníamos ante nuestros ojos a algunas de las primeras mujeres que se aventuraban fuera del ámbito hogareño para participar como protagonistas de actividades de interés colectivo', comentó a La Estrella de Panama Olga de Obaldía.

La abogada recuerda que a medida que iban descubriendo nuevos detalles -el vómito de un niño, ropas llenas de huecos, personajes misteriosos, incluso mascotas- se fue suscitando alrededor de las fotografías una animada conversación sobre el nuevo espacio de encuentro que se abría para esos dos mundos opuestos.

Esta charla las convenció de la necesidad de organizar un conversatorio sobre los comienzos de la participación de la mujer en la vida pública del país, que se realizó el pasado jueves 4 de mayo en el Museo de Arte Contemporáneo.

LAS MUJERES DEL SIGLO XIX

Hasta finales del siglo XIX y principios del siglo XX, la vida de las mujeres panameñas, especialmente entre las clases más altas, se regía por reglas extremadamente conservadoras.

El libro ‘El Istmo de Panamá', publicado en Londres en el año 1868 por el vice cónsul británico Charles J. Bidwell, presentaba un panorama desolador sobre la vida de la mujer panameña, permanentemente de luto, encerrada entre las paredes del hogar, para salir únicamente los domingos a misa, y con pocas oportunidades de educarse por la falta de escuelas y maestros capacitados.

‘Las panameñas, en general, son bonitas y elegantes, hijas afectuosas, buenas esposas y madres y más industriosas de lo que los extranjeros sospechan, aun aquellos que han residido mucho tiempo en Panamá', escribía Bidwell.

‘He conocido familias que casi se mantenían enteramente con la costura de las hijas de la casa; y por eso las niñas no dejaban de ser señoritas', proseguía el viceconsul.

Los extranjeros ‘no podían sospecharlo' porque no las veían: ‘Las señoras de la población natural son extremadamente reservadas y aceptan visitas solo mediante un complicado sistema de etiqueta que causa incomodidad y fatiga', sostenía.

‘En pocos lugares de la América del Sur es más difícil mantener relaciones sociales con las mujeres de las clases superiores, que en Panamá', decía Bidwell, quien insistía en que el aislamiento no era solo para los extranjeros, porque los jóvenes panameños, ‘aun los que han recibido su educación en el extranjero, parecen preferir su mutua compañía en sucios cafés y salones de billar a la de sus hermanas y las señoras con quienes tienen amistad'.

PANAMÁ FEMINISTA

A finales de la segunda década del siglo XX, la situación empezaría a cambiar.

Pasados los primeros gobiernos conservadores, los políticos liberales, especialmente Carlos A. Mendoza, Belisario Porras y Eusebio A. Morales, sostenían la idea de que la mujer era ‘un instrumento civilizatorio' e impulsaron su incorporación a la vida pública de diversas maneras, explicó este jueves durante el conversatorio organizado por De Obaldía y Sammos, Yolanda Marcos, historiadora con un currículo cargado de publicaciones centradas en temas de la mujer.

La cercana Zona del Canal fue, en palabras de Marcos, un ‘escaparate' que permitió observar los roles que asumían los dos sexos en una sociedad más avanzada que la nuestra, y que ejercería una influencia notable en la mentalidad criolla.

LAS MUJERES EN LA ZONA DEL CANAL

Desde el mismo comienzo de la construcción del canal, el ingeniero en jefe a cargo de las obras, George Goethals, había incentivado la presencia femenina en la Zona, con la idea de promover una sociedad más permanente, balanceada y emocionalmente sana.

Además de las esposas de los trabajadores blancos, atraídas por las ventajas que ofrecía la protegida franja canalera, fueron llegado mujeres solteras que deseaban llenar las vacantes de maestra, enfermeras y oficinistas.

Un artículo publicado en el diario neoyorkino The Sun en julio de 1908, titulado ‘La mujer soltera en la Zona del Canal', citaba a una joven residente del istmo que no se detenía en elogios sobre la vida en la Zona, de la que decía era un sitio ideal para una vida socialmente activa. ‘Ninguna chica pasa aquí mucho tiempo sin recibir una docena de propuestas matrimoniales', decía.

El diseño de los espacios públicos, los jardines comunes, y la infinidad de actividades sociales como juegos de baseball, clubes de todo tipo, mantenían a las zonians, a diferencia de sus contrapartes panameñas, siempre visibles.

EL MUNDO CAMBIA

Fuera del país, el mundo también experimentaba profundas transformaciones.

La Primera Guerra Mundial, ‘La Gran Guerra', cambiaría drásticamente la concepción que tenía la mujer sobre sí misma.

La Revolución Mexicana, la Revolución Rusa, el Anarquismo, los movimientos obrero, estudiantil, sindical, y otros similares, promovidos por grupos que se sentían dejados atrás, serían un ejemplo para las mujeres europeas y estadounidenses que en adelante empezarían a exigir su derecho al voto y condiciones de igualdad ante los hombres.

En Panamá el movimiento feminista surgiría en forma temprana, en parte por su carácter de sitio de paso y la llegada de centenares de exiliados de la guerra europea.

En la próxima edición de esta columna continuaremos con el tema de las mujeres feministas y sufragistas.

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