Diputados residuales y ‘más votados’

Actualizado
  • 27/03/2024 00:00
Creado
  • 26/03/2024 18:06

Más que contribuir a la democracia y al desarrollo nacional, la Asamblea Nacional aporta a su deterioro. No hay quien no se queje de la corrupción, sectarismo, déficit de ciudadanía y falta de cultura general que manifiesta el denominado “primer órgano del Estado”.

Esto es evidente para todos, pero hasta ahí llega, normalmente, la queja, que suele concluir con: “hay que cerrar esa cueva de maleantes”.

Algunas conversaciones, pretendiendo mayor sofisticación, aducen que la Asamblea se comporta indecentemente porque el pueblo escogió para diputados a individuos indecentes. “Ese es el resultado de la democracia”, pontifican.

La realidad, sin embargo, es distinta, como lo demuestran las cifras electorales. La asignación de curules en la Asamblea no es el resultado de la voluntad popular genuinamente expresada, sino de un antidemocrático sistema de votaciones que privilegia a las minorías, en vez de respetar la voluntad mayoritaria.

En 2019, el PRD obtuvo el 30% del voto para la Asamblea Nacional en todo el país. Gracias al sistema electoral, ese minoritario 30% le sirvió para obtener la mitad (50%) de las curules en la Asamblea, o sea, 35 de 71 escaños.

(En mi columna anterior —13 de marzo—indiqué que la fracción perredista está formada por 37 diputados. Ese número —equivocado— proviene de la base de datos de la propia Asamblea Nacional, la cual pone dos veces al diputado Ricardo Torres, del PRD. Además, lista a Tito Rodríguez, quien fue elegido por el Molirena, como diputado del PRD. En 2023, Rodríguez se matriculó en el PRD. Ver: https://www.asamblea.gob.pa/Diputados#).

La alianza oficialista (PRD-Molirena) obtuvo en 2019 el 37% de la votación para diputados en toda la república. Con ese 37%, acaparó 40 escaños, o sea, el 56% de la cámara.

Tan elemental análisis deja en evidencia que el sistema electoral es un método para entronizar a la minoría en detrimento de la mayoría. En 2019, el PRD consiguió 14 diputados más de los que le hubiese correspondido en estricta proporcionalidad.

Bajo un sistema perfectamente proporcional, como deberíamos tenerlo, el partido de la dictadura hubiese recibido 21 curules en vez de 35. Pero como el régimen electoral es funestamente desproporcional, el PRD se lleva una mayoría absoluta de asientos en la cámara con solo una minoría de votos para diputados a nivel nacional.

Analicemos cómo surge semejante desproporción. Los datos provienen del Tribunal Electoral, cuyo cuadro titulado “Votos obtenidos por diputados proclamados según circuito: elecciones del 5 de mayo de 2019” sirve de base para este sencillo análisis.

De los 35 diputados del PRD elegidos en 2019, 5 salieron por cociente. Nueve, por medio cociente. Siete, por residuo, y 14, por mayoría simple (lo que el Tribunal Electoral llama “candidato más votado”).

La desproporción a favor del PRD opera, especialmente, en la distribución por residuo y por mayoría simple. Los circuitos uninominales benefician directamente al partido de los cuarteles, el cual obtuvo, en 2019, 14 de los 26 escaños correspondientes a esos circuitos (53%).

Es evidente que el sistema de mayoría simple, sin segunda vuelta, favorece al PRD en los uninominales. Para ganar, solo se necesita conseguir la mayor de las minorías.

Con el apoyo de tan solo una tercera parte de los votantes, se tiene todo a favor para ganar bajo la fórmula de “candidato más votado” en una elección en que normalmente participan más de 2 candidatos (a veces 4, 5 o más).

Aún mayor desproporcionalidad genera la metodología para asignar el residuo. Como acotó don Álvaro Alemán a mi columna anterior (13 de marzo), fue el partido Demócrata Cristiano (hoy, Popular), el que empeoró la fórmula del residuo en el período 1989-1994, creyendo, ilusamente, que semejante patraña los favorecería. A quien benefició fue al PRD.

La norma vigente desde entonces—actualmente, el artículo 326 del Código Electoral— señala:

Para la adjudicación del puesto por residuo, se contarán todos los votos obtenidos por cada candidato en todas las listas en que hayan sido postulados. Pero en todo caso la curul se asignará al partido al cual pertenece el candidato”.

Esta fórmula rige en los circuitos plurinominales donde se elige más de un diputado. Constituye una abominación, porque en los circuitos plurinominales, de acuerdo con la Constitución, debe aplicarse el sistema proporcional.

En otras palabras, se debe reconocer a cada partido la proporción exacta de curules que corresponde a la votación que cada uno obtiene.

En un sistema proporcional, se vota por listas (o partidos). No se vota por candidatos. Para mantener el principio de proporcionalidad, el residuo tendría que asignarse a los partidos, no a los candidatos.

Además, es necesario restar los votos utilizados en la repartición del cociente y medio cociente. De lo contrario, se utilizan dos veces los mismos votos, lo cual constituye una perversión antidemocrática de un sistema electoral supuestamente proporcional.

Los resultados electorales demuestran el efecto de este régimen pervertido que los fantasiosos demócrata cristianos instauraron dos décadas atrás y le cayó al PRD como anillo al dedo. De las 12 curules establecidas mediante residuo en 2019, 7 le tocaron al PRD y 4, al Molirena. Una favoreció a Cambio Democrático.

¿Quiénes fueron los agraciados? Los perredistas: Abel Beker, Néstor Guardia, Jairo “Bolota” Salazar, Roberto Ábrego, Leandro Ávila, Crispiano Adames y Víctor Castillo, sumados a los Molirenas: Miguel Fanovich, Francisco “Pancho” Alemán, Corina Cano y Tito Rodríguez (ahora PRD).

Agréguese a ellos Alaín Cedeño (CD) para completar el destacado elenco de 12 diputados residuales. Dejando al lector la tarea de calificar su desempeño en la augusta cámara, solo añado un comentario final.

Estos 12 diputados —11 de los cuales pertenecen al oficialismo y han avalado todos sus desmanes— llegaron a la Asamblea no por la voluntad del electorado, libremente expresada conforme al principio democrático, sino por trampa. Una trampa institucionalizada y patrocinada por el Tribunal Electoral, al que no le da la gana de descontar los votos usados en la repartición del cociente y medio cociente para asignar el residuo, a pesar de todas las advertencias hechas a lo largo de los años.

¿Elecciones democráticas? ¿Genuina expresión de la voluntad popular?

El autor es politólogo e historiador, director de la maestría en asuntos internacionales en Florida State University, Panamá, y presidente de la Sociedad Bolivariana de Panamá.

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