¿Cuáles son las principales brechas de la región en materia de agua y género?

Actualizado
  • 30/12/2022 00:00
Creado
  • 30/12/2022 00:00
La falta de infraestructura adecuada y la baja calidad del servicio pone en riesgo el acceso al agua potable de las mujeres en América Latina y el Caribe, según la Cepal
La falta de instalaciones sanitarias adecuadas expone a niñas y mujeres a enfermedades, y riesgos para su seguridad.

En la publicación, 'Brechas, desafíos y oportunidades en materia de agua y género en América Latina y el Caribe', preparada por Silvia Saravia Matus, oficial de Asuntos Económicos, y Marina Gil Sevilla, asistente superior de Asuntos Económicos, de la Unidad de Agua y Energía de la División de Recursos Naturales de la Comisión económica para América Latina y el Caribe (Cepal), junto con Natalia Sarmanto, Elisa Blanco, Alba Llavona y Lisbeth Naranjo, consultoras de la misma unidad, se aborda la respuesta a esta pregunta.

La respuesta está dividida en cuatro partes que integran en cada una el rol de la mujer dentro de la brecha existente. El primero es la brecha de acceso e infraestructura de agua y saneamiento, y sus vínculos con la salud y la educación de la mujer.

El segundo y tercero, respectivamente, son la brecha de productividad agrícola, y su efecto en la seguridad alimentaria y la brecha en el manejo y la recolección de agua y su impacto en el uso del tiempo y oportunidad laboral; y el último es la brecha de gobernanza y participación, y su efecto en la colectividad.

Brecha de acceso e infraestructura de agua y saneamiento, y sus vínculos con la salud y la educación de la mujer
Las mujeres deben ser involucradas de manera significativa en la planificación, la ejecución y el seguimiento de los programas de saneamiento e higiene en los diferentes espacios de sus comunidades.

En América Latina y el Caribe (ALC), el 25% de las personas no tiene acceso a agua potable manejada de forma segura, es decir, aquella ubicada en la vivienda, disponible cuando se requiere y libre de contaminación, la cual es considerada como un servicio básico.

La fuente de esta agua es accesible cuando está ubicada a 30 minutos de camino.

De este 25%, el 87,4% accede por lo menos a un servicio básico, el 1,8% accede a servicios limitados, el 5,4% accede a servicios no mejorados, y el 3,4% de ellos, esto es, más de 5 millones de personas, aún depende de las aguas superficiales.

Estas brechas son más pronunciadas en el ámbito rural donde la calidad de los servicios es deficiente, y por la falta de instalaciones sanitarias adecuadas las mujeres y niñas están expuestas a enfermedades y riesgos para su seguridad, ya que las vuelve vulnerables al acoso, ataques, violencia o violación, tanto en la escuela y en el trabajo, como en la comunidad, volviéndose un obstáculo para aprender, obtener un ingreso y moverse con libertad.

El acceso al agua y saneamiento repercute en la seguridad, bienestar y perspectivas educativas de la mujer. La falta de acceso de las niñas y mujeres a un inodoro limpio y seguro, especialmente durante la menstruación, acentúa el riesgo, la vergüenza y el miedo, e impacta a largo plazo en la salud de la mujer, en su nivel de educación, así como en sus medios de vida y seguridad.

Al aumentar la cobertura de agua segura, la paridad de género aumenta; lo que incide en la terminación del nivel primario de educación.

Brecha de productividad agrícola y su efecto en la seguridad alimentaria

A nivel mundial, una cuarta parte de las mujeres económicamente activas practica la agricultura. En ALC la población rural asciende a 121 millones de personas, lo que corresponde al 20% del total de la población. De este total, 48% (58 millones) es mujeres que trabajan en labores agrícolas, ganaderas, de cuidado doméstico y familiar, entre otras.

Hay una fuerte relación entre la posesión de tierra y la capacidad para la toma de decisiones de uso de agua para riego. En ALC, la proporción de mujeres que son titulares de tierras agrícolas no sobrepasa el 31%, dejando al 69% de tierras a cargo de los hombres; sus parcelas son por lo general de menor tamaño y calidad que las de los hombres, y sus derechos sobre ella no están adecuadamente garantizados.

Si las mujeres tuvieran el mismo acceso que los hombres a los recursos productivos, incluidas la tierra y el agua, podrían aumentar el rendimiento de sus fincas entre un 20% y un 30%, elevando la producción agrícola total de estos países de un 2,5% a un 4%. Esto podría reducir la hambruna en el mundo entre un 12% y un 17%.

Esta situación es alarmante no solo porque indica un problema estructural que las hace más vulnerables a la falta de alimentos saludables, sino también porque demuestra malnutrición, enfermedades y deficiencias de micronutrientes. Asimismo, esa vulnerabilidad puede tener consecuencias sobre la salud durante el embarazo, la lactancia, y afectar a la salud de los niños.

Brecha en el manejo y recolección del agua, y su impacto en el uso del tiempo y oportunidad laboral

A nivel global, las mujeres dedican 2,6 veces más tiempo al trabajo doméstico y de cuidados no remunerados que los hombres, lo que se ve reflejado en la mayor parte de las labores domésticas, como cocinar y limpiar, y al mismo tiempo son las principales cuidadoras de los niños y las personas adultas que precisan asistencia.

La Cepal señala que estas labores: la limpieza, la cocina y el cuidado de otros, están estrechamente vinculadas a la necesidad de agua, lo que contrasta con que, aunque sean labores indispensables para sostener la vida, sean consideradas sin valor económico.

Sin acceso al agua, las mujeres tienen menos tiempo para dedicarse a realizar actividades económicas que mejoren la calidad de vida de sus familias, así como su propia salud y bienestar.

Se ha contabilizado que en ALC, en promedio, las mujeres dedican 2,8 horas por cada hora de trabajo no remunerado que dedican los hombres.

Brecha de gobernanza y participación, y su efecto en la colectividad

El análisis de la relación de género en la gestión y gobernanza del agua para ALC considera tanto las decisiones de política como las decisiones respecto a la infraestructura y los usos diferenciados del agua. En la práctica es común que no se consulte a las mujeres sobre las cuestiones de infraestructura o política hídrica, por ejemplo, en la construcción de pozos o en la mejora del acceso a agua más limpia.

Consecuentemente, además de estar subrepresentadas a nivel institucional, las mujeres tienen dificultades para participar en la toma de decisiones o realizar tareas remuneradas de operación y mantenimiento.

¿Cómo cerrar la brecha?

La Cepal recomienda adoptar un foco especial en la inversión en el acceso al agua potable y al saneamiento seguro, así como agua para uso agrícola con atención diferenciada hacia las mujeres en zonas rurales.

De esta forma, las mujeres han de ser consultadas e involucradas de manera significativa en la planificación, la ejecución y el seguimiento de los programas de saneamiento e higiene en los diferentes espacios de sus comunidades.

Para lograr esto es imperante añadir en el Censo 2023 la pregunta sobre ¿quién realiza las actividades de recolección y gestión del agua en la vivienda u hogar? Con ello se tendrán datos que contabilicen cuántas mujeres en el país deben recibir remuneración.

Proveer a las mujeres programas de construcción de capacidades bien diseñados para cerrar las brechas, con su correcta implementación, es la herramienta adecuada para empezar a sustentar acciones que destaquen el rol de la mujer en el desarrollo de las economías en ALC.

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