Chile habló
- 21/12/2025 00:00
Del país más austral de América se desprendió un gran ejemplo para las democracias en la región. Entre 2019 y 2024 fui testigo de las 6 veces en que los chilenos fueron a las urnas para decidir temas vitales a su existencia y crecimiento democrático. Motivos familiares me permitieron nuevamente vivir en carne propia este ejercicio. Compartir directamente esta experiencia con el pueblo chileno enriquece el alma.
A continuación, quiero opinar sobre el tema, excusándome con los chilenos porque sé que 5 años acá no son suficientes para acertar. No se trata únicamente de esa periódica consulta popular en sí, sino de su utilización para facilitar la expresión de corrientes ideológicas y políticas diversas en un marco institucional. El mundo entero sabe que este tránsito ha sido muy costoso y nada fácil, pero también le consta que los chilenos terminan optando por medios civilizados, de entendimiento y de alto contenido democrático. Resultado: la democracia chilena se impone y sigue enriqueciéndose.
Hace 35 años retornaron a la vía democrática para escoger a sus gobernantes. Difícil encontrar uno que haya cumplido en un 100 % las expectativas, pero no por ello han renunciado al método. El pasado 14 de diciembre lo volvieron a hacer: un ejercicio electoral es la más apropiada vía para que el pueblo experimente distintas opciones de solución a sus problemas.
Imposible negar que el pasado dictatorial con Pinochet es de los capítulos más oscuros y perversos de la historia de la humanidad, ni tampoco que en octubre de 2019 fueron sectores identificados ideológicamente como radicalmente opuestos a los frutos modernos de la dictadura, los que destruyeron gran parte de la infraestructura del pueblo, incluyendo estaciones del Metro, iglesias, librerías, pymes y centros académicos, culturales y de salud. En medio del caos absoluto y patente, los chilenos, en conjunto, decidieron adoptar la vía institucional para canalizar el descontento. La única excepción vino del Partido Comunista.
Retroceso o no, el doble rechazo del pueblo a las propuestas constitucionales contribuyó al amplio respaldo que recibió Kast en las urnas; ganó en cada una de las 16 regiones en que se divide el país. El reciente resultado se venía gestando y las condiciones materiales favorables a él se venían creando por los traspiés del oficialismo.
Boric dijo varias veces que el éxito de su Plan de Gobierno dependía de la adopción de una nueva Constitución, pero en 2 ocasiones los chilenos rechazaron esa posibilidad. La consecuente frustración fue enorme y el pueblo no perdona. La reflexión popular para superarla no existió. La creciente inseguridad ciudadana, la demora en la trivial reforma de las AFP, por años pintadas como monstruos y una tenue luz de crecimiento económico contrastable al extremo con el brillo que iluminó Chile en años anteriores, también agregaron motivos al triunfo de Kast. Por último, otro temblor real que se manejó con desprecio: la inmigración ilegal.
Kast no ha ocultado nunca su posición ideológica ni sus intenciones. Sabiendo esto, el pueblo lo escogió con el mayor respaldo electoral de la historia de Chile. Lo eligió por sus propios méritos, no por carambola. El pueblo chileno hace rato se sacudió la sombra de la dictadura y clama hoy por mantener la mirada hacia un futuro de bienestar. Y le creyó a Kast. ¡Buena suerte, Chile!