Cultura de crecimiento
- 09/11/2025 00:00
Viernes, común y corriente, el chat del grupo de los pelaos (nos graduamos hace 50 años: “En todo amar y servir”) del colegio en un ritmo poco normal, más lento que de costumbre, los intercambios van y vienen y entramos en un modo “de filosofía económica, política y social”, un tanto interesante. Esta semana se entregaron los Premios Nobel y uno de los galardonados fue Joel Mokyr, él cual ha sido citado por una economista Allison Schrager, columnista de Bloomberg en temas económicos, en un artículo compartido en el grupo titulado “Cinco lecciones económicas de un ganador del Premio Nobel este año”. La citada columnista-economista estudió en la Universidad de Edimburgo al norte de Gran Bretaña y recuerda haber leído escritos del aludido Nobel e inclusive comenta conocerlo personalmente y que ha tenido una gran influencia en su carrera.
“Cada vez que me siento inquieta sobre el futuro de la economía, recurro a Mokyr”, indica la mencionada. Las cinco lecciones se describen en este orden: El crecimiento suele encontrar resistencia, el crecimiento lleva tiempo, el crecimiento es impredecible, el crecimiento es cultural y el crecimiento no es inevitable. De estas cinco acotaciones nos llamó poderosamente la atención el criterio de: “el crecimiento es cultural”. El artículo presenta esta pregunta: ¿Por qué Gran Bretaña fue el primer país en industrializarse y enriquecerse? Otros países también estaban inventando cosas, o tenían más riqueza o recursos naturales, o un mejor clima.
Pregunta inicial: ¿Qué es cultura de crecimiento? Si invocamos a AI, “es un enfoque que prioriza el aprendizaje continuo, la mejora y el desarrollo del potencial humano”. Esto nos indica que es necesario como país llevar acabo el desarrollo de una mentalidad que esté dirigida a la comprensión de que el talento humano es fundamental para el logro de metas superiores, al igual que las personas deben trabajar en sus habilidades y destrezas con la finalidad del poder labrar con esfuerzo propio mejores resultados, sin olvidar la necesidad de diseñar una estrategia de país en la cual se definan objetivos comunes y que conlleven un bienestar de todos, para lo que es vital estructural un entorno idóneo que permita que nuestra debilidades sean convertidas en oportunidades y nos aprueben aprender, para llevar a cabo una retroalimentación continua en donde sea posible valorar el compromiso, la investigación, la creatividad e innovación, el pensamiento crítico, el trabajo en comunidad y todo esto en el marco de valores y transparencia.
Es fundamental que logremos tener un país con “comprensión de crecimiento”, lo cual está íntimamente vinculado con la perspicacia sana y positiva de nuestras creencias, que conlleve a comprender que las dificultades solamente son obstáculos en nuestra mente, razón por la cual deben ser convertidas en oportunidades, para lo que nuestras habilidades deben ser el resultado de la dedicación, la energía y el trabajo duro y no del juega vivo, la mediocridad y la incompetencia. Este compromiso debe estar de la mano con una orientación de aprendizaje, en la cual se tenga visión de desarrollo, una filosofía de adquirir nuevas habilidades y conocimiento de manera constante a lo largo de la vida ya sea esta por iniciativa propia o por retos de la vida profesional.
Aun más, es importante comprender que nuestro estado aspiracional como sociedad y país debe tener una auténtica debelación de la desilusión, lo cual debe entenderse desde la aceptación que los errores son siempre oportunidades de aprendizaje y mejora, en lugar de desencantos. Seguimos, debemos comprender que es prudente lograr un proceso de dar información sobre el desempeño, comportamiento o resultados de las cosas para influir en acciones futuras. No esas payasadas de rendición de cuentas que son historias maravillosas de un campo de sueños.
La cultural de crecimiento no es una acción de reacción, sino todo lo contrario es parte de la proactividad del país y su gente, es el resultado de un compromiso adquirido en función de comprender que las responsabilidades son parte de nuestra vida y no pueden ser evadidas, especialmente cuando ellas conllevan las solución de problemas, principalmente con la intención de lograr labrar un entorno positivo, el cual es necesario para tomar riesgos y desarrollar nuevas ideas de manera tal que sean escuchadas y no exista la aprensión a ser juzgado.
Como país y como sociedad debemos caminar a construir un espejo que proyecte un reflejo, una imagen de liderazgo íntegro, lo cual debe ser el resultado de comportamientos ejemplares. Debemos ser modelo, ser inspiración por la vía de una conducta ética de trabajos y valores, mediante estándares de desempeño y demostración de actividad y especialmente construir un modelo de desarrollo que esté puntualmente centrado en el bienestar de las personas, especialmente mediante el reconocimiento de que el crecimiento individual contribuye al crecimiento del país.
¿Cuál es nuestro gran problema? Que vivimos en la “cultura de la mediocridad”, en palabras sencillas estamos en una sociedad que se burla de nosotros, que hace que perdamos ganas de surgir y producir, ya que el poder económico casi siempre nos gana, nos sustrae de toda empatía, le gusta que seamos parte del montón y vivir pensando en que no tenemos nada que perder. Los gobiernos son en gran parte culpables de tener una cultura mediocre, especialmente cuando emiten la frase: “Esa no es mi culpa, pregúntele al gobierno anterior”. Y no solo el gobierno, la sociedad también la cual espera recibir todo sin dar nada, viviendo de prebendas y subsidios. Existen personas que prefieren mil veces vivir de la ayuda social a tener un trabajo digno. Seguimos compartiendo miseria y mediocridad.
Para finalizar debe quedar claro que una cultura de crecimiento debe estar enfocada en el desarrollo de un entorno profesional en el cual se provoque el aprendizaje continuo, la investigación y el logro de objetivos claramente consensuados. Se trata del desarrollo de una mentalidad en que todos los ciudadanos sientan un compromiso para perfeccionar sus habilidades, buscar y demostrar nuevas ideas y estimular el país. Esto es fundamental para tener un país que se mantenga competitivo e innovador, tan necesario en la dinámica global actual.