Democracia y descontentos en Panamá
- 07/06/2025 00:00
Al parecer, en estas últimas semanas, en medio de los cierres de calles y la confrontación pueblo-gobierno, escribir requiere del uso de bisturí quirúrgico para evitar mordaza y ensañamiento de las autoridades con el escritor. Pese a esto, hay que ser honesto con uno mismo y hacerlo. Es tan peligroso lo que está pasando en el país que el aparato represor en todas sus formas persigue, reprime y acosa, en aras de imponer y desvirtuar el sentido de vivir en una democracia.
Algunos personeros del gobierno y autoridades de distintas categorías, apoyados en sesgos constitucionales y judiciales, arremeten con supuestos “enemigos” y “adversarios” a las posiciones gubernamentales. No queremos pensar que, a partir del 5 de mayo del 2024, se instituyó un gobierno de corte autoritario, y con una tendencia plutocrática. Es peligroso que sea así.
Nada más hay que ver con qué velocidad, el Ministerio Público, abre expedientes y dan seguimiento a casos con nombre y apellido, no así cuando se roban y saquean el dinero de todos los panameños. El mismo presidente ha señalado que hubo desmanes y robos, pero no puede, en estos casos, hacer nada.
Preocupa la anulación del “principio de inocencia”, el derecho a disentir, el derecho a protestar, a expresarse libremente, aunque se recurra a un lenguaje mesurado y respetuoso no tienen cabidas ciertas opiniones. Eso está mal.
Regularmente, los aduladores y los cobardes son los que dan fuerza y energía a los gobiernos de corte autoritarios. Qué casualidad que toda la mugre y supuestas anomalías que están encontrando lo hacen en estas circunstancias donde hay un pueblo en franca rebeldía y diferencia conceptual con el ejecutivo, dando la certeza de que se trata de facturas y formas de acallar al movimiento popular.
Ojalá que con esa misma velocidad y destreza se ejecutaran diligencias acuciosas hacia otras estructuras, que las hay, sospechosas de anomalías; además de personas que, con toda la evidencia, se sabe que usurparon dinero mal habido y con ello entraron en enriquecimiento ilícito.
Lastimosamente, en nuestro país se ha desarrollado el fenómeno de la “indolencia social o adormecimiento inducido”, que, desde nuestro punto de vista, consiste en el espejismo del sistema sobre la mente del ciudadano, llevándolo a pensar y a creer que por más que se luche y se busque reivindicaciones, todo será en vano. Es decir, no hay motivo para pelear, protestar o hacer reclamos. Una sociedad con este mal, está condenada a la sujeción y al abuso.
Ojalá y este episodio de odio, represión y persecución termine en bien de la armonía social, pero implicará deponer de parte y parte, escuchar y dialogar, aceptar errores y enmendar; pensar en Panamá, en su paz y desarrollo socioeconómico. Dios, guíe las mentes de las partes involucradas.