El apoyo familiar y social a la fragilidad de las altas capacidades
- 21/06/2025 01:00
Más allá de los mitos culturales, sesgos e ignorancia supina, un niño o niña excepcionalmente inteligente puede implosionar o ser derribado por su condición personal de desarrollo asincrónico. Esta condición no debe ser vista como una fragilidad por sí misma, sino que responde a una compleja interacción de múltiples factores. De hecho, el marco familiar, académico y social en el que vive, condiciona la expresión de sus Altas Capacidades (por lo que hace o deja de hacer) y valora a su portador por el grado de “aguante” o resiliencia que demuestre ante la tragedia y comedia que es el vivir adaptado a las circunstancias.
Esta fragilidad viene explicada por la disparidad o discrepancia de varios factores claves en el desarrollo del niño. Muchos no asimilan o interpretan las emociones intensas que no saben gestionar porque carecen de la experiencia vital para hacerlo. Tener una edad mental superior a la cronológica, no implica que por la vía cognitiva o de la reflexión profunda se puedan asimilar emociones, afectos o comprensiones existenciales. La experiencia no se da por adelantado. En consecuencia, el encajar o ser aceptados por sus pares de la misma edad no es tarea fácil. Por un lado, pueden ser considerados sabiondos(as) o presumido(as) y a la vez recibir grandes dosis de aislamiento por los mayorcitos que los consideran no pocas veces como bebés “creciditos” con toda la burla y discriminación posible.
Entre esas dos aguas suelen darse muchas y mayores niveles de reacciones emocionales intensas que les sobrepasan. En compensación, las conductas disruptivas que manifiestan en el ámbito escolar o social son en la mayoría de los casos, una manifestación directa de esa vulnerabilidad emocional. Es una forma de llamar la atención a gritos y obtener reconocimiento. Muy a menudo observamos que parte de esas expresiones llevan implícitas una gran dificultad en manejar la frustración y autorregularse, o sea encontramos un panorama nada alentador en estos niños para controlar sus impulsos y adaptarse a las normas del contexto y entorno.
Si el niño o niña con altas capacidades o superdotación crece “silvestre”, sin estructura, comprensión, empatía y apoyo, la frecuencia e intensidad de las conductas puede incrementarse a niveles que requieren de la intervención de un profesional idóneo con el correspondiente seguimiento terapéutico.
La anterior descripción según Fanny Nusbaum (2022) corresponde al perfil complejo o heterogéneo, también llamado por otros autores como el síndrome de disincronía (Terrassier 1994). En breve; su desarrollo intelectual es muy avanzado, pero sus habilidades emocionales, sociales, físicas e incluso motoras no están al mismo nivel de su edad cronológica.
El otro perfil antagónico de estos niños es el laminar u homogéneo. Un niño superdotado con ese perfil tiene un desarrollo cognitivo más equilibrado. Su adaptación social y académica no presenta mayores sobresaltos. Pasará por la vida con sus luces y sombras, pero tendrá una visión de la vida más objetiva y con un mayor control interior. Por otro lado, el perfil complejo necesita de mayores ajustes internos y apoyo externo. Sin filtros emocionales ni inhibiciones andando por la vida, su vulnerabilidad emocional y adaptación cobra factura. De ahí la importancia de detectarlos, darles la correspondiente respuesta integral oportuna y sostenida que permita su desarrollo intelectual, afectivo y social (Artículo 7 numeral 4 de Resuelto 709 de 25 de febrero de 2016). Nuestras autoridades en materia de educación especial están obligadas por ley al acatamiento de la normativa vigente sin dilaciones o excusas administrativas. La protección de la fragilidad de este colectivo es tan forzosa como la que se administra al colectivo ubicado al otro lado de la Campana de Gauss (discapacidad intelectual). La omisión de su atención conlleva la vulneración de sus derechos humanos y del código uniforme de ética de los servidores públicos (Decreto Ejecutivo N.º 24, de 15 de diciembre de 2024).
Reiteramos; Este colectivo, sobre todo los de perfil complejo, requieren de un mayor apoyo psicológico, estructura y asistencia sostenida. No son burbujas (y ningún niño lo es). No poseen una capa de superhéroes precoces ni salvarán el mundo. Son frágiles. Su tratamiento entre más preventivo y proactivo sea, evitará comorbilidades asociadas a la conducta y/o del aprendizaje que lamentar.