El cuento y su inmensa gama
- 06/12/2025 00:13
De los géneros de la narrativa literaria -la novela, el relato y el cuento-, la novela permite ser abordada igual que un puzle, cuyas piezas son historias entrelazadas que los escritores juntan y materializan con recursos de la realidad tangible.
Aunque la novela echa mano de lo ficticio, esencialmente es una pieza que describe con objetividad, y esto la hace más afín a lo real que a lo fabulado. De hecho, en la novela, la descripción ayuda a establecer la credibilidad de los hechos irreales narrados, lo cual inclina a los escritores a seguir un formato que implica -digámoslo así- la construcción de un paisaje (es decir, un ambiente y un lugar); luego determinarle un espacio cerrado, una casa, y dentro de ella escenas, circunstancias y personajes para que la habiten con sus regocijos y tribulaciones.
En los relatos sucede igual, pero en ellos es menor el compromiso de ficcionar, aunque hay admirables relatos en la línea de la invención fantástica. Sin embargo, los relatos suelen ser exposiciones corrientes de un tema específico al cual se le aborda de rigor con emocionalidades. Los relatos no suman historias como lo hace la novela, ni tampoco buscan en su brevedad alcanzar a condensar el todo, como lo hacen los cuentos.
Hago esta somera introducción sobre esos dos géneros narrativos, porque este libro que nos ocupa, “Anclajes” (del escritor panameño Enrique Jaramillo Levy y publicado en Colombia por el Grupo Editorial Ibáñez), es una suma extensa de cortos textos, cuyas estructuras y carga imaginativa exaltan el formato del cuento. Un formato que, a mi juicio, es el más delicado y esquivo entre los géneros mentados. De “Anclajes” me ha llamado la atención que su autor se mueva en dicho género como pez en el agua, y que lo haga tan libre, como anclado en sus características esenciales.
Sus cuentos llaman la atención, porque parecieran no rehuirle a lo real, ni tampoco serlo. Jaramillo Levi lo aclara con esta explicación: “Quien escribe creativamente es un saqueador de sucesos que de tan reales parecen fantasías y viceversa”. En efecto, el punto de partida de sus cuentos, es una realidad que se trasmuta en otra distinta, a la cual su imaginación le otorga calidades de lo real o viceversa.
Tanto en su planeación, como en el planteamiento de la cuestión, los cuentos de Anclajes parecieran inasibles, y si fueran un puzle, como lo es la novela, sin duda carecerían de piezas fácilmente discernibles. Cuando un cuentista describe, lo hace tomando atajos, y no se dilata con descripciones como les pasa a los autores de novelas y relatos.
En los cuentos, como en estos de Jaramillo Levi, poco se describe; pues, al estar ligados a las maneras de la oralidad, te hablan cara cara, y te cuentan con el tono de la voz afectiva, experiencias vividas o imaginadas. Con todo, Jaramillo Levi no se limita al cumplimiento de presentar realidades demostrables, pues sus ficciones, semejante a las historias fantásticas, a veces no tienen de trasunto la realidad, sino la sola imaginación.
En los cuentos de Enrique Jaramillo Levy, quizás porque también escribe poemas, es notoria la intención de atrapar el todo de la realidad y decírnoslo en un suceso fugaz. Pese a ello los cuentos de Anclajes, no son cortos por cumplimiento formal del género; sino, porque igual que la de los poetas, su expresión se desenvuelve en un contexto de pensamientos, de elucubraciones, y de satisfacciones imaginativas. Si fueran pensamientos filosóficos corrientes, requerirían mucha pluma y muchas páginas; por el contrario, los cuentos de Jaramillo Levi parecieran seguir la sugerencia de André Bretón acerca de que la finalidad del poema es “la concentración del yo”.
Digo esto, pues me llama la atención que, siendo Jaramillo Levi un cuentista nato y leal a las exigencias del género, sus textos, sin constituirse en piezas de pleno posmodernismo, están desprendidos del previsible formato clásico o modernista. De hecho, los cuentos de Anclajes tienen la virtud de crear dinámicas vitales, que develan y confrontan las vicisitudes de la vida, y lo hacen sin drama ni contenciones psíquicas, pues todo parece sosegado por un halo de rumores poéticos.
Algunos de sus textos nos permiten visualizar, los ambientes narrativos de Spoon River, poemario de Edgar Lee Master, cuyos personajes, ya muertos, cuentan su tragedia, igual como sucede en estas líneas de Anclajes, exactamente de su texto Impunidad: “
Impunidad
Dos tipos de muertes violentas se han puesto de moda: el asesinato de mujeres y el de periodistas. Tienen en común razones de intolerancia, complejos de superioridad que en el fondo lo son de inferioridad, y el miedo que inspira que los demás los desafíen o de algún modo les lleven la contraria.
En el primer caso, suele ocurrir en el refugio de los hogares entre parejas mal avenidas; y en el otro en las calles a plena luz del día entre quienes temen ser descubiertos por sus crímenes y los que se atreven a denunciarlos en los medios para que reciban el escarnio público y, con suerte, el castigo merecido. Yo soy ambas cosas: mujer y periodista. Trato de no dejarme abusar por el déspota con el que convivo, ni dejar que silencie mi pluma a causa del dirigente político explotador de la sociedad donde fue elegido, hay que denunciarlo o la impunidad continuará de manera indefinida dominando el ambiente, torciendo las leyes, sin que pase nada....
Hoy amanecí desnuda tirada en un basurero, golpeada brutalmente por mi marido.
Semejante, a los poemas del norteamericano Edgar Lee Master -que están en primera persona como suele ser la voz empleada por los poetas y al tiempo en tercera persona, como es corriente en la voz de los narradores-, Jaramillo Levi, se atreve con virtuosismo a juntar los sujetos verbales como si fueran uno solo o, quizás, uno y su espejo siamés. Este cuento, “Dos en Uno” -donde entra y sale de un sueño tal y como si este fuera una veraz realidad- lo explica mejor.
Dos en uno
Siempre pensaste, como cualquier ser humano, que eras una sola persona, un ser absolutamente individual. Y, que supieras, no tenías hermano gemelo. Hay certezas que uno no pone en duda.... Hasta hoy. Porque si bien creíste estarte viendo en el espejo de tu recámara porque había alguien idéntico a ti, vestido igual, mirándote con tu misma cara de asombro resultó que no había tal espejo. Al menos ya no. Y te miraba desde muy cerca, tocándote casi. Por supuesto, te sacudiste de inmediato para quitarte de encima los residuos de algún disparatado sueño, sepa Dios si malo o bueno. Muy probablemente lo primero porque es sabido que donde hay dos hay problemas. Pero también el otro se sacudió con cara de angustia extrema mientras exclamaba “¡Qué sueño tan pendejo!”, y de inmediato desapareciste sin dejar rastro.
Anclajes, sin lugar a dudas, es un surtidor de recursos para la creación de cuentos literarios, que en manos tanto de narradores neófitos como de aventajados, son inspiradores. Así como la vida, estos cuentos constituyen “una inmensa gama variopinta de posibilidades -estas palabras son de Jaramillo Levi-, un gran flujo imparable de contradicciones”.