El gestor educativo y la comunicación asertiva no violenta
- 07/08/2025 00:00
En el complejo entramado del sistema educativo nacional, el rol del gestor educativo ha trascendido la mera administración para convertirse en un eje fundamental de la innovación y el desarrollo. Su capacidad para liderar, motivar y cohesionar equipos se encuentra intrínsecamente ligada a la comunicación, entendida no solo como transmisión de información, sino como un proceso dinámico de construcción de significado y relaciones. Dentro de este espectro, la comunicación asertiva no violenta (CANV) emerge como una herramienta indispensable para entornos educativos productivos y armoniosos.
Herramienta esta que, arraigada en los principios de Marshall Rosenberg en su libro: Comunicación no violenta: un lenguaje de vida, promueve la expresión honesta y directa de pensamientos y sentimientos, respetando simultáneamente las perspectivas y necesidades de los demás. Si se hace transferencia de conocimiento significa que, para el gestor educativo, esto implica trascender la comunicación unidireccional o autoritaria, adoptando un enfoque que prioriza la escucha activa, la empatía y la claridad expresiva. La habilidad de discernir y articular las propias necesidades, deseos y límites, sin recurrir a la agresión o la pasividad, se torna crucial para la resolución efectiva de conflictos, la negociación y la toma de decisiones consensuadas, para incluso evitarlos.
Su aplicación por parte del gestor educativo impacta directamente en la cultura organizacional de la institución. Al modelar una comunicación respetuosa y transparente, el gestor fomenta un ambiente de confianza y seguridad psicológica. Esto reduce la resistencia al cambio, promueve la colaboración entre docentes, estudiantes y padres de familia, y minimiza la aparición de malentendidos que pudieran derivar en conflictos. Un gestor que emplea la CANV es capaz de abordar situaciones delicadas, como la evaluación del desempeño docente o la implementación de nuevas políticas pedagógicas, con una aproximación constructiva, centrando el diálogo en los hechos y las necesidades subyacentes, en lugar de en juicios o reproches.
Desde una perspectiva práctica, este enfoque de comunicación se manifiesta en la formulación de solicitudes claras y específicas, evitando ambigüedades que puedan generar frustración. Implica la expresión de observaciones objetivas en lugar de interpretaciones subjetivas, y la identificación de sentimientos y necesidades propias y ajenas como base para la interacción. Por ejemplo, en vez de emitir una crítica generalizada sobre la falta de participación, un gestor que aplica la CANV podría expresar: “Observo que pocos estudiantes están interviniendo en las discusiones de clase (observación). Me siento preocupado por la baja interacción (sentimiento) porque necesito que todos los estudiantes se sientan cómodos para expresar sus ideas y contribuir al aprendizaje colectivo (necesidad). ¿Podríamos explorar estrategias para fomentar una mayor participación activa? (solicitud)”.
Propiciar la capacitación en este enfoque diferenciado para gestores educativos, sería una ruta por explorar, ya que, no solo permitiría perfeccionar sus habilidades comunicativas interpersonales, sino que también les dota de herramientas para gestionar la inteligencia emocional colectiva del equipo. Al facilitar un espacio donde las emociones pueden ser reconocidas y validadas, el gestor contribuye a la resiliencia del personal frente a los desafíos inherentes a la práctica educativa. Además, al promover una cultura de diálogo abierto, la comunicación asertiva no violenta facilita la emergencia de soluciones innovadoras a problemas complejos, ya que todas las voces son consideradas y valoradas.
En conclusión, la comunicación asertiva no violenta es más que una técnica o estrategia; es un paradigma que redefine el liderazgo educativo. El gestor que la integra no solo mejora la eficiencia operativa, sino que edifica comunidades educativas donde el respeto mutuo, la comprensión y la colaboración son los cimientos de la transformación pedagógica-administrativa sostenible. La inversión en el desarrollo de estas competencias comunicativas es, por tanto, una inversión directa en la calidad y el futuro de la educación.