El neofascismo como conducta

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  • 02/11/2025 00:00

El fascismo es una conducta extrema dentro de las oscilaciones conocidas del capitalismo, desde el New Deal de Roosevelt hasta las vestimentas ideológicas sin ambages de Hitler, Mussolini y pasando por las raquíticas expresiones de los caudillos latinoamericana. Todo ello es una conducta que usa disfraces para aparentar seudo ideologías.

Los países centrales capitalistas han involucionado desde su arranque con atribuciones intervencionistas ya conocidas; sojuzgadora de pueblos aparentando la promoción de su interpretación de la democracia, cimentada en un electoralismo cooptado por las transnacionales, sustentado en su capacidad de capturar la aceptación de las masas gracias al manejo del partidismo bipolar clientelista.

Los actuales gobernantes estadounidenses expresan la intención de romper ese esquema de manera que el Estado liberal no desaparece, pero es conducido por un equipo de ideología fascista que controla el poder sin revelar su esencia. Esta condición ya está siendo detectada por los estadounidenses que salen a las calles tratando de frenar ese desarrollo involutivo. La gente buena del mundo aspira a que esos movimientos de protesta y reacción alcancen la intensidad que en su momento tuvieran las movilizaciones contra el involucramiento en la guerra de Vietnam; tal vez la resistencia de los pueblos latinoamericanos y sus dirigentes preclaros, denunciando esos manejos neo- hegemónicos, pueda auxiliar al pueblo de Lincoln para conjurar esa amenaza contra su propio Estado.

Hemos venido advirtiendo sobre los rasgos neofascistas del trumpismo, ahora en días recientes se expresa otro rasgo clásico: ¿recuerda el lector las famosas piras de libros clasificados por Hitler y Goebbels cómo indeseables? Bien, ahora por orden del actual ejecutivo se están purgando las bibliotecas colegiales de Estados Unidos de toda la literatura latinoamericana porque según el mandante “no es correcto que se enseñe otra cosa que no sea el inglés”.

El fascismo apareció en la historia bajo la inspiración de algunos intelectuales que hacían formulaciones sobre la naturaleza del Estado pero que, salvo su intervención propositiva, se quedaban en las páginas de sus escritos sin hacer práctica de la aplicación de su modelo. De ellos citamos a los intelectuales del fascismo que incluyen a Giovanni Gentile, Filippo Marinetti, el escritor y político Gabriele D’Annunzio y el filósofo Alfredo Panzini; sin embargo, sus propuestas fueron empuñadas por políticos de a pie como Hitler, Mussolini y Franco que tenían como recurso la movilización violenta de gentes con torcidos desarrollos intelectuales.

Lo anterior contrasta con el fascismo actual como una ideología sin ideólogos, tal como sucede en Estados Unidos donde ni Trump ni Rubio y muchos menos “la pistola suelta de Hegset” pueden vanagloriarse de algún modesto alcance intelectual. Lo expresado es válido extenderlo a nuestra realidad nacional que revela una práctica basada en el empirismo de la disuasión represora. Esta práctica se auto justifica en la nula exhibición de conocimientos sobre las necesidades sociales y nacionales y de la correspondiente concepción del Estado que necesitamos. El fascismo de nuestro tiempo no es analítico ni propositivo, pero no deja de ser fascismo, aunque sus practicantes no se miren en ese espejo. ¡Que teoricen otros pensaran, nuestro fuerte es la represión¡ Nos motiva señalar que el fascismo se ha reencarnado como la faceta vigente del capitalismo contemporáneo ya que en la modalidad actual el capitalismo se desprende de las ataduras legales y formales de su forma clásica tales como códigos, reglamentos, y participaciones pactadas; es pues un capitalismo descarnado y represor, que es lo que se ve en el mundo actual. En virtud de lo anterior no me satisface la forma en que ciertos grupos sindicales se refieren al presidente como cómo dictadorzuelo porque relativiza peyorativamente la gravedad de la acción represiva.

En el presente la conducta imperialista de la actual dirección estadounidense revela una furia contra los países grancolombianos, la que necesariamente se extenderá al conjunto de países latinoamericanos. La cercanía de nuestra política exterior que expone nuestra condición de perro faldero de los EU es antihistótca; en consecuencia, nuestro reclamo es que Panamá debe desligarse de esa conducta o atenerse a la caracterización como anti latinoamericano. La movilización debe exigirle que se distancie del intervencionismo y que denuncie la utilización de las neo- bases para el clima de agresión contra los países hermanos; es una urgente necesidad y un aporte que se nos exige para la defensa de nuestra soberanía y paz, la cual se ha de enmarcar en la necesaria promoción de la paz regional y mundial.