El que sube como palma, puede permanecer como coco
- 22/05/2025 00:00
De ninguna manera cabe aquí el refranero conocido, que lo hemos modificado, motivo de nuestro artículo, porque nos referimos a los tremendos esfuerzos de un panameño —pueden existir otros— que ha iniciado la ruta del emprendimiento con grandes sacrificios y limitaciones, surgiendo desde abajo, en el duro camino del emprendedurismo, sin apoyo oficial y ausente de grandes capitales o recursos financieros, bienes y valores, para iniciar actividades productivas y generar ganancias o ingresos y empleo. Nos estamos remitiendo al ingeniero agrónomo Federico Davis y su pequeña empresa llamada Sustrato de Cáscara de Coco Panamá.
Pero, para introducirnos inmediatamente en el tema y luego vemos la trasposición de las palabras del título, podemos preguntarnos: ¿Qué es un sustrato? Un sustrato, según Google: “es un material sólido que se utiliza como base o soporte para el crecimiento de plantas en lugar del suelo natural. Sirve para anclar las raíces, retener agua y nutrientes, y permitir el intercambio gaseoso necesario para el desarrollo de las plantas. Puede ser de origen natural, sintético o residual, mineral u orgánico”.
No es muy frecuente hacer mención o propaganda sobre iniciativas comerciales o intentos de operaciones mercantiles, pues hay asuntos de tanta o igual trascendencia en el país, que está atravesando por una problemática, con múltiples aristas y el panorama nacional no está exento de las numerosas complejidades conocidas. Pero allí va nuestro pequeño aporte.
Para los que conocen sobre los “dichos agudos y sentenciosos de uso común” se habrán percatado del malabarismo verbal (los cocos alcanzan grandes alturas), pero no siempre se caen, es que me he atrevido a cambiar el sentido y orden de las palabras, para emitir opiniones por el enorme empeño que está realizando Federico con una visión empresarial de lograr sus objetivos y es hacer de su negocio, un evento próspero, eficiente, auténtico, lucrativo y competitivo frente a un posible mercado de importaciones en esta materia. Cuidado que ya tiene en mente exportar el producto a otras latitudes. Aunque continuamos con el sortilegio de las palabras, ya en el suelo, el coco lo requerimos para su industrialización. Son juegos verbales, maravillas del lenguaje y la imaginación.
Aclarada toda esta escaramuza y sustentación literaria, corría el año 2018 cuando nuestro amigo Federico se encontraba con un conocido en la entrada de Divisa, participando de una de las tantas manifestaciones que a diario se dan en nuestro país. Este lo invita a una bebida y accede, solicitando la refrescante agua de pipa. Mientras se deleita con el líquido nutritivo, observa allá, a lo lejos, la “inmensa ruma” de cocos o pipas ya desalojadas de su contenido. Inquirió sobre su destino y qué se iba a hacer con esa “basura”, a lo que respondieron, que la botarían en el crematorio de Santa María o la quemarían. Solicitó llevársela y le informaron que la podía recoger todo el volumen disponible que se encontraba. Allí empezó la aventura y su cerebro comenzó a dar vueltas. Jubilado, después de haber laborado en el Estado y en un organismo internacional, siempre buscando otras alternativas, pensó que esta era su oportunidad. Como quien dice, si de refranes se trata, ni corto y menos perezoso comenzó a indagar, buscar informaciones en las redes a ver si había experiencias al respecto para comercializar e industrializar el sustrato de coco, corteza, estopa o fibra. Tanto fue así que su reducido negocio de la basura, que ya no lo es, ha evolucionado hasta convertirse en una mediana empresa. Ha participado en concursos de promoción y ha incursionado en el mercado de consumo local, obteniendo triunfos, y los productos ya se encuentran disponibles en conocidas casas comerciales de distribución masiva o en diferentes invernaderos y van encontrando nichos especializados.
Es un producto totalmente innovador y nacional, aunque existan otras prácticas foráneas sobre el particular, el sustrato de la cáscara de coco es el resultado de pruebas ensayo y error, aprendiendo de la realidad local en el campo nacional
Actualmente, resultado de esas inquietudes y requerimientos de superación, ha tenido que recurrir a fabricar y modificar algunas maquinarias, adaptándolas a sus necesidades para producir cuatro artículos o tipos a partir del procesamiento de la estopa de coco: sustrato de cáscara de coco tipo granular, trocitos de cáscara de coco, bolsas de cultivo (en forma de bolis alargados), sustrato de coco tipo cabello, para diferentes usos en jardinería y agricultura.
El proceso se realiza, a grandes rasgos y en forma muy resumida, cuando la fibra pasa por un tratamiento de secado o despulpa, se tritura la estopa o exocarpo, se obtiene una fibra granulométrica, fibra cabello, también tipo aserrín y luego se empaca.
Ya se puede observar el producto en varios centros de expendio a lo largo y ancho del país. Ha tenido buena acogida y receptividad entre productores, agricultores y técnicos y en general para todo público que se dedica a las actividades agrícolas y de paisajismo.
Recientemente, conversamos con el amigo Federico en un congreso científico y nos comentaba los nuevos planes y proyectos en torno al sustrato, además de la participación del núcleo familiar, allá en el Roble, distrito de Aguadulce, provincia de Coclé, brindándole oportunidades de empleo a varias personas del lugar.
La verdadera acepción es el que sube como palmera, puede caer como coco, dedicado a personas altaneras y arrogantes.