El renacer bananero y el desafío del trabajo decente
- 07/09/2025 00:43
El anuncio de que la empresa Chiquita Brands retomará sus operaciones en Bocas del Toro ha generado optimismo. Se habla de inversiones millonarias, miles de empleos directos y la reactivación de una industria que históricamente ha sido motor económico de la provincia. Sin embargo, esta noticia, que podría marcar un nuevo ciclo de prosperidad, plantea interrogantes cruciales: ¿qué tipo de empleos se crearán?, ¿serán decentes y sostenibles?, ¿qué hará Panamá para garantizar que la historia de precariedad y conflictos laborales no se repita?
En este ambiente de optimismo e interrogantes cruciales, debemos tener claro que la reactivación bananera no puede analizarse únicamente desde la óptica de la producción o las exportaciones. En un país donde la desigualdad territorial es marcada y Bocas del Toro registra elevados índices de pobreza, lo fundamental debe ser la garantía de empleos decentes, que promuevan el crecimiento económico y contribuyan al desarrollo sostenible.
En ese contexto es obligatorio recordar y subrayar que el 25 de septiembre de 2015, los 193 Estados miembros de la ONU suscribimos en la Asamblea General de las NNUU los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible que prepone la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, y, por ende, nos comprometimos con cumplir con las metas que estos establecen.
Desde esta perspectiva _que debe ser determinante_, particular relevancia tiene el compromiso de promover el crecimiento económico inclusivo y sostenible, el empleo y el trabajo decente para todos; como lo establece el ODS número 8.
Trabajo decente significa iguales oportunidades de conseguir un trabajo que sea productivo y proporcione unos ingresos dignos, seguridad en el lugar de trabajo y protección social para las familias, así como mejores perspectivas de desarrollo personal e integración social. La continua falta de oportunidades de trabajo decente, la insuficiente inversión y el bajo consumo producen una erosión del contrato social básico subyacente en las sociedades democráticas: el derecho de todos a compartir el progreso.
Sobre este asunto, reitera la Organización Internacional del Trabajo, OIT _a la que pertenecemos desde el 28 de junio de 1919_ que, el trabajo decente implica empleo productivo con ingresos justos, seguridad, protección social, desarrollo personal, libertad de organización, participación en decisiones y plena igualdad de oportunidades y trato entre mujeres y hombres. Agrega la OIT que, el empleo productivo y el trabajo decente son factores clave para alcanzar una globalización justa y reducir la pobreza.
Dicho lo anterior, es obligatorio subrayar que, el Gobierno tiene una tarea doble. Por un lado, facilitar las inversiones y garantizar un entorno estable para la producción. Igualmente importante será garantizar que los nuevos empleos cumplan con los estándares básicos de trabajo decente.
Esto implica no solo salarios adecuados y seguridad social, sino también condiciones seguras, respeto a la libertad sindical y posibilidades de desarrollo profesional. El Estado, entendido como gobierno y ciudadanía, no puede limitarse a celebrar la llegada de capital privado: debe convertirse en garante de los derechos laborales y en árbitro firme para que los compromisos empresariales se conviertan en bienestar tangible.
En la práctica, esto se traduce en tres medidas clave: fiscalización efectiva en campo por parte del Mitradel, condicionar incentivos estatales al cumplimiento laboral verificable y garantizar transparencia mediante informes periódicos. Solo así se asegura protección a los trabajadores, confianza ciudadana y trazabilidad social ante los mercados internacionales.
La empresa, por su parte, tiene que asumir que la competitividad del banano panameño no depende solo de toneladas exportadas, sino también de su reputación social y ambiental en mercados cada vez más exigentes. Europa y Norteamérica no quieren solo fruta barata: quieren fruta producida sin pisotear derechos laborales ni contaminar comunidades.
El modelo empresarial debe combinar productividad, innovación agrícola, bioseguridad y empleo decente. Puede no solo abrir mercados, sino también mejorar la reputación de Panamá como exportador responsable. Invertir en salario decente, seguridad laboral y bienestar social no debe verse como un costo adicional, sino como una estrategia de competitividad internacional.
Finalmente, los sindicatos y las organizaciones de trabajadores tienen un rol insustituible. Defender derechos fundamentales seguirá siendo su misión, pero también deben contribuir a construir un modelo de corresponsabilidad que asegure la sostenibilidad del sector. Esto implica asumir el compromiso con la productividad, la innovación y la sostenibilidad del sector, y colaborar en la prevención de conflictos laborales que afectan no solo a la empresa, sino a toda la región.
El regreso de la industria bananera puede ser el motor de un desarrollo digno y sostenible. La decisión está en manos de Panamá: banano sí, pero con trabajo decente